EL PAíS › LOS ALCANCES DEL TRATADO CON IRáN Y LAS POSIBILIDADES QUE SE ABREN

El atentado, las memorias, la verdad

Por Joe Goldman *

Pensar afuera de la caja

El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner ha hecho todo para poder sentarse a la mesa con los iraníes para buscar una manera de interrogar a los implicados por un juez y/o fiscal argentino en el atentado de la AMIA.

El gobierno de Israel y algunos grupos judíos internacionales y argentinos se han mostrado diametralmente opuestos a esa política y dicen que bajo ninguna circunstancia se puede hablar con funcionarios de Teherán. Los dos lados tienen su razón.

El Gobierno está escuchando los reclamos de muchos de los familiares de víctimas del atentado e intenta hacer algo para hacer avanzar en una causa muy estancada. ¡Diecinueve años de estancada! Del otro lado es muy entendible que quieran que nadie negocie con un régimen que no sólo pide la destrucción de Israel, sino cuyo líder niega la existencia del Holocausto. Otra vez, los dos lados tienen buenos argumentos.

Lo que pasa es que la AMIA y la DAIA acordaron con el Gobierno su apoyo para el proceso con Irán y después dieron un giro de 180 grados. Otra vez, los grupos judíos locales muestran una alergia a averiguar quién puso la bomba y una propensión a sentirse presionados por fuerzas extranjeras que buscan rédito geopolítico en un caso criminal.

El gobierno argentino busca una manera de destrabar el pedido de la Justicia para que den testimonio los iraníes requeridos por el fiscal Nisman y firmado por el juez Canicoba Corral. Un problema grave en el fondo del pedido es la falta de fundamentos que hace del mismo casi una payasada jurídica.

Es una tarea imposible seguir el sendero –largo y serpentino– de una investigación cuya ineptitud ya es folklore. Y no es de olvidar que Nisman entró a la causa AMIA al lado del notorio juez Galeano y los fiscales Mullen y Barbaccia, los tres criminales, o en el mejor de los casos ineptos, que enterraron la investigación (es para otra Corte el trabajo de juzgar a estos tres y decidir si son culpables).

En el pasado, las presiones del Estado de Israel y de algunos grupos judíos locales no hicieron más que intentar dirigir la investigación hacia estrategias geopolíticas, entorpeciendo lo que debería haber sido una investigación netamente criminal. Y ahora tratan de hacer lo mismo otra vez.

Hace doce años, Galeano et al. habían intentado culpar a los iraníes lanzando un pedido de captura internacional a varios funcionarios o ex funcionarios de ese país. Tengo un amigo que justo estaba en la oficina del juez Galeano cuando llegó la noticia de que Interpol de Londres había detenido a uno de los iraníes requeridos. Cuando la secretaria de Galeano entró y anunció la noticia, mi amigo se sorprendió por la reacción del juez, quien no se puso para nada feliz al escuchar la noticia, y le pareció que Galeano hizo las acusaciones sin pensar que nadie llegaría a detenerlos. Fue como todo lo que hizo Galeano después de arruinar la investigación –salir con un hecho rimbombante pour la gallerie–. Por supuesto, el que fue detenido en Londres ese día quedó libre un tiempito después.

No es que pienso por un minuto que Irán no pueda haber sido responsable del atentado de la AMIA. Un país que tiene como política de Estado la destrucción de Israel, que tiene un presidente que dice públicamente que el Holocausto fue una mentira, debe aparecer en cualquier lista de sospechosos. No obstante, en la investigación y en los posteriores pedidos de captura faltan las más elementales pruebas. Si fuese Irán el que organizó y llevó a cabo el atentado, la investigación no hizo nada para mostrar su culpabilidad.

Muchos de los que hemos investigado la causa AMIA tenemos otra interpretación. Pensamos en Siria como un sospechoso mucho más factible, como el país detrás del peor atentado contra un blanco judío desde la Segunda Guerra. Es muy llamativo cómo Galeano et al. hicieron malabarismos para no investigar las pistas sirias cuando había tantas evidencias. Había muchos personajes del mundo subterráneo sirio entrando y saliendo del país. Estaba la relación de Menem con sus coterráneos. Había vendedores de armas, coroneles del Ejército y narcotraficantes sirios usando a la Argentina como su patio trasero. Y nadie investigó la pista siria.

La propuesta del Gobierno puede ser una manera de entender si Irán estuvo o no estuvo involucrado en el atentado. De tratar de mover una causa ya en arena movediza. Sigue la misma lógica equivocada desde el principio, pero quizá, por lo menos, se puedan esclarecer algunas dudas. No mucho más.

Think outside the box. Pensar afuera de la caja es una expresión en inglés que significa usar otro modo de pensar una situación, lo que Edward de Bono llama lateral thinking. La investigación de la AMIA está tan llena de irregularidades que es imposible usarla como base para cualquier avance. Uno tendría que rebobinar todos los 19 años de errores. La única manera que queda para que un día se esclarezca es si alguien del corazón del grupo terrorista que organizó, ayudó o puso la bomba sale a cantar la verdad. Dudo que sea muy probable, pero ¿qué hay para perder? Si pensamos en Siria como el culpable –aun si fuera en concierto con Irán–, entonces hoy es un momento históricamente excelente si uno quiere buscar la verdad. Siria está en el medio de una sangrienta guerra civil, con más de 60 mil muertos, tiene muchas personas huyendo del país en exilio, muchas personas de los servicios de Inteligencia, de los militares y de los políticos, que ahora están abiertamente en contra del gobierno de Al Assad, el hijo del líder de Siria cuando ocurrió la voladura de la AMIA. Hay gente que probablemente estaba involucrada, o por lo menos tiene conocimiento del atentado si Siria fue el país responsable. Quizá, dada la relación muy fluida entre Damasco y Teherán, hay gente que puede saber si Irán fue responsable y quiere dar detalles.

