EL PAíS › LA DIPUTADA NILDA GARRE Y EL CASO AMIA

“Galeano no hizo nada. Menem tampoco hizo nada”

“Es absolutamente intolerable”, dice cuando habla de la sospecha de que Menem haya podido cobrar una coima para encubrir el atentado a la AMIA. Y explica sus críticas al juez, a la Corte Suprema y a toda la investigación.

 Por Eduardo Tagliaferro

No duda en afirmar que le resulta intolerable convivir con la sospecha de que el ex presidente Carlos Menem pudiera haber cobrado una coima para que Irán no fuera involucrada en el atentado a la AMIA. El calor de la calle es insoportable, pide unos minutos para reponerse. Toma un vaso de agua y comienza un extenso diálogo con Página/12. Verborrágica, meticulosa, la diputada frepasista Nilda Garré se muestra obsesionada por esclarecer la gran cantidad de dudas que rodean a la causa por la voladura de la AMIA. En su biblioteca sobresale un libro: Juicio a la Corte. Sobre el lomo se ve el nombre del autor: Raúl Baglini, el actual senador radical que por una extraña paradoja podrá mostrar su voluntad de ir a fondo contra el tribunal más repudiado por los argentinos.
–¿Es creíble que los 10 millones que la Justicia suiza dice haber bloqueado en dos cuentas que pertenecerían a Menem provengan de coimas pagadas por Irán para no ser inculpada en el atentado de la AMIA?
–La base de la sospecha se asienta en la declaración de un testigo iraní, disidente del régimen gobernante en su país que se encontraba protegido por la Justicia alemana. Entregó dos testimonios muy interesantes en la causa AMIA. En mayo del 2000 formuló su segunda declaración. En esta ocasión dijo que quería referirse a cosas de las que no había hablado en la primera, ya que por esa fecha Menem todavía era presidente y no quería generarle un problema político a la Argentina. Reconoció que habían viajado emisarios de Menem a Irán en forma secreta. Dijo que como resultado de esos viajes se acordó de que Irán tendría información del estado de la causa en nuestro país. Incluso se habría sugerido que el gobierno argentino buscaría que la causa no inculpara a Irán, ya que esto llevaría a su aislamiento internacional. A cambio de esta “colaboración”, Irán se comprometía a reanudar su comercio con nuestro país. Comprarían arroz y otros cereales en las empresas que el emisario de Menem indicara y a los precios que se le dijera. Como parte de este acuerdo, el testigo C dice que en una cuenta desde la que Irán giraba dinero a otras cuentas para financiar actividades de este tipo, el mismo había efectuado un giro de 10 millones de dólares a una cuenta numerada que había indicado el presidente Menem. El giro había sido realizado a la sucursal del Banco de Luxemburgo, en Ginebra, que está a dos cuadras de Place Du Rhonê. No dijo que fuera el único giro.
–¿La sociedad argentina puede convivir con la duda de si Menem cobró o no una coima de estas características?
–Es absolutamente intolerable. Hubo información periodística, que no me consta, que afirmaba que Galeano le habría enviado un nuevo cuestionario al testigo C. Hoy su testimonio cobra mayor importancia. Hasta se ha detectado una cuenta que coincidiría con la cifra a la que hizo referencia el testigo. Tal vez sea una coincidencia, o no. Sea cual sea el origen, es necesario que Galeano tome una nueva declaración a este testigo que declaró en el 2000 a pedido de él. Entre el primer testimonio de 1998 y el segundo en el 2000, Galeano no hizo nada. El ex presidente Menem tampoco hizo nada. Esta demora no tiene que ver con la crónica lentitud de la Justicia argentina sino con otro tipo de decisiones. Creo que el juez Julio Speroni debe ser tan rápido como ha sido la Corte Suprema para liberar a Menem y él mismo para dictar la falta de mérito del ex presidente y dilucidar si este dinero puede estar vinculado con la causa de las armas.
–¿Qué hay detrás de lo dicho por Menem de que puede sufrir un atentado contra su vida?
–Si bien Menem tiene el repudio de la mayoría del pueblo argentino, creo que su vida no corre peligro. Me parece que quiere victimizarse, cosa que suele hacer bastante bien. Menem debe quedarse en el país y concurrir a la Justicia para responder de todas las acusaciones que se le hacen.
–Este testigo también dijo que la sede latinoamericana de la inteligencia iraní estaba en Buenos Aires y que entre otras actividades estaban vinculados al tráfico de armas.
