EL MUNDO › ASPIRANTE REPUBLICANO

Abusator pero favorito

A cinco días de las elecciones le llovían las acusaciones de abuso sexual en el diario Los Angeles Times, que no disimula su furia por la candidatura de “Terminator”. De todos modos, el austríaco que para muchos encarna el “sueño americano” se deshizo en disculpas y prometió convertirse en un “paladín de las mujeres” si gana las elecciones. Sus asesores acusaron a los demócratas de ensuciar su campaña, pero no por nada en el mundillo de Hollywood todos conocen a Arnold como “el pulpo”.
Aparentemente, los desmanes del actor comenzaron en Austria, cuando su padre empezó a preocuparse porque el fisicoculturismo que obsesionaba a su hijo pudiera indicar una inclinación homosexual. Así que lo dejó traer chicas a casa y a medida que Arnold empezó a sumar títulos –ganó el Campeonato Mundial a los 20 años–, su lista de mujeres iba engordando. En 1976 declaraba que “levantar pesas es como tener un orgasmo continuo” y un año después protagonizaba el documental Haciendo fierros, que lo catapultó a la fama.
Arnold pareció sentar cabeza al casarse con Maria Shriver, la animadora de TV y sobrina de John Fitzgerald Kennedy. Desde entonces, la pareja se ha mostrado felizmente casada, pero cuando estaban comprometidos, Arnold tuvo un romance con la ex de Sylvester Stallone, Brigitte Nielsen. Incluso la llevó a Austria para presentarle a su madre. Pero María le dio un ultimátum y poco después se casaban a todo trapo en Cape Cod, el feudo de los Kennedy. Sin embargo, al poco tiempo Arnold volvió a las andadas. En agosto pasado, una tal Gigi Goyette, cuyo máximo logro fue ser extra en “La familia Ingalls”, declaró que durante siete años había sido amante de Arnold.
De acuerdo, el hombre parece ser un desastre. Pero no mucho más que otros tantos políticos norteamericanos. Desde el Sexgate de Clinton, la vida privada de un político no había sido tan vapuleada como la de Schwarzenegger. Además, no es la primera vez que un tipo sin condiciones se presenta como candidato. Los ejemplos abundan en todas partes: desde un Berlusconi que animaba shows en los cruceros del Caribe, pasando por el desentonado Palito Ortega hasta el hombre que dirige el destino del mundo, el mediocre George W. Bush. Sin contar al actor de pocas luces Ronald Reagan –muchos norteamericanos advierten con alivio que Arnold nunca podrá seguir el camino de Reagan hacia la presidencia sencillamente porque es austríaco y la Constitución no lo contempla–.
Lo cierto es que Arnold no ha tenido suerte. Desde que anunció su candidatura para gobernar el estado más poderoso de Estados Unidos, la “prensa seria” –y la no tanto– no han dejado de regodearse con el pasado del austríaco nacionalizado estadounidense. En septiembre, un semanario vienés publicó que, en 1939, su padre entró a la SA, una organización paramilitar del partido nazi. Encima, según el vespertino New York Daily News, en el ‘96 Shriver entrevistó a Karen Pomer, una víctima de violación, para el programa que tenía en el canal NBC. Según Pomer, que actualmente hace campaña contra Arnold, después de contarle a Shriver su historia, esta última le dijo “no puedo creer que tu novio no te haya abandonado. Si a mí me hubiesen violado, mi esposo me habría dejado”.
Políticos de todos los pelos han reclamado a Arnold que defina su posición ante los derechos de los homosexuales por sus declaraciones en el ya antológico reportaje de Oui, donde dijo que los hombres no deberían sentirse como gays por querer tener un “lindo cuerpo”. También le exigen que aclare su posición sobre la inmigración. Es que en 1994, la estrella apoyó una ley que negaba servicios sociales a los inmigrantes indocumentados.
La comunidad latinoamericana puso el grito en el cielo y se alineó con el Partido Demócrata, que desde entonces domina California. Tampoco ayuda que su jefe de campaña sea Pete Wilson, ex gobernador de California y principal impulsor de esta ley, finalmente derogada. “Decir que uninmigrante como Arnold está en contra de la inmigración es un comentario de mala fe”, refunfuña su vocero. Pero Schwarzenegger ha eludido hablar sobre temas raciales y la Propuesta 54, una medida por la que se votará en el referendo de hoy y que busca prohibir al gobierno recolectar información racial. Pero la pregunta del millón es qué hará Terminator para revertir la bancarrota de California. Lo asesoran el ex secretario de Estado George Schultz y el multimillonario Warren Buffett, que proclamó que los californianos pagan pocos impuestos. Como las encuestas empezaron a darle mal, Schwarzenegger se apuró a decir que no pensaba subir los impuestos, pero que haría recortes en educación, lo que le trajo otra avalancha de críticas. Tampoco ha logrado el respaldo de sus colegas en Hollywood. El actor Rob Lowe aceptó organizarle una cena de celebridades en apoyo a su candidatura. Clint Eastwood y Barbra Streisand se negaron a contestar los llamados de Lowe, mientras que Cybill Shepherd aseguró que tenerlo a Arnold como gobernador “sería la peor tragedia en la historia de la humanidad”.

Texto: Milagros Belgrano.

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