No es muy fácil buscar arrepentidos sirios. La causa AMIA pasó mucho tiempo direccionando su investigación hacia Irán, utilizando como herramienta casi exclusiva el testimonio de un iraní arrepentido. Una cosa es una investigación criminal, otra cosa es meter responsabilidad y después ir probando su propia tesis. No como en el caso del arrepentido iraní, un arrepentido sirio tendría que mostrar que su conocimiento no es un invento, que se basa en hechos y datos verificables.

Mientras los partidos opositores al Gobierno ridiculizan el intento de diplomacia-jurídica, son ellos los que representan partidos o ex gobiernos que no hicieron absolutamente nada para esclarecer la tragedia. Apoyaban a Galeano. De hecho, casi la única persona en el Congreso que no compró las mentiras de Galeano fue... ¡la senadora Cristina Fernández de Kirchner! Sé que la causa AMIA es algo muy cercano al corazón de la Presidenta. También que, si hay un presidente que thinks outside the box, es Cristina.

* Periodista.


Por Beatriz Gurevich *

Carta abierta a mis conciudadanos

Puede que la memoria me falle, puede que gane el olvido. Pero lo grabado en cinta no requiere memoria ni lo modifica el olvido. Escribo porque me ahogan las voces de los familiares de las víctimas grabadas en 1998, 1999, 2002, 2003... y las de aquellos que también resistieron la presión de los silenciadores de adentro y de afuera, o los tentadores ofrecimientos de una generosa fundación interesada en sobornar a periodistas, intelectuales y otras especies, bajo el manto de promoción de la cultura.

Pasaron casi dos décadas. Me siento desconcertada, resulta que muchos de aquellos que apañaron el encubrimiento y hasta defendieron la actuación del probadamente réprobo juez Galeano, que banalizaron la gravedad de los 400 mil dólares pagados a Telleldín e impulsaron el ostracismo en que se sepultó la investigación del ataque terrorista durante casi dos décadas, hoy reaparecen como impacientes adalides de la búsqueda de verdad y de justicia. ¿Qué mayor indignidad que usar la memoria de los muertos para abonar el capital político personal? ¿Puede tolerarse semejante bajeza?

No tengo opinión formada acerca de la eficacia del memorándum firmado entre Argentina e Irán, salvo que desentierra la causa AMIA y la instala como tema de debate en la sociedad argentina. Y ello es importante en sí mismo. No soy jurista. Puede que tal vez nada resulte de este intento, salvo que haya alguna movida secreta en el plano internacional o que la escalada de la crisis económica que asfixia a Irán obligue a su gobierno a modificar conductas que sobrepasan el tema AMIA.

Sin embargo, el solo hecho de que se haya reinstalado el debate es meritorio y saludable por sí mismo. Tal vez ello explique la alteración del ánimo de aquellos que preferirían una muerte silenciosa. Lo lamentable es que, por no tener memoria ni ponerse a bucear en la historia, ciudadanos de honrada conciencia repitan el discurso de los detractores.

La perversidad y la ausencia de respeto a los derechos civiles en Irán bajo el gobierno de Ahmadinejad son hechos comprobados por cada uno de los que no se someten a los designios de un régimen en el que el fanatismo religioso autoriza hasta la lapidación de la mujer que se presume adúltera. Y con ello queda clara la mentalidad del personaje y su insensibilidad ante el derecho a la vida. ¿Por qué confiar en la palabra de un presidente que ha demostrado carecer de coraje moral y a quien no le crea conflicto de conciencia adulterar la verdad para negar la matanza genocida de millones de judíos, miles de opositores políticos y de homosexuales, y cientos de miles de gitanos, durante el régimen nazi? ¿Será porque él también podría producir hechos semejantes?

No obstante, apoyo la iniciativa del Gobierno. Otras memorias me indican que debo confiar en que la ex senadora y actual presidenta de la Nación no va a traicionarse ni va a traicionar su propia trayectoria en defensa de los derechos humanos, además de su ponderable actuación en la Comisión Bicameral de Seguimiento de la Investigación de los Atentados de la Embajada de Israel y de AMIA.

La cinta grabada en 2003 aún me recuerda las referencias de Laura Ginsberg a la anónima presencia Cristina Fernández de Kirchner, con anteojos negros y a cara lavada, en los actos de Memoria Activa, inclusive después del punto de inflexión que fue el 18 de julio de 1997. Y no voy a repetir nada sobre la coherencia de las denuncias suyas ni del presidente Néstor Kirchner ante las Naciones Unidas.

Por último, estoy consternada y dolida por las declaraciones del presidente de AMIA acerca de un tercer atentado en caso de que se apruebe y se avance en la ejecución del memorándum. Quiero recordarle al señor Borger que sus palabras vuelven a poner en escena el argumento discursivo de los dirigentes políticos nacionales y de aquellos dirigentes de las organizaciones judías que, en la década de 1990, buscaban acallar las voces de los que denunciaban la traición de los gobiernos de Menem, De la Rúa y Duhalde.

* Socióloga e investigadora.

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