EL MUNDO › LA HISTORIA INTIMA DE CLARA EN LA SELVA

“No sé nada del padre”

Clara Rojas empezó a cicatrizar sus heridas. “Quiero decantar la carga negativa que tengo y comenzar a digerirla, por el bien de mi hijo, de mis compatriotas que siguen cautivos y por el mío”, explicó la ex rehén de las FARC en el inicio de su primera conferencia de prensa en Caracas. Los periodistas no lo dudaron ni un minuto y se lanzaron al plato principal. ¿Cómo fue el parto? ¿Qué sabe del padre de su hijo? ¿La maltrataron?, vomitaron. Clara intentó contar la historia sin demasiados detalles, pero la insistencia de los periodistas pudo más.

“No tengo información del padre del niño. Es más, no tengo ni idea si él sabe que es el papá de mi hijo”, relató Rojas. “Raúl Reyes dijo una vez que estaba vivo y que ellos saben quién es. Yo ni siquiera sé si realmente saben quién es. La verdad, no me dieron ninguna expectativa. El destino dirá qué pasará en el futuro”, agregó, poniendo punto final al asunto. En cuanto al embarazo, recordó que desde el primer momento que se enteró, vivió en un constante estado de tensión. “Tomé la decisión de aceptar el reto y sacar adelante a mi hijo. Pero siempre estuve preocupada porque era una situación muy difícil. Eramos un grupo de mujeres, políticos, los tres norteamericanos y varios soldados y policías en una situación de encierro, constantemente custodiados por los guerrilleros y, además, hostigados sin cesar por el ejército. Siempre estábamos en medio del fuego cruzado”, contó, intentando contener las lágrimas.

Después recordó aquella Navidad. Era el año 2003 y la guerrilla le acababa de confirmar que estaba embarazada. “Ahí me pongo en manos de Dios. Pensé que íbamos a pasar una Navidad muy triste pero por suerte en la noche del 25 recibí un mensaje en la radio de Iván (su hermano). Me dijo: ‘Clarita, te estamos esperando. Feliz Navidad’. Fue medio segundo, pero yo no pude contener la emoción y empecé a llorar”, dijo con una sonrisa mientras miraba hacia un costado, donde Iván también se esforzaba por no llorar bajo una lluvia de flashes que encendían la habitación.

La otra pregunta obligada llegó casi al final de la conferencia. “¿Tenían una buena relación con los guerrilleros?”, preguntó un periodista sin disimular su desconcierto. “Porque en el operativo de rescate los saludaron amistosamente...”

Clara Rojas contestó como pudo. “En general el trato es distante, porque ellos están cumpliendo órdenes siempre, cuando te dan la comida, cuando te dejan ir al baño, o cuando caminan con uno”, empezó a explicar. “Pero en los 20 días que estuvimos antes de la liberación fue distinto. Era gente elegida específicamente para la liberación y, por eso, había mejor ambiente. Tenían más consideración”, aseguró.

Sin embargo, los últimos días no fueron fáciles. “Había una presencia militar muy grande y empezamos a ver que es muy difícil avanzar. Sentíamos mucha angustia porque al final no terminábamos de saber si había habido una suspensión de las operaciones o no”, recordó.

La desinformación fue el mayor martirio de Rojas en aquellas horas. “Los guerrilleros no nos informaban nada y lo único que sabíamos era lo que decían los medios. Tuvimos que tener una paciencia infinita para quedarnos allí quieticos esperando”, dijo e hizo una nueva pausa para contener las lágrimas. “Fueron momentos muy tensos”, agregó finalmente. Luego miró a su madre que le sostuvo la mano durante toda la conferencia y volvió a sonreír.

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