EL MUNDO › UN DESGASTE INICIADO CON EL “CASO WALDOMIRO” EN 2004

De “superministro” a fusible

 Por Mercedes López San Miguel

José Dirceu pasó de ser el “superministro” del gobierno petista y el hombre mano derecha de Lula a primer fusible que saltó por la crisis del oficialismo brasileño, debido a los escándalos de corrupción. El “efecto Jefferson” llegó después de días de especulaciones sobre la salida de Dirceu, a un año de la aspiración reeleccionista de Inácio Lula da Silva para octubre 2006. Pero en febrero de 2004 –cumplido el primer año del gobierno del Partido de los Trabajadores (PT)–, el “caso Waldomiro” –vinculado a la mafia del juego– comenzaba a desgastar la imagen del ministro de gabinete. En adelante iría perdiendo espacio, capitalizado por el titular de Hacienda, Antonio Palocci –ahora la mano que le queda al presidente, frente a una renovación de su gabinete–.
Uno de los hombres de confianza de Dirceu, Waldomiro Diniz, fue despedido de su cargo de subjefe de Asuntos Parlamentarios de la Presidencia en 2004, tras ser acusado de recibir dinero negro de un empresario del juego clandestino (jogo do bicho). Waldomiro estaba allí puesto por Dirceu, cuando éste desde su silla de jefe de la Casa Civil (gabinete) se ocupaba directamente de esta función, que luego pasó a ser ocupada por Aldo Rebelo, del Partido Comunista, cuando Lula hizo las modificaciones del gabinete (enero 2004) para darle espacio al Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB). La reestructuración no fue para que Dirceu tuviera menos poder, sino para que su superministerio centralizara todos los demás ministerios. La revista Epoca mostró una conversación grabada de la entrevista entre el empresario del juego clandestino apodado “Cachoeira” en la cual le pasó los fondos para la campaña del PT con una comisión para él mismo, a cambio de favorecerlo en la licitación del juego de tragamonedas. Detrás de esa denuncia periodística como en la de Veja por el caso Correos, probablemente hubiera tácticas del PSDB (Partido de la Socialdemocracia Brasileña) o del PFL (Partido de Frente Liberal) para dar un golpe al gobierno y sacar rédito electoral.
En el caso Waldomiro, el gobierno junto a toda su base aliada salió a apoyar al superministro y evitar una Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI), restringiendo el asunto a una investigación normal de la Justicia. Pero cuando el acusado-acusador diputado Roberto Jefferson, del PTB, el autoproclamado “hombre-bomba”, llevó adelante su amenaza de abrir una “caja de sorpresas”, ya no pudo evitarse la creación de la CPI. El mediático discurso de Jefferson del martes, un showman ante la Comisión de Etica del Parlamento, paralizó a la opinión pública brasileña con la ratificación de las denuncias de sobornos pagados por el PT, apuntando a la cabeza de Dirceu –no a Lula, Jefferson insistió–. En realidad, el disparo iba teledirigido contra el mandatario.

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