EL PAíS › OPINION

Otra música para la ronda

Por Ernesto López*

Mientras gira la ronda de los ministeriables, rumió serenamente la idea de que si bien la curiosidad de los medios –y de la gente– es comprensible, merecería tener un límite. Es que la continuada danza de los nombres echados a rodar parece repetir prácticas que deberíamos intentar enterrar lo antes posible. En el tinglado de la vieja política –uno de cuyos más destacados constructores acaba de huir cobardemente como rata por tirante– el neoliberalismo de basamento criollo funcionaba como fin y fundamento. Con eso como núcleo duro, la política se reducía a simulacro, escenografía, ribete, personaje. Debía ser un espectáculo cautivamente y opiáceo, con el objeto de conseguir un efecto de legitimación y aquiescencia. Al fin y al cabo, los contenidos de fondo, la última ratio de la actividad política estaba en otro lado: era indiscutible e intocable.
Si efectivamente sopla un viento de renovación, como parece suceder, si la política viene, con Kirchner, a servir a un programa productivista, y, por lo mismo, a tratar de ponerse al servicio de la gente y no de los sacrosantos “mercados”, algunos asuntos deberán tener, necesariamente, otro tratamiento. Si no se trata de una simulación sino de una construcción, ideas y hombres (para el caso del gabinete: nombres) deben ir de la mano. Si, por caso, la opción productivista está asociada a la profundización del vínculo con Brasil, al fortalecimiento del Mercosur, al desarrollo de las instituciones de conducción política de éste, y a la ampliación y profundización de relaciones comerciales y de todo tipo en América del Sur –como claramente han definido tanto Lula, como su canciller en las sombras, Marco Aurelio García–, los hombres que se seleccionen aquí para atender los ministerios de Relaciones Exteriores y Defensa –además, obviamente, del de Economía– deben estar consustanciados con esta opción estratégica.
Cualquier analista o mero observador atento debería poder reconocer que éste es el límite, si es que las palabras y los gestos de Kirchner van en serio. Y que todo lo que lo sobrepase –como ocurre con algunos nombres tan antojadizos como sorprendentes, consignados por algunos medios– sólo forman parte de maniobras y operaciones de un pasado que se resiste a morir.
Al fin y al cabo es obvio, me parece, que a una nueva política no se la puede servir con conspicuos representantes de la vieja.

* Sociólogo

Compartir: 

Twitter

 
EL PAíS
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.