EL PAíS › DIFERENCIA DE PRECIOS EN LA CONSTRUCCIóN DE PLAZOLETAS

Obras públicas bajo la lupa

La Subsecretaría de Atención Ciudadana, que depende del jefe de Gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta, superponía sus funciones con los CGP, y ahora centralizará los presupuestos que correspondían a las Comunas.

 Por Sergio Kiernan

La Subsecretaría de Atención Ciudadana, una poco conocida entidad pública que depende directamente del jefe de Gabinete del gobierno porteño, comenzó hace tres años a realizar obras públicas. Lejos de su mandato de dirigir los CGP de la Ciudad y atender a los ciudadanos como su nombre indica, la subsecretaría comenzó una curiosa vertiente de hacer obras que se superponen con otras entidades públicas del mismo gobierno porteño. Tal vez la superposición de jurisdicciones explique que Atención Ciudadana se haya especializado en hacer plazoletas triangulares, de las que sobran en cruces irregulares de avenidas y no parecen ser claramente alzada de Espacio Público. Lo que no resulta tan simple de explicar es la clara diferencia de precios que paga esta entidad por sus trabajos, que resultan mucho más caros de los que realizan sus pares del gabinete.

El primer caso detectado fue el de la plazoleta Las Madres, en Juan de Garay y Entre Ríos. La entonces subsecretaria Gladys Esther González arrancó las obras en el invierno de 2009 y gastó 535.000 pesos, un precio muy llamativo para un triangulito de 120 metros cuadrados que ostentaba, al terminarse los trabajos, una farola, unos plantines y una vereda nueva. Al intervenir la Defensoría del Pueblo porteño, con un pedido de informes firmado por Alicia Pierini y originado por el adjunto Gerardo Gómez Coronado, la subsecretaria González envió un informe en el que aclaraba que la obra también abarcaba tres cuadras de vereda sobre Entre Ríos.

En su respuesta, González adjuntaba hasta un plano de la obra, que resultó tenía las medidas mal hechas para hacerla parecer más grande. El desglose de gastos mostraba que cada arbolito plantado costaba 500 pesos y que los caños para atar bicicletas y los nuevos tachos de basura habían costado en promedio 300 dólares por pieza. De hecho, el metro cuadrado de esta obra terminó costando el doble de lo que el mismo gobierno porteño había invertido en reparar la plaza Libertad, una obra mucho más compleja. Donde en Entre Ríos se había peinado cemento y cambiado unos pluviales, en la plaza se operó arriba de un estacionamiento subterráneo y se instaló una reja perimetral, 400 metros de herrería nueva.

Al escribirle a la Defensoría, González ya estaba de salida de la función porteña porque había sido elegida diputada bonaerense por el PRO. Con lo que no tuvo que dar explicaciones sobre la coincidencia entre la campaña electoral de 2009 y su obra. Lo que parecía un caso de excepción, sin embargo, se transformó en costumbre, gracias a una novedad creada por la ahora diputada: una interpretación de la ley de Comunas que le permitiría a la subsecretaría seguir atendiendo “pedidos de vecinos” para hacer obras públicas (ver nota principal). Quizás por eso su sucesor en el cargo, Eduardo Alberto Macchiavelli, sigue haciendo el mismo tipo de obra, también en plazoletas triangulares, con precios cada vez más abultados.

Este año, surgió una nueva oportunidad en la curva de la avenida Pueyrredón donde se abre la calle Anchorena, justo a la altura de Peña. Como ahí no existía ningún triángulo urbano, se decidió crearlo con la excusa de que el tránsito de Anchorena se había multiplicado al hacer doble mano la avenida, con lo que se hacía difícil el cruce de peatones. Así apareció una “curva” en la vereda de la avenida, de treinta metros de largo y seis de ancho en su parte más prominente. El precio por el que se adjudicó la obra a la empresa Carmian Sacific en el expediente 948.283/10 también resultó llamativo, ya que pasaba los 422.000 pesos, algo más de 2000 por metro cuadrado. Ni la baranda que defiende a los peatones ni la extraña fuente que se instaló –un objeto de gusto muy dudoso– alcanzan para explicar el altísimo costo de las obras.

