EL PAíS › JUAN JOSE ALVAREZ, TITULAR DE SEGURIDAD

“No vamos a criminalizar la protesta”

El secretario de Seguridad, Juan José Alvarez, insistió ante Página/12 que no reprimirán la protesta. “Mi trabajo es no darle martillazos a la bomba” dijo. En el Gobierno, los proyectos personales están congelados, afirmó.

 Por Diego Schurman

El despacho es cálido. Tiene muebles de época. Varios cuadros de tono pastel. Y una vista privilegiada al Río de la Plata.
–Hola, hola –salta Juan José Alvarez de un sillón mullido, dándole descanso a su celular. Es de tarde. Pero en su cara son las dos de la mañana. A esta altura, su semblante devuelve lo mismo que el televisor 29 pulgadas del rincón: las marcas de la crisis.
–La orden es no reprimir. No vamos a reprimir. No repriman –repite como una letanía a un interlocutor telefónico que no revela.
Podría ser una puesta en escena. Pero el secretario de Seguridad, si bien afecto al histrionismo, no está impostando. Pasó Ramón Puerta y mantuvo su lugar. Pasó Adolfo Rodríguez Saá y mantuvo su lugar. Pasó Eduardo Camaño y mantuvo su lugar.
–En esta Argentina convulsionada es un milagro que Eduardo Duhalde no lo haya desplazado.
–Yo pasé por una brava el 19 de diciembre en la provincia de Buenos Aires. Era el ministro de Seguridad. Duhalde respetó mi trabajo.
–Debe estar contento con mantenerse en la primera línea del poder.
–Cuando asumí como ministro de Ruckauf aparecí riéndome y un periodista me criticó. Yo le conté de qué me estaba riendo: le estaba diciendo a Ruckauf lo que me contestó mi vieja cuando me nombraron en el cargo. “Yo sabía que Ruckauf no te quería”, dijo ella.
–Siempre se dijo que en la provincia había una zona liberada para los saqueos de tal manera de acelerar la caída de De la Rúa.
–Si hubiese sido zona liberada al Estado provincial le hubiera dado lo mismo el destino de vidas y bienes. Y no es verdad. Siempre dije que prefería errarle en una lata de tomate que en una vida.
–Pero es llamativo que hoy la provincia de Buenos Aires aparezca contenida y no haya saqueos. O el conflicto no era tan grande o, y todo demuestra lo contrario, se solucionaron los problemas del distrito.
–De la Rúa, cuando firma el estado de sitio, no lo hace sólo en la provincia de Buenos Aires, sino también en Entre Ríos y Mendoza, que no están gobernadas por el PJ. También hubo atisbos de saqueos en la Capital.
–¿Conflictividad y desigualdad social van de la mano?
–Sí, cada vez lo creo más.
–El Gobierno maneja datos sobre aumentos del delito y la conflictividad social. Entiendo entonces que aumentó la desigualdad.
–Esto viene de arrastre. No es instantáneo. Si hoy despiden a cuatro personas, mañana no aumenta el delito. Pero el aumento del delito violento sin dudas tiene relación con el aumento de la desigualdad. Desde mi lugar tengo que mejorar los estándares de seguridad, que son bajos. ¿Cuántas personas hay que meten la llaves en su casa y tienen un terror pánico? Pero ojo que no hay que confundirse, cuando la gente dice que la policía tiene que responder con más dureza lo dice pensando que le va a pasar a otro y no a uno o al hijo de uno.
–No avala la “mano dura”, pese a su paso como ministro de Ruckauf.
–La mano dura es un slogan fácil de decir, pero no estoy seguro que todos entendamos lo mismo por mano dura. Yo creo en el cumplimiento estricto de la ley. La ley se cumple o no, no hay término medio. Algunos dicen “procedimientos más duros”. Y no estoy de acuerdo: nadie me demostró que eso rindió resultados. Yo rechazo el argumento que dice que la ley es un estorbo para imponer orden.
¿Se viene el estallido?
Un café. Otro. Un llamado. Otro. La entrevista se interrumpe. Duhalde le pide datos. Mariano Grondona lo saca en radio. Al Presidente le cuenta cómo frente a los cacerolazos, cortes de rutas, saqueos y marcha de piqueteros. Al periodista cómo no actuará. “No vamos a criminalizar la protesta. Nosotros no”, insiste con el argumento ante Página/12.
–¿A qué se refiere?
–El representante de la policía y la Gendarmería de Francia me dijo el otro día que allá una manifestación es “sagrada”, hay un respeto inicial del derecho a protestar. Acá muchos ven a la gente como a delincuentes. Y hay policías que son verdaderos agentes de la inseguridad, que buscan resolver todo con balas de goma. Y a eso es a lo que busco poner fin. Quiero que la policía esté identificada, porque es el Estado. Quiero que no sea un factor de desorden.
–Usted dijo que los saqueos y protestas de esta última semana no son el aperitivo de un estallido
–Es verdad. También dije que en 35 días no se iba a revertir la tremenda conflictividad. Duhalde lo dijo bien al caracterizar la situación como una bomba de tiempo a punto de estallar. Nuestra tarea es desarmarla. La mía en particular es no pegarle martillazos a esa bomba de tiempo.
–¿Coincide con el titular de la CGT, Rodolfo Daer, en que el fenómeno de los cacerolazos es porteño y de la burguesía?