–Dijo que con grupos verdaderamente mafiosos de ambos países se hacían operaciones de compraventa de armas. Habló de reuniones que se tuvieron en Europa. Por lo menos le constaban tres reuniones en Europa para concertar venta de armamentos. Mencionó una en Barcelona, otra en París. Como ciudadana, que en mi condición de funcionaria pública había tenido información que consideraba importante, me presenté ante el fiscal federal Carlos Stornelli. Yo no estaba autorizada a dar ese texto, pero el juez Jorge Urso sí podía reclamárselo a su colega Juan José Galeano. Me sorprendió que, unos días después, Galeano me preguntara con un tono molesto cuál era el objetivo de esa información que yo había dado. Estaba incómodo porque Urso se había presentado a pedir ese testimonio. Finalmente, creo que Galeano no le facilitó a Urso las declaraciones del testigo C.
–¿El testigo C afirmó que la inteligencia iraní caracterizaba a Menem como un antisemita furioso?
–Esta información los lleva a especular que un atentado en nuestro país podría contar con cierto encubrimiento. Por lo menos facilitar la impunidad o boicotear la investigación. En ningún momento surge información de que Menem pudiera haber estado involucrado con el atentado.
–¿Qué hizo el juez Galeano luego de cada una de esas declaraciones?
–A pesar de los reiterados ofrecimientos de Alemania de que el testigo estaba dispuesto a ampliar sus declaraciones, Galeano no actuó. Me parece que claramente ha incurrido en mal desempeño. Ni Galeano, ni los fiscales, ni la DAIA, nadie pidió que se tomara una nueva declaración al testigo C. Oficialmente, ese testimonio era secreto. Ni siquiera las querellas tenían conocimiento de él. Salvo la doctora Marta Nercellas que, como abogada de la DAIA, había estado presente en la declaración tomada al desertor iraní en la embajada argentina en México. Yo pedí que se concretara ese testimonio y Galeano se molestó por mi insistencia.
–La DAIA dijo que sus declaraciones habían generado una actitud reticente por parte de Alemania.
–El doctor José Hercman me manifestó que el testigo estaba a punto de declarar en Francia y que Alemania había decidido retirarlo. Yo le dije que eso no era cierto, que el juez no lo había ordenado. Tampoco era cierto que el testigo fuera reticente, ni que Alemania hubiera retirado su colaboración. O el juez tiene una seria limitación para comprender la importancia de la declaración del testigo o realmente estaba buscando argumentos para no citarlo.
–El gobierno de Fernando de la Rúa fue en muchos aspectos continuador del de Carlos Menem. ¿Su actitud con respecto a esta causa fue también dilatoria?
–Yo nunca recibí de parte del doctor Jorge de la Rúa ninguna instrucción para limitar las investigaciones. Salvo cuando se dio el enfrentamiento con la DAIA y al momento de elegir, el ministro no me respaldó.
–Si bien no recibió instrucciones para frenar alguna investigación, cuando propuso profundizarla le pidieron la renuncia.
–Alguien presionó. Nadie es tan importante, pero en mi caso creo que les resultaba molesta. En ese momento Menem estaba trabajando por su libertad en la causa armas y un nuevo testimonio del testigo C que lo involucrara podría desmoronar su estrategia. Espero que dentro de poco tiempo podamos aclarar por qué a un testigo que tenía tanta información no se lo aprovechó más. Esta causa tiene una instrucción tan deficiente, con tan pocos resultados para mostrar luego de tantos años. Todo ocurría en el momento en que la Corte Suprema de Justicia preparaba el fallo queliberaría a Menem. Un fallo vergonzoso, por sus fundamentos, por la amenaza a la que somete a los jueces que investigan a los funcionarios públicos y a la prensa cuando publica información de esas causas.
–Usted impulsó el juicio político a la Corte.
–Sí, varios de sus miembros deben ser sometidos a juicio político. Su mal desempeño, su desprestigio, su mala fama, su falta de legitimidad, su falta de respeto que tienen en la sociedad lo justifican. Estoy hablando de seis de sus integrantes, Julio Nazareno, Eduardo Moliné O’Connor, Antonio Boggiano, Adolfo Vázquez, Augusto Belluscio y Guillermo López. Sobre los restantes no hemos encontrado causales para solicitar su enjuiciamiento. Incluso en los próximos días ampliaremos con nuevos argumentos nuestra solicitud de juicio político.
–¿Hay voluntad política en los bloques mayoritarios para impulsar el juicio político?
–Aunque no conozca la profundidad jurídica de algunas irregularidades, la gente sabe que hay serias denuncias de corrupción que involucran al tribunal. Denuncias de haber pedido coimas. Esta Corte Suprema insume un tercio del presupuesto del Poder Judicial y, a pesar de la gran cantidad de personal, tiene un fuerte atraso en algunas causas. Es una Corte que fue funcional a un gobierno, que se negó a hacer públicas sus declaraciones juradas. No sé por qué no pagan impuestos. Creen que esto es garantizar la independencia del Poder Judicial cuando en verdad es una burla para todos los ciudadanos y al principio de igualdad ante la ley. Esta Corte no tiene autoridad moral, ni ética, ni mucho menos jurídica para garantizar el imperio de la Constitución.

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