EL PAíS › LA PRESIDENTA Y JULIO COBOS JUNTOS EN LA MISA EN LUJáN POR EL 30º ANIVERSARIO DE LA MEDIACIóN POR EL BEAGLE

Juntos a la iglesia, pero no para un casamiento

“Hay que dejar de lado lo que nos distancia”, dijo el obispo Casaretto en su homilía en recuerdo de la mediación papal que evitó la guerra con Chile. La Presidenta y su vice compartieron un acto después de mucho tiempo, pero no cruzaron palabra.

 Por Washington Uranga

Hablando en las puertas de la Basílica de Luján, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner afirmó ayer que “hay que preservar la democracia y para preservar la democracia hay que luchar por la justicia y la equidad”. Pocos minutos antes, al pronunciar la homilía, el obispo Jorge Casaretto había dicho que “ésta es una casa de paz y amor” y pidió “dejar de lado todo lo que nos distancia y enfrenta para tratar de encontrarnos como pueblo argentino en lo que nos acerca y hermana”. A pocos metros de la Presidenta estaba sentado el vicepresidente Julio Cobos.

El motivo fue la conmemoración del trigésimo aniversario de la mediación papal que permitió la paz con Chile, con posterioridad al diferendo por el canal de Beagle. El escenario fue la Basílica de Luján. Allí, y respondiendo a la convocatoria de los obispos católicos, se reunieron ayer no sólo los integrantes de la jerarquía católica sino también todas las máximas autoridades del país encabezadas por Cristina Fernández. El tema fue la paz y en ese espacio la Presidenta y Julio Cobos compartieron el mismo ámbito después de varios meses de no aparecer en público en la misma escena. Ambos fueron aplaudidos al ingresar al templo en momentos distintos. No hubo ningún tipo de saludos ni de intercambios. La Presidenta estaba situada en un lugar preferencial cercano al altar. Pocos metros atrás y en el mismo banco se ubicaron Julio Cobos; el presidente provisional del Senado, José Pampuro; el titular de Diputados, Eduardo Fellner; el jefe de Gabinete, Sergio Massa; el gobernador Daniel Scioli y la intendenta de Luján, Graciela Rosso. En el altar estaban la mayoría de los obispos católicos argentinos encabezados por el cardenal Jorge Bergoglio. A un costado el nuncio apostólico, Adriano Bernardini.

La ceremonia religiosa se desarrolló sin ningún tipo de sobresaltos, en un templo adornado con banderas argentinas y chilenas y los colores papales. Si bien la presidencia de la liturgia estuvo a cargo del cardenal Bergoglio, titular de la Conferencia Episcopal, acompañado en la celebración por gran parte de los obispos argentinos, la homilía fue responsabilidad del obispo Jorge Casaretto, responsable de Pastoral Social y asesor de la Comisión de Justicia y Paz. Entre los asistentes había representantes de los tres poderes del Estado, ministros, gobernadores, intendentes, dirigentes políticos, industriales y de las entidades agropecuarias, y también autoridades de otras confesiones. El santuario estaba colmado y un puñado de fieles se agrupó afuera.

Cristina Fernández habló al finalizar el acto en una tarima montada frente a la basílica, lugar hasta donde llegó acompañada por el nuncio Bernardini; el arzobispo del lugar, Agustín Radrizzani; el obispo Casaretto y el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli. Dijo que “el cardenal (Antonio) Samoré, en representación del Vaticano, impidió (hace treinta años) una tragedia que era ideada por las dictaduras”.

En su homilía, Casaretto exaltó el acontecimiento de la paz, y después de una introducción en la que destacó tanto la presencia de la Presidenta como del vice y de los gobernadores y demás autoridades, pidió “superar lo que nos diferencia por encima de cualquier otra consideración”, insistiendo en que “los argentinos necesitamos encontrarnos más entre nosotros”. El obispo dijo también que “la violencia, cualquiera sea su origen, y mucho más la de la guerra, es siempre un sinónimo de muerte” y se congratuló porque hoy el límite con Chile “es una frontera que nos une en lugar de dividirnos”. Recordó que en aquellas circunstancias se necesitó “mucho diálogo para superar la obstinación” de quienes pretendían la guerra. Dijo también que hoy “ambos países enfrentamos el desafío de construir una paz social más sólida sobre la base de la justicia y la solidaridad” y, retomando afirmaciones de los obispos en un reciente documento, hizo votos para que el bicentenario “nos encuentre como un país con plena inclusión social”.

En el momento litúrgico del saludo de la paz, Cristina Fernández intercambió saludos con el secretario de Culto, Guillermo Oliveri, y el presidente al Comisión de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal, Eduardo Serantes. Bergoglio, que se acercó a saludar a la Presidenta al finalizar la misa, bendijo una imagen de la Virgen que se entregó al embajador chileno Luis Maira para que la lleve hasta Chile.

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Cristina Kirchner se ubicó muy cerca del altar; el resto de los invitados, más atrás.
 
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