EL MUNDO › UN ANáLISIS DEL ATAQUE EN EL CONTEXTO POLíTICO LIBANéS

El atentado es el mensaje

 Por Robert Fisk *

Fue, por supuesto, un mensaje: dos bombas a metros de la Embajada de Irán, un agregado cultural muerto, un estallido que sonó a través de Beirut y la imagen morbosa de una cosa así, la pierna cortada en un balcón, el pedazo de mandíbula con la barba en su lugar, la sangre por todas partes. Como esto es Beirut, la escena se pobló de inmediato de milicianos de Hezbolá de uniforme y con pistolas plateadas.

En esta era de Twitter, ¿se puede creer en un grupo que se dice parte de Al Qaida reivindica la bomba y exige que Hezbolá deje Siria? Pero, a la vez, ¿hay algo más obvio que atacar la embajada iraní si uno detesta que Hezbolá apoye a Bashar al Assad? ¿Hay mejor manera de atacar a los libaneses chiítas que ir por la yugular y atacar la embajada del país que manda chiítas a Siria a combatir?

La crisis en Líbano se está haciendo realidad a fuerza de atentados, porque en las últimas semanas ya habían muerto 66 personas en ataques diversos. No hay gobierno y el ejército es la única institución del país que funciona, junto al Banco Central, pero sus tropas quedaron en minoría en la escena del atentado frente a los milicianos de Hezbolá.

Es difícil subestimar la gravedad de estas peleas sectarias. En Trípoli, los sunnitas culpan a los chiítas de Hezbolá y a los alawitas sirios por los 47 muertos en dos mezquitas de la ciudad. Ahora que les tocó a ellos, los chiítas culpan a los sauditas, que siguen tratando sin éxito de librarse de Assad y sus aliados del golfo. No faltó la voz del líder chiíta local Fayed Shakr –cuyo partido lleva el inquietante nombre de Nacional Socialista– culpando a los cristianos y a los sunnitas.

La voz más curiosa y extraña fue la del embajador iraní Ghazanfar Rokanabadi, que culpó al “régimen sionista”, sin explicar cómo fue. La embajada parece una fortaleza y en estos años vi pasar por sus puertas a más de un bandido –ahí obtengo mis visas iraníes–, lo que no extraña porque cada embajada tiene sus espías y la de Irán debe tenerlos entre sus veinte empleados.

* De The Independent de Gran Bretaña. Exclusivo para Página/12.

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