EL PAíS › LA CANDIDATA DEL ARI ESTUVO DE RECORRIDA POR LA MATANZA

Lilita empezó la campaña de a pie

Entusiasmada porque su nombre empezó a subir en las encuestas, Elisa Carrió relanzó la campaña electoral. Sin plata para grandes despliegues, la apuesta es recorrer los barrios y hablar con la gente.

 Por Felipe Yapur

Convencida de que la meseta ya es pasado y que su nombre vuelve a moverse hacia arriba en las encuestas, Elisa Carrió retomó su campaña electoral. Sin posibilidades económicas de realizar grandes actos y mucho menos movilizaciones, la candidata del ARI ha comenzado a recorrer prácticamente de a pie las barriadas populares del Conurbano bonaernse. Eligió los patios y jardines de las casas, grupos reducidos, donde predominan las mujeres, a quienes les explica su programa de trabajo y que busca resumir en una frase: “Concretaremos una revolución en paz para liberar a nuestro pueblo y así garantizar la justicia, la educación, la salud y el trabajo”.
Ante la escasez de recursos económicos, el equipo que asesora a Carrió desistió de los tradicionales actos y comenzaron a diagramar una campaña donde predominan los pequeños encuentros para permitirle a la candidata un contacto directo con los potenciales votantes. El primer distrito elegido fue el mítico y conflictivo La Matanza. Mañana, en cambio, comienza un raid por La Pampa y Córdoba donde se trasladará en auto.
Sin mucha parafernalia y sin el tradicional cotillón de campaña, Carrió hizo su primera estación en la localidad de Villa Luzuriaga, un barrio de casitas bajas pertenecientes a una clase media en caída libre. En el jardín de una casa, donde los vecinos acomodaron las sillas como si estuvieran en un aula escolar para esperar a la candidata del ARI. A las 15.30, cuando el sol se desplomaba con ferocidad, llegó Carrió.
Sin desperdiciar tiempo, la candidata desgranó su programa de gobierno que lo sintetizó en cinco puntos: producción y distribución masiva de alimentos; justicia; fondo nacional de desarrollo local para generar trabajo estable; educación y el ingreso ciudadano para la niñez y la ancianidad.
La platea la escuchó con atención, mientras desde una tapia una adolescente traficaba mate dulce que tenía como destinatario casi exclusivamente a Carrió. “No venimos a hacer promesas imposibles de cumplir. Tal vez nuestro programa no sea extraordinario, pero les aseguro que jamás nos quebraremos. Pelearemos, resistiremos y trabajaremos hasta conseguir estos cinco puntos”, dijo la chaqueña y despertó los primeros aplausos en su reducido público.
La voz de Carrió salía por unos bafles que provocó el acercamiento de una mayor cantidad de vecinos. Las preguntas y las dudas no demoraron en aparecer: la seguridad, el origen de los fondos para solventar los planes sociales, el control de la gestión de gobierno y una serie infinita de problemas personales.
Cuando la candidata dio por terminada la charla, desde atrás, con lentitud se fue acercando Evaristo Cámara. Apoyado en su bastón, el vasco con 79 años de edad, más de 50 en la Argentina y marxista desde la cuna, le dijo en voz muy baja a Carrió: “Usted es la única que nos puede salvar de este gobierno mafioso y analfabeto. Usted tiene que hacerlo porque la izquierda, lamentablemente, no tiene la capacidad que a mí me gustaría”. Carrió agradeció con una sonrisa y un beso.
No muy lejos de allí, en otra casa esperaban a Carrió otras familias que viven adentrándose en La Matanza, en la localidad de Rafael Castillo. Las calles son de tierra donde la vereda comienza cuando se salta la pequeña acequia por donde transcurre lentamente agua servida. Bajo una higuera, Carrió escuchó a Paula, una mujer que se definió a sí misma como “mamá y papá de mis hijos”. La cincuentona, radical desde siempre, le dijo que en este patio las mujeres del barrio se organizan: “Los maridos no existen o están desempleados. No queremos seguir sufriendo la indignidad de no ganar un sueldo, de no poder pagar el alimento de nuestras familias”, dijo entre lágrimas. Casi sin respirar, Paula le suplicó que, en caso de sergobierno: “Por favor, se lo ruego, abra talleres, abra las fábricas. Si lo hace, yo le ofrezco mis manos y mi trabajo”. Carrió asintió.
“No les voy a mentir, prefiero perder antes de hacerlo. No somos un partido que tenga dinero para ayudar. Yo lo que quiero es liberar al pueblo y no hacerlo rehén de un político un partido. Nuestro compromiso es aplicar políticas que permitan generar trabajo para todos”, fue la respuesta que eligió la candidata mientras de la tapia se asomaban caras de mujeres. La mayoría eran jóvenes que cargaban pequeños en sus brazos que se limitaron a escuchar y a compartir un helado entre varias.
Cuando Carrió se fue para continuar su viaje por La Matanza, desde la vereda de enfrente, unos jóvenes mataban la sed con cerveza. La saludaron y cuando la candidata se subió al auto le gritaron su necesidad: “Queremos pavimento”, dijo uno. “Queremos trabajo”, dijo otro.

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La diputada del ARI, Elisa Carrió, en La Matanza.
 
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