EL PAíS › OPINION

Las náuseas

Por Eduardo Aliverti

El Gobierno y los diputados peronistas pudieron por fin pasar a mejor vida la posibilidad de enjuiciar a la Corte Suprema, en una de las actitudes más repugnantes que se recuerden desde el recupero democrático. Fueron este mismo Gobierno y este mismo Presidente quienes apenas asumidos sostuvieron la necesidad de pulverizar a los miembros de ese tribunal, por su metástasis menemista y por lo imperioso de provocar un golpe de efecto en la opinión pública. Desde entonces hasta hoy ocurrió la presión del Fondo Monetario para que se dejara de lado el enjuiciamiento, en dirección a que la Corte recompensara la actitud declarando la constitucionalidad del corralito y el freno a los amparos judiciales. Ya ocurrió una cosa y en breve sucederá la otra. Para coronar, le dictaron a Menem la falta de mérito por su cuenta suiza, en otro hecho que no reconoce antecedentes pero en el mundo, quizá: el propio ex presidente había reconocido que la cuenta existe, y el juez dice que eso no es prueba suficiente de que la cuenta exista. No se trata de coronaciones en el solo sentido del escándalo moral. Con el fallo de Oyarbide, Menem queda libre de impedimentos judiciales para seguir adelante con su candidatura. Y con la decisión de los diputados de favorecer a la Corte Suprema, el Gobierno espera tranquilo la devolución de gentilezas. Unido todo a la tercera gran decisión, que es el dictamen judicial de cancelar las internas abiertas, más la renovada negativa del Menem blanco santafesino a subirse a la carrera presidencial, Duhalde tiene dos esquemas posibles: postergar las elecciones, aprovechar lo que denominan “veranito” económico para quedarse hasta fin del año que viene y retirarse con algo de gloria (en la acepción que pueda darle a esa palabra esta clase de sujetos), o cerrar trato con el Menem original, dejándole el camino libre a la candidatura por el PJ a cambio de que el menemismo no se entrometa en la provincia de Buenos Aires. He ahí la solución imaginada frente al liderazgo en las encuestas -bien que detenido– del Menem puntano. De tal forma, la suma de los aparatos duhaldista y menemista adquiere chances de derrotar al que en el interior encabeza o pretende encabezar Rodríguez Saá. Entonces: el Menem blanco no se sube, que es lo que siempre quiso; el Menem de San Luis va por afuera, que es lo que siempre quiso, y el Menem de La Rioja acuerda con el gobierno antiMenem, que es lo que siempre quiso. Un muy buen juego de pinzas. Por suerte todo esto es sólo una serie enganchada de especulaciones periodísticas y es mejor que sea así, porque de lo contrario las ganas de vomitar serían intolerables.

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