EL PAíS › REPORTAJE
RAFAEL “BALITO” ROMA, DE NUMERO DOS DE DUHALDE A DIRIGENTE DE CARRIO

“Los desconfiados tienen razón”

El ex vicegobernador bonaerense, hoy en el ARI, dice que tras el fracaso de la Alianza es lógico que la gente sienta “miedo al cambio”, y por eso acepta que el ARI reciba más exigencias que el resto de los partidos.

 Por José Natanson

En el ARI hay un liderazgo indiscutido, carismático y por momentos personalista, que es el de Elisa Carrió. Y hay, también, un pelotón de dirigentes que –por más capaces que sean– juegan en ligas muy diferentes a las de su jefa máxima. Entre ellos, Rafael “Balito” Romá es el más experimentado: ex intendente de Ramallo, ex ministro de Gobierno de Antonio Cafiero y ex vicegobernador bonaerense en dos oportunidades, Romá emigró al ARI en el 2001 y fue designado por Carrió como coordinador de la campaña. En diálogo con Página/12, este diputado de mirada azul que jamás usa traje aceptó conversar sobre su pasado en el peronismo, su nuevo rol de opositor y las dificultades para encarar una campaña presidencial con más entusiasmo que presupuesto.
–¿Se siente cómodo en el ARI luego de tantos años de militar en el PJ?
–Sí. Yo me fui del PJ en el 2001, pero fue parte de un proceso que ya venía madurando. Tuvo que ver un grado de saturación importante respecto de las cosas que se hacían ahí adentro.
–¿Qué cosas?
–Las prácticas que todos sabemos. Yo siempre me mantuve alejado, pero hay un momento en que se hace difícil seguir.
–¿Fue difícil?
–Sí. No sólo porque decidí ir al ARI, que era un partido nuevo, que no se sabía qué iba a pasar, sino también porque implica un cambio grande desde el punto de vista de las relaciones personales, los círculos en los que uno se mueve, los amigos.
El salto
El pase de Romá sucedió cuando se acercaba a los 50 y después de toda una vida de militar en el peronismo. En 1983, con sólo 29 años, había sido elegido intendente de Ramallo. Más tarde asumió como diputado provincial, hasta que Cafiero lo convocó como ministro de Gobierno. En 1991, Eduardo Duhalde, al que conocía desde sus épocas de militancia en la renovación peronista, le ofreció el segundo lugar en la fórmula.
A partir de ese momento, el joven funcionario construyó una relación privilegiada con el gobernador: Romá conservaba el bajo perfil, sin disputar el liderazgo de su jefe; a cambio, Duhalde delegaba en él la gestión cotidiana del Gobierno. Era la época en que Balito se definía como un “secretario de lujo” del gobernador, presidía las reuniones de Gabinete y jugaba al fútbol en el mismo equipo que su jefe.
–Usted pasó de ser vicegobernador de Duhalde a un partido que es la principal oposición al Gobierno. ¿Qué contradicciones le genera?
–Yo no creo que la oposición del ARI sea exagerada, ni sobreactuada. Por el contrario, estoy convencido de que estamos haciendo las cosas responsablemente, trabajando por un proyecto de país distinto. El hecho de que yo conozca a muchos de los que hoy integran el Gobierno, algunos de los cuales fueron y aún son mis amigos, no tiene nada que ver. Yo tomé la decisión de trabajar en el ARI porque no acepté una serie de cuestiones del peronismo, pero, incluso cuando estaba en el PJ, nunca dejé de decir lo que pensaba.
Era y no era
Durante sus largos años en el PJ, Romá emitió una serie de gestos de diferenciación que fueron marcando un perfil diferente dentro del duhaldismo. En 1995 participó del bocinazo anti Yabrán que organizó la Alianza. Poco después le propuso a Duhalde una “Alianza al revés”, un acuerdo entre el peronismo bonaerense y el Frepaso de Chacho Alvarez para luchar juntos contra Menem. Más tarde insistió en conformar un frente antimenemista con Néstor Kirchner y otros gobernadores peronistas.
Con sus declaraciones y sus gestos, Romá se convirtió en blanco habitual de los dirigentes del PJ bonaerense. Nunca lo entendieron del todo: era y no era uno más. Además, a diferencia de ellos, nunca construyó aparatos ni poder territorial, que es lo que define quién es quién en territorio duhaldista. Finalmente, hace un año y medio, Romá apareció en la presentación del preinforme de la Comisión Antilavado que presidía Carrió: pocos días después oficializaba su pase al ARI.
La campaña
–¿Qué dificultades plantea encarar una campaña sin plata y sin estructura?
