EL PAíS › SECUESTRARON UN CARGAMENTO DE 600 KILOS DE EFEDRINA DISIMULADO EN BOLSAS DE AZúCAR

Un país precursor en materia de exportaciones

Un procedimiento encabezado por la Aduana y la Justicia logró desbaratar una carga de efedrina destinada a México. Se trata del mayor cargamento secuestrado en la Argentina. Investigan quién fue el importador de la sustancia y las relaciones con la cadena de exportación.

 Por Raúl Kollmann

El descubrimiento en un puerto de México de 200 kilos de efedrina disimulados en un cargamento de azúcar puso en marcha un operativo en Buenos Aires liderado por la Aduana, el fiscal Emilio Guerberoff y el juez en lo Penal Económico Marcelo Aguinsky. En ese marco, se encontró un cargamento aún mayor: un container con 600 kilos de efedrina mezclados en 12.000 kilos de azúcar, listos para ser enviados a México. Se trata del mayor cargamento de esta droga secuestrado en la Argentina.El hallazgo se produjo en un depósito a nombre de la empresa Sadock, en la calle Río Cuarto al 1400. El fiscal y el juez vienen insistiendo ante las empresas telefónicas para que entreguen los entrecruzamientos de llamadas entre las personas involucradas, porque lo cierto es que los dueños del depósito dicen que no tienen nada que ver, la empresa exportadora también deslinda responsabilidades y no queda claro quién trajo la efedrina al país y quién preparaba el embarque. Uno de los detalles llamativos es que la exportadora, Euromac, aportó una dirección que es falsa. En ese lugar está el Wal Mart de San Justo. Hasta ahora, la investigación de Guerberoff y Aguinsky no se topó con ninguna pista que vincule el caso con las víctimas o protagonistas del triple crimen de General Rodríguez. De todas maneras, el hallazgo confirma que en los últimos diez meses hubo una explosión del tráfico de efedrina de la Argentina a México con el objetivo de fabricar drogas sintéticas o como propulsor de la cocaína.

El cargamento encontrado en el depósito de la calle Río Cuarto tiene características notables. Por de pronto, se trata de 12.000 kilos de azúcar comprados en un supermercado Macro y puestos dentro del container en sus envases originales. Lo que sucede es que 600 de los paquetes no contienen azúcar sino efedrina. Es decir que no se mezcló el alcaloide con el azúcar, sino que 600 de los 12.000 paquetes de un kilo fueron abiertos y reemplazado el azúcar por la efedrina. De acuerdo con lo revelado por los hombres de la Aduana, los dos productos se parecen mucho y los paquetes en los que se reemplazó el azúcar por la efedrina son casi perfectos, no se nota para nada el cambio. En estos días se están haciendo peritajes sobre el alcaloide para determinar su calidad, su origen y las características que en su momento se puedan usar para establecer quién fue el importador.

Como ya adelantó PáginaI12 hace una semana, son varias las empresas que aparecen trayendo en 2008 el doble, el triple y hasta siete veces más efedrina que en 2007. Un ejemplo, citado por este diario, fue Unifarma S.A., que terminó siendo allanada el viernes por orden del juez federal de Campana-Zárate, Federico Faggionatto Márquez. Es que cuando se allanó el laboratorio clandestino operado por un grupo de mexicanos en Ingeniero Maschwitz se encontraron allí tres tambores de 25 kilos en los que constaba un código y número de partida que se correspondía con una importación hecha por Unifarma. Los directivos de esa empresa dijeron que ellos no les vendieron la efedrina a los mexicanos sino a una empresa local, pero las explicaciones no convencieron demasiado al juez. En cualquier caso, está claro que la efedrina llegó por alguna vía desde Unifarma al laboratorio clandestino de Maschwitz y terminó convirtiéndose en metanfetamina, una droga sintética que se cocinaba allí para enviar a México.

Todo indica que el paso posterior a la fabricación en Maschwitz consistía en el almacenamiento en General Rodríguez, más precisamente en el galpón alquilado por Manuel Poggi, funcionario municipal de esa localidad (ver nota aparte). En las pruebas químicas que se hicieron en varios recipientes encontrados en ese galpón se comprobó que hay restos “que son ciento por ciento de efedrina”, como confirmó ayer el juez Faggionatto Márquez.

En el caso de los 600 kilos descubiertos en la calle Río Cuarto, el desafío es desentrañar quién importó la efedrina y quién la estaba por mandar a México. Al menos por ahora, no aparecen en escena los nombres que hasta ahora se vinculan al caso del triple crimen.

La madeja de los 600 kilos tiene varias puntas. En primer lugar, la compra de los 12.000 kilos de azúcar en el supermercado Macro. Un dato importantísimo es quién los compró, pero, sobre todo, adónde llevó el camión de Macro ese cargamento, porque hay que determinar en qué lugar se hizo la sustitución de los 600 paquetes de azúcar por la efedrina. Según se rumorea, Macro no contestó todavía esas preguntas claves e incluso se está investigando tanto al chofer como las imágenes de las cámaras de seguridad del supermercado.

“Operaciones de esta magnitud, en las que estamos hablando de cinco o seis millones de dólares, se hacen con mucho tabicamiento y con intermediarios”, explicó a PáginaI12 uno de los investigadores. La trama parece desarrollarse de la siguiente manera:

- Quien compró los 12.000 kilos de azúcar en Macro aduce que se dirigió a un despachante de aduanas porque necesitaba exportar esa mercancía a México y no tenía la matrícula. El comprador aduce que sólo pretendía exportar azúcar y que no tiene nada que ver con la efedrina que metieron en el cargamento.

- El despachante de aduanas argumenta que él sólo sirvió como nexo entre los que tenían el azúcar y la empresa Euromac, que terminó siendo la exportadora.

- Euromac aduce que la engañaron y que en el azúcar le metieron la efedrina, sin ellos saberlo. Para colmo, esta empresa aparece con un domicilio trucho, ya que en la dirección señalada está el Wal Mart de San Justo. Sin embargo, Euromac aduce que ésa era una vieja dirección de la empresa, no un domicilio trucho.

- Los dueños del depósito, Sadock, también dicen que no saben nada, que ellos sólo fueron depositarios.

Para separar la paja del trigo, el fiscal Guerberoff, el juez Aguinsky y la Aduana necesitan cuanto antes información sobre las comunicaciones telefónicas entre todos los actores y detalles provenientes de los servers de Internet para determinar los intercambios de mails. Es que por ese camino se sabrá quién está conectado con los mexicanos que recibieron el otro embarque, el descubierto en México a mitad de año. En esa ocasión, en junio, se enviaron 12.000 paquetes de azúcar en los que iban mezclados 200 de efedrina. Más recientemente, en julio, parece que los traficantes se agrandaron: en 12.000 mezclaron 600 kilos de efedrina.

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El galpón de la calle Río Cuarto, en Barracas, donde se encontró la efedrina disimulada entre bolsas de azúcar.
 
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