Jueves, 9 de julio de 2009 | Hoy
PABLO CIANCIO Y SU DOCUMENTAL MUTANTES URBANOS
El documentalista presentará hoy al aire libre, en las Barrancas de Belgrano, un film que pone el foco en las personas en situación de calle. El trabajo tiene un personaje entrañable como eje y disparador: Horacio Avila, que clama “por los derechos que nos corresponden”.
Por Oscar Ranzani
El 24 de diciembre de 2004 el documentalista independiente Pablo Ciancio pasó una Nochebuena atípica. Se dirigió a Plaza de Mayo con su cámara con el objetivo de registrar imágenes para su documental Felices Fiestas. Cuando llegó, se encontró con una manifestación de compañeros de presos políticos. Como quería tener su propia visión del asunto, se acercó a charlar con ellos. Al costado, había un grupo de personas en situación de calle que estaban haciendo una huelga de hambre. Ciancio conoció allí a Horacio Avila, quien vivió en la calle entre 2002 y 2007, y que con el tiempo fundó junto a otras personas la ONG Proyecto 7, hecha por y para personas en situación de calle. Ciancio recuerda que se generó un vínculo muy fuerte con Horacio, que quedó registrado en los testimonios grabados. “Después vi la grabación en casa y dije: ‘Es todo muy coherente lo que están diciendo y lo que están reclamando’, señala Ciancio en la entrevista con Página/12. Así fue naciendo Mutantes urbanos, documental que registra la penosa situación de las personas sin techo y que podrá verse hoy a las 18.30 al aire libre en las Barrancas de Belgrano (Zavia, entre Juramento y Echeverría), con la organización de la ONG Proyecto 7 y de la Olla Popular de Barrancas de Belgrano.
Mutantes urbanos traza un panorama de tono emocional y reflexivo, prácticamente sin estadísticas y sin ningún especialista opinando: las voces son las de sus protagonistas, quienes exponen sus principales problemáticas, la dificultad de conseguir un empleo, la rutina diaria y sus críticas a las políticas gubernamentales en la ciudad de Buenos Aires. Allí hacen su entrada la soledad, el miedo, el llanto, la incomprensión social, el recuerdo familiar, incluso el sentir vergüenza por la situación atravesada. Aparecen en escena desde un señor muy mayor que hace ocho años que vive en la calle y que sale todos los días “a pucherear” hasta un licenciado en Psicología y técnico electricista expulsado del sistema. El eje del documental es Horacio, que funciona como una especie de vocero de los sin techo. Todos sus comentarios permiten entender que en su mente la palabra dignidad está poblada de contenido y no es una mera retórica. “Nosotros queremos volver a tener la vida que teníamos, queremos volver a tener los derechos que nos corresponden, los constitucionales, los humanos, queremos volver a ser personas. En este momento no somos tratados como personas. Somos tratados como basura. Y nosotros no somos basura”, expone Horacio en el film. Su empuje y sus ansias de progreso le permitieron conseguir el pan de cada día con su trabajo, ya que prefiere ganarse el sustento antes que aceptar las cosas gratuitamente. El film también expone la experiencia del comedor comunitario Hablemos con la boca llena, que funciona en la Facultad de Psicología y que tiene una metodología totalmente diferente de los demás, ya que cada uno tiene que esforzarse para que el comedor funcione. El comedor también brinda un espacio de reflexión a través de asambleas para que todos expongan sus problemas y encuentren un lugar de contención. Allí nació la ONG Proyecto 7, fundada por Horacio Avila y sostenida también gracias a la solidaridad de estudiantes y graduados de Psicología. La principal misión de esta ONG es generar los medios para que personas en situación de calle puedan conseguir trabajo.
“Se titula Mutantes urbanos porque ellos se llaman mutantes, porque es como que van transformándose. La indiferencia de la gente los va haciendo decaer, de a poquito, y se van transformando porque no viven de una forma digna. Mucha gente quiere tratar de salir de esa forma de vida pero es muy complicado”, expresa Ciancio.
–¿Por que decidió que la historia de Horacio Avila fuera el eje del documental?
–Por su forma de expresarse, vi en él que muy adentro tiene una causa que es tratar de hacer algo para revertir la situación y organizar a la gente en situación de calle.
–¿Cómo fue el trabajo de investigación?
–El trabajo de campo estuvo concentrado entre la zona de Congreso y Plaza de Mayo. Y se basó prácticamente en el contacto esporádico con la gente en la calle. Yo conocía mucho los circuitos, hablaba mucho con ellos. Hay miles de historias. Estando con él, quise contar también historias de otra gente. Hay que estar en la calle para la investigación. Otra investigación que podés hacer es ver qué está haciendo el Estado o qué organizaciones trabajan para ayudar a la gente en situación de calle. Pero a mí me pareció más genuino hablar con la gente.
–A contramano del prejuicio social, hay testimonios de gente instruida y formada intelectualmente.
–Sí, esta situación la puede sufrir una persona que está alquilando un lugar, que se queda sin trabajo y termina en la calle porque no tiene cómo pagar un alquiler. Le puede pasar a cualquiera que no tenga un trabajo fijo ni vivienda propia.
–¿Cree que parte de la sociedad considera que los sin techo no son personas?
–Sí. Tengo conocidos y gente con la que me relaciono y realmente he llegado a la conclusión de que prefieren que no estén, que los corran de la ciudad para no verlos. No se dan cuenta de que son parte del sistema en el que estamos viviendo: gente que no ha tenido oportunidad o que se le ha coartado la posibilidad de laburo y ha quedado en la calle.
–¿Existe solidaridad entre las personas sin techo o el mensaje “sálvese quien pueda” llegó también a esta esfera social?
–Una de las cosas que me llamó muchísimo la atención fue la solidaridad que hay entre ellos. Comparten todo. Si consiguieron una pizza y son cuatro, se comparte. No importa quién la trajo.
–¿Cómo piensa que pueden reconstruirse los lazos sociales?
–Con oportunidades. Con un trabajo digno, con la posibilidad de poder comprar tu comida, con una vida digna. No hay otra forma. No se puede vivir sin un trabajo: a partir de ahí viene todo.
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