–No. Y aunque fuera así no invalida su legitimidad.
–¿Qué opina de la detención del ex jefe de la Policía Rubén Santos?
–No voy a opinar hasta que terminen las actuaciones judiciales.
–¿Hubo “excesos” de la policía durante su gestión?
–Sí. En el cacerolazo del 25 de enero hubo quienes tiraron gases y desde las motos dispararon balas de goma. Y ya han sido sumariados un oficial y 6 suboficiales.
–En Página/12 Miguel Bonasso informó sobre la detención ilegal de dos jóvenes, a quienes la policía se los llevó en un taxi.
–En estos momentos también estamos trabajando sobre eso.
–¿Cómo es posible que un policía traslade a la gente en un taxi?
–Ahí hay que individualizar al policía para que explique y si no da respuesta satisfactoria será sancionado.
–En estos días hubo un nuevo caso de gatillo fácil. ¿La crisis no empuja a que haya más?
–Yo entiendo la necesidad de protegerse de la gente. Si no resulta fácil para un policía que tiene formación, mucha o poca, imagínense cuánto más difícil para personas que no la tienen. Pero cuanto más armas están en poder de los civiles, la sociedad es más violenta y conflictiva ¿Cuántos muertos han ocasionados disparos accidentales? Hay que reconocer, sí, que hasta ahora el Estado estuvo lejos de garantizar la seguridad.
Ese amigo del alma
Alvarez, “Juanjo” para los amigos, fue intendente de Hurlingham. Desde ese lugar intentó armar un polo de poder con sus colegas de La Plata, Julio Alak y Alberto Balestrini. Eran los “tres mosqueteros” y disputaban espacios en la provincia de Buenos Aires con el aparato duhaldista. Hasta llegaron a cuestionar abiertamente al ahora Presidente por el déficit del distrito y el mal manejo de la policía.
–¿Qué pasó? ¿Duhalde lo embelesó? ¿Hay un matrimonio por conveniencia?
–Hubo diferencias y hasta hoy podemos tenerlas. Pero le reconozco un enorme coraje. Y yo debo ser de los pocos funcionarios que cuando asumo este cargo los amigos no lo felicitan sino que le dan el pésame.
–Me dice que es un kamikase.
–Sí, soy un kamikase. Es lo que más me une con Duhalde.
–No midió lo que esto podría afectar su carrera política.
–Seguro que esto me limita. Pero lo sabía el día que juré. Este cargo me obliga a pensar minuto a minuto. Por eso estaría loco si me pondría a pensar sobre mi carrera en este momento.
–¿Está a favor de una Plaza del Sí para apoyar a Duhalde?
–¿No hay derecho a manifestarse a favor del Gobierno?
–No es una cuestión de derecho.
–Si se toma como una patoteada de los intendentes del conurbano sería un grave error. Nunca quisieron hacer eso. Por eso, para que no haya malas interpretaciones, lo levantaron.
–Se levantó por la presión de la Iglesia, no por decisión de los intendentes. Es más, el ex gobernador Busti insistió hasta hace pocos días.
–Está bien, pero nadie quiso agredir al resto de la sociedad.
–Como encargado de la seguridad, ¿no era riesgoso ese acto?
–Los secretarios de Seguridad siempre quieren que las personas hagan las manifestaciones en sus casas, que los River-Boca se jueguen en otro país. Yo no puedo desprenderme del militante político al secretario de Seguridad. Yo sé que con la tensión que existe toda manifestación puede ser peligrosa. Pero me parece bien que se manifieste a favor de algo.
–¿Se murieron los tres mosqueteros?
–Estamos en una impasse. Y nada tiene que ver que Alak haya sido honrado en su momento para integrar una fórmula con De la Sota. El tema es que yo no tengo tiempo para nada. El 31 de diciembre a las 23.45 estaba durmiendo porque era el único día que pude ir a acostarme temprano.
–¿Sigue detrás del proyecto presidencial de Ruckauf?
–Hoy todos los proyectos personales están congelados. Pero no es que no hablo porque quede mal decirlo en estos momentos sino porque realmente nadie tiene la menor idea del futuro político. Yo no sé qué voy a ser en una semana. Estamos en una situación tremendamente difícil: el que dice lo contrario hay que despertarlo o sacarlo del submarino.
–En el Gobierno hablan de una conspiración para desplazar a Duhalde. Fuera del gobierno también hay gente que opina que Duhalde “se cae”.
–Existe la misma cantidad de irresponsables que trabajan para voltearlo que los irresponsables que hay en la Argentina. Son los mismos. Por otro lado, a la gente de buena fe que dice que se cae yo le digo que no se cae.
–¿Y los que conspiran quiénes son? ¿Menem?, ¿el Ejército?, ¿López Murphy?
–No me consta.
–Entonces el Gobierno no tiene datos concretos.
–Hay sospechas. Uno a veces sospecha que los conflictos no son sólo producto de la problemática que vivimos sino también de actos adrede de determinados sectores.
–¿Estamos condenados al éxito, como dice Duhalde, o a sufrir, como dice el FMI?
–Creo más en lo que dijo el Papa: producto de este sufrimiento puede pasar cosas más graves. Pero dennos tiempos para llegar al éxito. Apenas tenemos 35 días. Sólo 35 días.

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