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En busca de una estupidez normal

 Por Martín Granovsky

Luis Suárez tendrá 43 años. Diego Forlán, 51. Hizo bien Cristina Kirchner en acordar con Pepe Mujica que pedirán organizar en conjunto el Mundial 2030. En una final Argentina-Uruguay no estarán ni Suárez ni Forlán. Menos mal. Si no, adiós a la primera frase de Mujica en el almuerzo que le organizó Cristina: “Compatriotas en el más amplio sentido de la palabra”, empezó saludando. Después miró a la mesa de las Madres de Plaza de Mayo: “Y a esas señoras del pañuelito blanco”.

La comida fue en la vieja Aduana reciclada que está atrás y más abajo de la Casa Rosada, donde el Río de la Plata lamía el fuerte. Una carne que se deshacía con el tenedor y rico vino tinto.

Primero habló la Presidenta. Dijo que era un momento especial del mundo y recordó que los presidentes habían discutido en Lima, durante la cumbre de la Unasur del jueves, cómo defenderse de una hecatombe. “Cada país tiene su camino propio, pero con la región pasa igual que con cada nación: no hay sector que se salve si al resto le va mal.” Dijo Cristina que las cuestiones pendientes “las hacemos juntos o no las vamos a poder hacer”.

Sin corbata, despeinado, panza en exhibición, Pepe parecía la caricatura de Pepe que hace la murga Agarrate Catalina. Hasta dijo séamos cuando habló de Sudamérica en tono optimista: “Tenemos porvenir salvo que séamos excesivamente estúpidos. Con la estupidez normal vamos a conseguirlo”. Después hizo un poco de historia. “No somos más la creación del señor Ponsonby, el Estado tapón, queremos ser el Uruguay puente”, dijo aludiendo al enviado de la Corona inglesa que en 1828 consiguió crear un Estado independiente entre las Provincias Unidas y Brasil después de la guerra entre ambos. “Pepe, mirá qué bien que andaremos que estás sentado al lado del gobernador de Entre Ríos”, lo chanceó Cristina. El entrerriano Pancho Ramírez fue quien se sublevó contra el oriental José Artigas y lo derrotó. Y fueron entrerrianos los que bloquearon los puentes en protesta por las pasteras. Un tema del que casi no se habla por dos motivos. Uno, porque terminó en un arreglo de monitoreo ambiental. Otro, porque cuando la agenda se llena de puntos concretos, la abundancia de unos deja en una situación de menor importancia relativa al foco de conflicto.

En un día de historias, uno de los acuerdos establece que un puente unirá Monte Caseros (una ciudad de correntinos ferroviarios y carnavaleros donde se produjo el último alzamiento de Aldo Rico, en 1988) con Bella Unión, la zona donde nacieron los Tupamaros a partir del movimiento de zafreros.

Y Montevideo no se peleará más con Buenos Aires a ver qué puerto es mejor. Con este nivel de actividad económica, ninguno de los dos puertos da abasto. Otro de los compromisos fue licitar el dragado de los canales, un objetivo que Mujica se planteó no bien fue electo y decidió que su embajador en Buenos Aires sería Guillermo Pomi, de su confianza. Por esos días el coordinador de la Unidad Presidente Rafael Follonier revitalizó sus viejas amistades para despejar problemas futuros.

Con el dragado, parte del movimiento irá a los puertos de Fray Bentos y Nueva Palmira, sobre el río Uruguay. El tema hasta sirvió para suturar alguna herida interna. Uno de los invitados fue Juan Carlos Schmid, secretario del gremio de Dragado y Balizamiento y miembro del consejo directivo de la CGT, que por el armado de listas no llegó a ser candidato a diputado nacional del Frente para la Victoria por Santa Fe.

La cuestión del dragado insumió buena parte de la negociación entre el canciller Héctor Timerman, el vice Alberto D’Alotto, el embajador argentino Dante Dovena, el ministro uruguayo Luis Almagro, su vice Roberto Conde y Pomi.

El crecimiento de los dos países también sirve para instalar una planta regasificadora en el puerto de Montevideo. El fluido vendrá en barcos de Qatar o Trinidad y Tobago, la planta lo pasará del estado líquido al gaseoso y lo inyectará en los gasoductos uruguayos. Como Uruguay no tiene escala, el gas sobrante quedará para la Argentina.

El tren que cruzará de Entre Ríos a Uruguay, otra novedad, fue una iniciativa de Eduardo Cirigliano, ya asentado en la localidad uruguaya de Maldonado. No es el único empresario que puso un pie del otro lado. El santiagueño Gustavo Yocca, presente en el almuerzo, compró una parte del paquete accionario del grupo periodístico de La República.

Mujica y Cristina se habían visto por última vez hace poco, el jueves pasado en Lima, cuando apoyaron de entrada la idea del colombiano Juan Manuel Santos para discutir la autodefensa de Sudamérica frente a la crisis financiera internacional. Mañana se hará en Perú la primera reunión de ministros de Economía de la región por ese tema. Pero la visita de Mujica de ayer fue oficial, no informal.

Según pudo establecer Página/12 por relato de funcionarios argentinos y uruguayos que pidieron reserva de identidad, los dos presidentes se hicieron tiempo para comentar la situación política de cada país. Cristina le dijo a Mujica que las mediciones de intención de voto la dan como ganadora pero que trabajará fuerte para las primarias obligatorias del 14 de agosto. Mujica, en cambio, no tiene elecciones a la vista. Su turno termina en 2015, no hay reelección y, como dice él mismo, Tabaré Vázquez quiere ser candidato si la biología no lo impide. La urgencia de Pepe es terminar de cicatrizar problemas en el Frente Amplio (acaba de asumir su amigo y compañero Eleuterio Fernández Huidobro como ministro de Defensa) y está analizando medidas para acelerar una mejora en la distribución del ingreso.

Ah, en el 2030 Lionel Messi tendrá 43, como Suárez. Difícil que juegue.

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Imagen: Daniel Dabove
 
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