EL PAíS › OPINIóN

Un mes de la destitución de Lugo

 Por Oscar Laborde *

La destitución de Fernando Lugo como presidente de la hermana República del Paraguay ha servido, entre otras manifestaciones, para poner en evidencia las posturas y posicionamientos de los distintos sectores políticos, sociales y económicos, no sólo del propio país, sino también en el plano regional e internacional.

Quedó expuesto el propio Vaticano con su apuro por pedirle al ex presidente que renuncie, o los apoyos de Alemania, España y Canadá, y en particular la actitud de la OEA de no reconocer que se vivía un golpe de Estado, no aplicando ninguna sanción, ante la clara presión de los Estados Unidos, dejando al descubierto que su funcionamiento no se correlaciona con la nueva realidad que vive Latinoamérica y que la Celac la irá reemplazando en los hechos concretos.

En contraposición a estas actitudes apareció la firme postura de los países del Mercosur, explicitada en la resolución adoptada en Mendoza en el marco de la Cumbre que suspendió a Paraguay del enclave regional, con el acompañamiento del Parlamento del Mercosur y de la propia Unasur.

Los mandatarios de Argentina, Brasil y Uruguay dejaron en claro, además, que la reincorporación volvería a tratarse una vez que se celebren elecciones libres y sin proscripciones. El aislamiento de la derecha golpista paraguaya hoy es un dato de la realidad política regional.

No puede desconocerse, a su vez, el rol de los comunicadores paraguayos –tanto los de los medios públicos como de los comunitarios–, con organizaciones sociales que hoy siguen organizándose y dando a conocer los hechos que están ocurriendo, día tras día, en particular fuera de los límites de la ciudad de Asunción, donde las grandes empresas de la comunicación de América del Sur ocultan o tergiversan las acciones de resistencia y de rechazo a la gestión de Federico Franco.

El segundo elemento cualitativo lo constituye la decisión de incorporar, a partir del próximo 31 de julio, a Venezuela al Mercosur.

En este contexto es necesario volver a recordar las repetidas palabras de Cristina Fernández de Kirchner cuando reclamaba la inclusión del mismo, resaltando que ello “cerraba la ecuación energética”.

Es indudable que hoy la patria gobernada por Hugo Chávez constituye una de las reservas petroleras más grandes del mundo y que ha redireccionado su aporte del mismo a otros países y mercados, no priorizando exclusivamente a Estados Unidos; y si a esto le sumamos la decisión de industrializar su nación (en donde el INTI de Argentina ha jugado un rol fundamental en la capacitación de profesionales y obreros), está claro que más allá del parloteo sobre esa cuasidictadura que se estaría viviendo en Venezuela, lo que en realidad subyace son elementos de geopolítica de dominación y de concentración económica, que esta decisión de los tres presidentes descoloca en su intento de concreción inmediata.

Resulta imperioso, entonces, encuadrar la realidad paraguaya en un estadio mayor. Es decir, en la puesta en funcionamiento de acciones de desestabilización: lo que en muchos casos fueron los militares, hoy lo constituye la policía (Ecuador) o la tergiversación de mecanismos constitucionales –como el juicio con derecho a legítima defensa– para sabotear los procesos de integración y soberanía nacional que institucionalmente se expresan en el Mercosur, la Unasur y la Celac.

La voracidad de la derecha paraguaya parece no haber evaluado que Dilma, Pepe y Cristina iban a redoblar la apuesta y tomar decisiones que generan la posibilidad de otro escenario en Sudamérica. La contienda, entonces, está plantada en estos términos.

El triunfo de Hugo Chávez en las elecciones de octubre próximo daría un espaldarazo político de vigor al Mercosur, lo cual nos debe llevar a plantear que, no en mucho tiempo, veremos acciones que tratarán de deslegitimar su victoria y sabotear al enclave regional. Vientos de cambio en Latinoamérica, pero también repetidas acciones de desestabilización por parte del Imperio. La Cumbre del Mercosur en Mendoza quedará, por lo tanto, como una bisagra en la lucha de los pueblos suramericanos.

* Presidente del Centro de Estudios del Sur Frente Transversal.

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