EL MUNDO › LA COBERTURA MEDIATICA

Reality de la agonía

 Por Julián Gorodischer

La agonía globalizada del Papa inauguró nuevos géneros de cobertura: el enviado de Canal 13 Marcelo Peláez fue cronista de viandas y reseñó el picnic de las familias en la Piazza San Pedro esperando el hálito final. El cronista llorón, en el 9, prefirió el punch confesional: “¡Tengo una angustia tan grande en el pecho! como cristiano que soy”. La cuenta regresiva, casi siempre, siguió el ritmo del cese de funciones corporales: la CNN en español propuso un conteo en términos biológicos: de pronto ya respira con lentitud/ se deteriora la hipotensión/ los riñones no están generando orina... Esa crónica escatológica (del 9 a cargo del doctor Claudio Zin, y en la CNN a través de subtítulos) fue detallista como un manual de biología, inclinada por el parámetro objetivo en vez del testimonio de los fieles: la anatomía avala y dignifica.
Zin expuso maquetas del cuerpo enfermo con el mismo énfasis con que enseña a reducir el colesterol: así anunció el fin de la saliva y el paro digestivo. En el 13, el movilero Julio Bazán siguió apostando a la veta mística desde Luján, con informe de oda y homenaje a la madre del Papa, la señora Emilia. Los místicos encabezados por Bazán enunciaron palabras grandes como “soldado de Dios” o “santo en vida”, apelando a la empatía por cercanía exaltando todo lo que habría hecho Juan Pablo II en tiempos de conflicto por el Beagle y Malvinas. La crónica emotiva sacralizó las misiones de paz e insistió sobre milagros insólitos como empleo para toda la familia. Si lo que abunda en la trasnoche es el evangelizador aggiornado de la Iglesia Universal del Reino de Dios, en la víspera trágica lo que llegó fue la más tradicional de las liturgias: cruces gigantescas, iglesias revisitadas, multitudes cristianas en todos los canales y a toda hora. Por la tarde, sólo Telefé se animó a quebrar el tono: “Me estoy divirtiendo como un loco”, provocaba el señor Burns en el inexplicable continuado de Los Simpson.
El acercamiento a lo local que se le impone a todo producto globalizado. Aquí, el nacionalismo extraño enfatizó las posibilidades de monseñor Jorge Bergoglio. “¿Será el nuevo papa?”, se preguntó Alfredo Leuco desde el noticiero de América. En el 9, prefirieron argentinizar mediante caras conocidas. “Para Blumberg, el papa fue un inspirador”, asumía Claudio Rígoli. En la Catedral, con más movileros que fieles, la señora Mary, eterna fan apostada en velorios y terapias intensivas (estuvo en las vigilias de Juan Castro, Maradona, Sandro y Alejandra Pradón) lloriqueaba ante la cámara de Crónica TV, la más maldita de todas, con luz verde para el freak antes que el experto vaticanista. El clímax llegó con La mujer que llora sangre por el Papa, que desde Tucumán reveló también a Crónica TV que “no se va contento porque no tuvo tiempo de lograr la paz del mundo”. Eso sí, nunca tan irónica como la portada del diario Crónica, que informó que “el mundo ruega por Juan Pablo II” justo al lado del inmenso titular: “¡TEVEZ PAPA!”

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