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Desde París

Nicolas Sarkozy sigue siendo un hombre con suerte. El presidente francés abrió en Brasil un camino que hasta ahora estaba cerrado. La decisión del jefe de Estado brasileño de comprarle a Francia treinta y seis aviones de combate Rafale –fabricado por la empresa Dassault– constituye el primer contrato de venta al extranjero de este aparato ultrasofisticado. El total de los contratos obtenidos por Sarkozy en su viaje relámpago a Brasil asciende a 7 mil millones de dólares. El contrato por los aviones Rafale tiene una cláusula por medio de la cual Francia se compromete a comprarle a Brasil diez aviones de transporte militar KC390. Esta doble operación concretiza la “asociación estratégica” pactada entre París y Brasilia en 2006, al tiempo que agrega un considerable encargo a la agenda de ventas francesas ya que el año pasado Brasil firmó con Francia un convenio de compra de alcance inédito.

Sarkozy oficializó así en su viaje los acuerdos para la construcción conjunta de un submarino de propulsión nuclear, la compra de otros cuatro submarinos convencionales del modelo francés Scorpene, la edificación del astillero donde serán fabricados los submarinos y una base naval de apoyo, así como la compra de 50 helicópteros de transporte franceses EC725 para las Fuerzas Armadas brasileñas. Ambos proyectos suponen para Brasil un gasto de 12.317 millones de dólares hasta el año 2021, de los cuales unos 9000 millones están destinados a la compra del armamento.

La prensa francesa hablaba ayer de un “acuerdo histórico”, tanto más cuanto que la decisión del presidente Lula de inclinarse por la oferta francesa en vez de las otras dos que estaban en juego, el Gripen, del sueco Saab, y el F/A18 Hornet, del norteamericano Boeing, fue tomada más rápido de lo que se esperaba. Las negociaciones para concretizar la venta de los 36 aviones Rafale serán arduas, pero Lula ya dio un paso decisivo hacia la opción francesa. Si la compra se concreta, ésta sería un regalo de oro para el constructor Dassault. La venta del avión Rafale al extranjero ha sido para Dassault una espina en el pie. Pese a la intervención de varios presidentes franceses, Dassault Aviation nunca pudo colocar fuera de Francia su aparato emblemático. Los analistas del sector de los armamentos anotaban ayer que con la venta de los aviones Rafale a Brasil, Dassault sale de la dinámica del fracaso en la que estaba encerrado a la hora de vender a la exportación ese aparato.

Con todo, el volumen de armamento francés adquirido por Brasil inaugura en la región una dinámica nueva. En este sentido, Francia se instala como un actor de peso en la política de diversificación de “socios” aplicada por Lula. En este contexto, el vespertino Le Monde comentaba ayer que las negociaciones por la venta de los aviones de combate Rafale ilustran “la carrera armamentista en América latina”. El diario ve en las decisiones brasileñas un contrapeso a los acuerdos de cooperación militar firmados entre Colombia y Estados Unidos. Le Monde cita, por ejemplo, a un experto en políticas de seguridad del Instituto alemán de Estudios Mundiales y Regionales, Daniel Flemes, quien asegura que “el hecho de que Brasil busque socios fuera de América latina con sólidos conocimientos tecnológicos puede provocar una carrera armamentista en el continente. Eso también puede ser un obstáculo a una colaboración amplia en el sector de la defensa con los países vecinos”.

Lo cierto es que Nicolas Sarkozy rompió en Brasil con la maldición que parecía pesar sobre las alas del avión Rafale. India, Suiza, Arabia Saudita y otros países estuvieron a punto de comprar o de firmar un contrato definitivo. Siempre, a último momento, algo ocurrió y Dassault se quedó sin la venta de su pájaro de fuego. Tal vez Lula termine esta vez de ahuyentar el sortilegio.