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Cheney, el que faltaba

La controversia está pese a los denodados esfuerzos de la Casa Blanca por extinguir la polémica causada por la referencia errónea sobre el intento de Saddam Hussein de comprar uranio a Africa en el discurso sobre el Estado de la Unión pronunciado por George W. Bush en enero último. El vicepresidente, Dick Cheney, definió ayer las acusaciones contra Bush como “dudosas”. “Ignorar tales informaciones o aguardar a que ellas se desvanecieran por sí mismas habría sido extremadamente irresponsable. Y nuestro presidente no las ignoró, actuó para hacer desaparecer el peligro”, subrayó Cheney en un discurso sobre la lucha antiterrorista en el Instituto Estadounidense de la Empresa en Washington. Tres meses antes, la CIA había advertido a la Casa Blanca acerca de la poca veracidad de los documentos en los que se basaban esas informaciones. Se trataba de groseras falsedades redactadas por un diplomático nigeriano en Roma, se supo recientemente. La administración Bush había afirmado en los meses anteriores a la guerra que abundaban las pruebas sobre la posesión de armas de destrucción masiva por parte del régimen de Saddam Hussein y de sus intentos de dotarse de armas nucleares. Por otro lado, Cheney sostuvo que “desde el 11 de septiembre de 2001, los terroristas nos hacían la guerra a nosotros. Ahora, con el presidente Bush en el poder, serán los estadounidenses los que harán la guerra contra los terroristas”.

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