EL PAíS › ANTONIO BUSSI, QUE ERA FAVORITO, PELEA VOTO A VOTO LA INTENDENCIA

El represor, a tiro de ser vencido

Bussi pensaba sacar 20 puntos de diferencia. Pero, faltando 17 mesas, hay virtual empate. Los votos que falta escrutar provienen de un barrio muy fiel al PJ. Todo indica que Bussi perderá. En la provincia su partido salió tercero y el PJ triunfó cómodo.

 Por Felipe Yapur

El genocida Antonio Domingo Bussi está encerrado en la sede de su partido Fuerza Republicana. Había asegurado que iba a convertirse en el nuevo intendente de la capital tucumana derrotando por 20 puntos de diferencia al “mozalbete sin experiencia”, el justicialista Gerónimo Vargas Aignasse. Sin embargo, cuando todavía faltan 17 mesas por escrutar de barrios donde el PJ es mayoría, se vio obligado a mantener un estratégico silencio. Todo indica que Vargas Aignasse, hijo de un desaparecido secuestrado el 24 de marzo de 1976, lo supera por un escaso margen. Para el candidato del PJ no hay dudas y ayer temprano anunció su triunfo que, según los datos que le proveyeron sus fiscales, está 129 votos arriba del ex dictador. De concretarse la estimación del justicialista, el anciano general no podrá cumplir con su “último acto de servicio”. Esto sería, qué duda cabe, un triunfo de la democracia.
El silencio de un Bussi envejecido (representa cabalmente sus 78 años) no es un dato menor. Sobre todo si se tiene en cuenta que, al momento de darse por finalizado el escrutinio provisorio, el genocida aventajaba a Vargas Aignasse por apenas 292 votos. Es que el hecho de que quedaran sin poder contar los sufragios de 17 mesas porque los telegramas quedaron dentro de la urna lo obligan a ser cauto. Estas mesas están ubicadas en circuitos periféricos de la ciudad capital, donde el justicialismo es históricamente fuerte, como lo es Villa 9 de Julio, una empobrecida zona ubicada hacia el norte rodeada de varias villas miseria.
Si bien los hombres de Fuerza Republicana escucharon decir en más de una oportunidad a Ricardo Bussi –el vástago del ex dictador y que fue duramente vencido en la pelea por la gobernación, que lo dejó en un cómodo y lejano tercer lugar– que el PJ les hará trampa, también les reconoció que “la derrota es un hecho irreversible”.
La ausencia de declaraciones del bussismo potencia el autoproclamado triunfo de Vargas Aignasse, quien ayer, poco después de que la junta electoral suspendiera el conteo provisorio, anunció que había derrotado al genocida. Este joven abogado de 32 años, casado y con su esposa embarazada, aseguró a Página/12 que “mañana (por hoy), cuando comience el escrutinio definitivo, se abrirán las 17 urnas que faltan contar. Según nuestros datos, éstas nos permiten superar a Bussi por 129 votos”.
Sin duda, la derrota de Bussi tendrá más de una consecuencia. Por un lado, el doble fracaso de padre e hijo pone en peligro la continuidad del partido que el ex dictador fundó en 1990 y con el que logró una banca en la Cámara de Diputados y luego la gobernación en el ‘95. El domingo, el partido familiar apenas obtuvo un 19 por ciento de los votos para la gobernación. Un porcentaje exiguo si se tiene en cuenta que Bussi padre alcanzó para el puesto de intendente el 31,82 por ciento. Esto demuestra un alto porcentaje de corte de boletas. De todas formas, lo conseguido por el ex dictador tampoco es para festejar y da cuenta de la debacle en la que ingresó.
Pero hay un dato más. En el caso de que las mesas que faltan escrutar le dieran la victoria al septuagenario general, tampoco es seguro que pueda llegar a asumir. Poco después de que el militar anunciara su decisión de participar de los comicios, un grupo de organismos de derechos humanos realizaron una presentación ante la junta electoral donde lo impugnaban por inhabilidad moral fruto de su responsabilidad por los crímenes de la dictadura. Si bien en un primer momento la junta rechazó la impugnación, la Justicia le hizo lugar al pedido de los organismos y decidió que la inscripción de su candidatura era de manera precaria y provisoria. Bussi recurrió a la Suprema Corte tucumana, que si bien accedió al pedido del militar, mantuvo firme la condición de su candidatura. Ahora resta que la junta finalmente se expida sobre el caso Bussi. Todo indica que terminaríahaciendo lugar al pedido de los organismos que basaron su pedido en la decisión de la Cámara de Diputados de rechazar su pliego de diputado en 1999 también por inhabilidad moral y desórdenes de conducta.
La capital es un distrito bastante particular. A partir de 1983 fue controlada por el radicalismo. Recién en el ‘91 apareció Fuerza Republicana. Desde entonces, el votante radical medio se volcó por los hombres del genocida. El discurso de orden y mano dura que le permitió a Bussi crecer en una provincia que sufrió de su mano la persecución, la tortura, la desaparición y muerte de miles de tucumanos y que fue perdiendo influencia como consecuencia de las pésimas administraciones de sus representantes. Esto provocó que el municipio capitalino tenga hoy una deuda que significa tener embargado el ciento por ciento de la recaudación. La consecuencia fue nefasta y obligó al último intendente bussista, Raúl Topa, a abandonar de manera anticipada la conducción de la ciudad en medio de protestas, tomas del edificio municipal y, como era de esperar, una fuerte represión policial.
A todo esto hay que sumarle el hecho de que Bussi está siendo derrotado por una de sus víctimas de la dictadura. Vargas Aignasse tenía cinco años cuando su padre, el senador justicialista Guillermo Vargas Aignasse, fue secuestrado por la patota militar que conducía el mismísimo Bussi y que fuera visto en mayo del ‘76 por sobrevivientes en el campo clandestino de detención que funcionaba en la Jefatura de Policía. De todas formas, el triunfo del candidato del PJ no significa que el tucumano medio haya recuperado la memoria.
También es claro que los candidatos del justicialismo tucumano, de pobrísima gestión provincial y municipal, capitalizaron para sí la buena imagen que tiene el actual gobierno de Néstor Kirchner.
Vargas Aignasse sabe de esto y cree que el tener el mismo color político del gobernador y, fundamentalmente, del Presidente le permitirá renegociar la deuda de la comuna tanto con los bancos provinciales como con el Banco Nación. Pero como ocurre con Alperovich, la lista de concejales que lo acompañarán en la probable gestión tiene buena parte de la responsabilidad del estado en que se encuentra el municipio.

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Antonio Bussi, con el rostro que se supo ganar, espera su turno para votar el domingo.
 
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