–Yo no hablaría de dificultades sino de un imperativo ético de la fuerza política. Tener recursos y hacer una campaña en términos tradicionales genera cierto nivel de compromiso con determinados sectores. Nosotros decidimos hacer una campaña casi sin recursos, con aportes personales, con cifras menores recaudadas mediante mecanismos no tradicionales.
–¿Cuánta plata se necesita?
–Bueno, depende por ejemplo de si el Estado paga o no las boletas. Nosotros vamos a reclamar que sea así. Si no, buscaremos una fuente de financiamiento que nos provea recursos para las boletas y para los padrones, porque se necesita que los fiscales tengan acceso a los padrones, y para sostener la fiscalización. No es poco: son 80 u 85 mil fiscales. Además, de aquí hasta las elecciones hay que buscar algunos recursos operativos, para que el candidato pueda recorrer las provincias. Nos damos cuenta de que en la medida que avance la campaña no se va a poder hacer lo que se hizo en enero: ir en auto al sur y por ahí perder todo un día para ir a una localidad. Va a haber que asumir compromisos de prensa, agendas más exigentes.
–¿Van a hacer publicidad?
–Va a depender cuantos recursos tengamos, pero todo indica que, si hay, va a ser mínima.
Además de Romá, el comité de campaña está integrado por José Vitar y Juan Carlos Dante Gullo, que se ocupan del armado territorial y el seguimiento en los diferentes distritos; Elsa Quiroz, que trabaja en el diseño de las visitas al interior; y Graciela Ocaña, encargada la recaudación y la administración de los fondos.
La semana pasada se reunieron en el departamento de Carrió para consensuar los próximos pasos: comenzaron a trabajar en las visitas al interior –Córdoba, Santa Fe, San Juan– y discutieron el plan de gobierno, que estará listo en los primeros días de marzo. Frente a la ansiedad general –por definir la fórmula, inscribir las candidaturas, diseñar el tramo final de la campaña– la chaqueña recomendaba calma. “El apuro nos puede matar”, decía.
–¿Cuál es el aspecto más débil de la candidatura de Carrió?
–El mensaje de Carrió va teniendo etapas, que son como vallas que hay que saltar. Hace unos meses la pregunta era por la propuesta: se decía que el ARI no tenía propuesta. Después del Coliseo, de la presentación de las bases, del trabajo regional y de la plataforma, que estará lista en los primeros días de marzo, eso ya no se dice más. Ahora escuchamos que nos dicen: “OK, tienen propuestas, pero ¿las van a poder aplicar? ¿cómo van a hacer para combatir a los factores de poder?” Entonces nosotros decimos que tiene que haber una gobernabilidad alternativa: cómo se puede gobernar sin pactar con los factores de poder. Una gobernabilidad basada en los principios, en la articulación con diferentes sectores de la sociedad. Muchos creen que nosotros solo tenemos buenas intenciones, pero que el único que puede gobernar es el peronismo.
–¿Ese pensamiento, que está muy instalado en el sentido común colectivo, es un extravío social o un déficit del ARI?
–Sería muy fácil atribuir todo a errores de la sociedad. A Rodríguez Saá y a Kirchner nadie les pregunta quién va a ser su ministro de Economía, y a nosotros sí. Nosotros tenemos que hacer un esfuerzo extra, yes lógico. Los que desconfían tienen razón, porque después del fracaso de la Alianza es lógico que la gente tenga miedo al cambio.
–¿Al ARI le conviene que el PJ vaya fracturado?
–Lo que está pasando en el PJ es un reflejo de la crisis brutal del sistema político. Aunque puede ser que desde el punto de vista electoral nos favorezca, también es cierto que esta voluntad del PJ de ocupar toda la cancha no es buena. Lo que no debería pasar es que lo que tendría que dirimirse en la primera vuelta se termine dirimiendo en la segunda. La interna del PJ, que ellos no pudieron resolver, se trasladó a la elección general. Ahora el problema es si, además, se traslada a la segunda vuelta. Es decir que en lugar de tener que definir entre una opción del PJ y una opositora, se tenga que definir entre dos opciones del PJ.
–Ese es el gran riesgo para el ARI.
–Sí. No es bueno que el sistema institucional baile al compás de la interna del PJ. Es un gran riesgo, pero no sólo para nosotros sino para toda la sociedad.

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