EL PAíS › OPINION

Consenso para cambiar la ciudad

 Por Gabriel Fuks *

El 2011 será el año que marque la inflexión definitiva de Argentina como país soberano e independiente, con capacidad y recursos propios que actúa de manera autónoma dentro de un mundo que se debate entre burbujas financieras y ajustes, dejando atrás después de diez años la crisis más profunda que, aunque parezca un mal recuerdo, todavía acecha.

La ciudad de Buenos Aires no puede quedar ajena a estas transformaciones. Todas las contiendas políticas de los últimos tiempos entran en el momento en que las correlaciones de fuerza también deberán medirse en términos electorales.

En el próximo año, todos los porteños participaremos, al menos, en tres jornadas electivas, sin contar el acto de elección presidencial. Las primarias o internas obligatorias dirimirán la construcción de representatividades tan ausentes en los mecanismos conocidos después de la crisis.

Según prevé la Constitución de la ciudad autónoma, la Justicia fijó para el mes de junio la elección de jefes y autoridades de comunas, ante el manifiesto desapego y rechazo mostrado por Mauricio Macri de someter a la voluntad popular la descentralización y democratización de nuestra ciudad.

Sin determinar un orden cronológico, además en la segunda mitad del año próximo afrontaremos la elección de un nuevo jefe de Gobierno y la renovación de la mitad de los miembros de la Legislatura. La gestión de la derecha en la ciudad consumió tres cuartas partes de su tiempo vital en la acción de la no gestión; el llanto paralizante acerca de lo que no le dejan hacer; la indiferencia hacia la educación estatal; las tareas de inteligencia antidemocráticas sobre ciudadanos comunes, que incluye la patética “escucha” de parientes indeseados. Y como broche de fin de ciclo: la escalada represiva de la “nueva” policía a los puesteros en Liniers, sin que mediara ningún mecanismo judicial para resolver conflictos entre el Estado y los ciudadanos de la ciudad.

El jefe de Gobierno se esmera por ser el mejor heredero de Osvaldo Cacciatore. Sólo golpes de efecto y marketing. Dijo que se preparó para gestionar, pero la ausencia de gestión es la mejor caracterización de su gobierno. Su continuo descenso en las encuestas desde el año 2007 es un hecho inobjetable.

También aquellos actores que desde la izquierda intentaron constituir a nivel local una oposición a ambos modelos, han quedado indefinidos en su rol y, muchas veces, francamente confundidos con el macrismo. Hoy existe, desde la ciudad, la posibilidad de consolidar el proyecto nacional que encarna Cristina Fernández de Kirchner. Ganarle la elección a la derecha aparece como un hecho posible.

La aceptación sobre valores auténticos de convivencia y solidaridad de las jornadas del Bicentenario no pertenece a nadie, pero esa vocación ciudadana de la marcha y la alegría parece menos posible de asimilar a un formato de conservadurismo gris y gerenciador que a una propuesta transformadora en línea con el proyecto nacional. Es tiempo de de-safíos y compromisos. Es necesario edificar nuevos acuerdos que nos den el mayor volumen político. Nadie dice que sea fácil. Es cuestión de buscar consensos, elegir a nuestros mejores hombres y mujeres para el 2011 y dar la pelea política en todos los espacios. Muchos porteños esperan más de nosotros.

* Titular de los Cascos Blancos. Dirigente del Encuentro Popular para la Victoria de la ciudad de Buenos Aires.

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