Las abiertas protestas de los vecinos, que hasta formaron una ONG para frenar los trabajos, o las críticas en los medios afectaron a Macchiavelli, que ya tenía en preparación una obra mayor que lo llevaría a nuevas alturas presupuestarias. Este año se completó el expediente 147.859/11 por el que la firma Salvatori SA realizaría la “Puesta en valor del espacio público ubicado en la intersección de avenida Rivadavia, avenida La Plata y avenida Hipólito Yrigoyen”, justo donde termina Almagro y arranca Caballito. Esta vez, el presupuesto araña los dos millones de pesos.

Lo que no cambia es lo del triangulito, esta vez ampliado. El espacio surge de los zigzagueos de Rivadavia, que a esa altura se inclina a la izquierda, le da fin a Yrigoyen y se endereza al tocar La Plata. El encuentro deja una manzana triangular con un muy conocido edificio antiguo con cúpula, y un triángulo divisor de tránsito con el nombre de plazoleta La Victoria. Este triángulo tiene treinta metros en su base, sesenta en sus lados y cinco en su “punta”, ya que hay un espacio para los peatones que no llegan a cruzar. La superficie de 1100 metros cuadrados contiene diez árboles, un viejo mástil oxidado y un maltratado cartel con el nombre de la plazoleta.

Las obras consisten en “cementar” todo el lugar: la superficie transitable aparece ahora en cemento peinado o bloques grises de ese material, los árboles y una franja de césped preexistente quedaron encajonados en muretes de hormigón. Este gris se prolonga hacia la vereda de Yrigoyen, ya que la calzada fue nivelada siguiendo esa nueva moda que fracasó en la calle Defensa pero fue realizada en los cruces de Palermo Viejo. Esta amplia vereda de Yrigoyen, que estaba en buen estado y mostraba las tradicionales baldosas porteñas, fue recapada también en cemento gris entre La Plata y Muñiz. Lo mismo se está realizando en la vereda de enfrente, donde se estacionaba y ahora se demolieron los cordones y se está instalando un desagüe central, anuncio de un espacio peatonal de doble ancho.

Respecto de las instalaciones, la obra parece limitarse a instalar dos faroles en ménsula, agarrados a postes ya existentes sobre la vereda de Rivadavia, y un tercero con poste propio haciendo juego. El modelo elegido es fabricado en China, de un metal brillante. Por la creación de los “canteros” de hormigón, que impedirán pensar siquiera en pisar el césped, habrá que agregar unas camionadas de tierra.

Con veredas y plazoleta, los trabajos arañan los tres mil metros de superficie, lo que lleva el costo a casi 700 pesos el metro cuadrado. Este promedio compara mal con obras más complejas realizadas por el mismo gobierno porteño. Por ejemplo, su Ministerio de Educación está restaurando la Escuela Zapiola de la calle Urquiza, un edificio de fines del siglo XIX que es delicado de intervenir y muy amplio. Sin embargo, la firma Teximco SA aceptó restaurarlo, ampliarlo y refuncionalizarlo por algo más de cinco millones de pesos. Al lado, en el Normal 2, un edificio igualmente delicado de intervenir, se realiza la “restauración de elementos de valor patrimonial” por un costo de 2.354.000 pesos.

Pero la secretaría de Macchiavelli no necesitaría realmente pedir asesoría en cuestiones de precios a sus colegas de gabinete. La entidad está construyendo el nuevo CGP 5 en Carlos Calvo y Loria por algo menos de tres millones de pesos, un trabajo que implica restaurar un edificio de principios del siglo XX y muchos metros cuadrados de obra nueva.

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La plazoleta Las Madres, de 120 metros cuadrados, costó 535 mil pesos.
Imagen: Arnaldo Pampillón
 
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