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Un día recalentado por versiones de renuncias y operaciones políticas

Las versiones sobre la renuncia de Remes y confusos intentos de saqueos agitaron al Gobierno que salió a calmar y desmentir.

 Por Diego Schurman

Nadie supo precisar la sala de cirugía. Pero en el Gobierno todos coincidieron en hablar de una jornada de operaciones. Hubo versiones sobre una renuncia del ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov. Se habló de estallidos sociales y del fracaso de las negociaciones con los gobernadores. Y hasta se escuchó de la inminencia de un golpe militar. Por eso Eduardo Duhalde salió rápidamente a desacreditar los rumores y transmitir la sensación que le generan. “Me siento en medio de una situación de turbulencia muy grande”, dijo temprano. A la noche, ante los diputados, remató: “No voy a renunciar ni por un millón de cacerolazos”.
La renuncia de Remes Lenicov fue la comidilla de la propia tropa justicialista en la Cámara de Diputados. El tema llegó a las radios y a la televisión. ¿Las razones del supuesto paso al costado?, hubo para todos los gustos: unos hablaron de un distanciamiento con Duhalde. Otros de un juego de pinzas del menemismo y sus aliados.
“Los bancos extranjeros quieren bajarlo a Remes empujando la dolarización y también promoviendo la apertura de corralito para que se caigan los bancos nacionales”, dijeron en la Casa Rosada.
Anoche, en el Ministerio de Economía se quejaron por las “operaciones baratas”. Y más que a Menem en persona, que ayer no se privó de cuestionar al Gobierno –asegurando que está “desorientado”– los dardos apuntaron a quienes han sabido responderle a lo largo de la última década, entre ellos las empresas privatizadas.
El intento de saqueo en Campana a dos supermercados y un camión alimentó además el fantasma del “estallido”. El ministro del Interior, Rodolfo Gabrielli, siempre dijo que esa instancia es posible. Pero en el Gobierno descartaron que sea inminente. “No hay estallido, no hay estallido”, señalaron en la Secretaría de Seguridad Interior. Idéntico discurso partió de la Secretaría de Inteligencia del Estado.
Un informe reservado que circuló ayer en ese organismo daba cuenta de 24 focos de conflicto, entre la Capital y las provincias de Buenos Aires, Corrientes, Jujuy, Tucumán y Salta. Según un funcionario del área ya se preveían marchas y cortes, pero –excepto en Campana, donde hubo reclamo de bolsas de alimento– nunca se temió la posibilidad de saqueos.
“Quieren instalar la sensación del caos. Pero nada de lo que dicen pasa”, dijo un fiel colaborador de Duhalde. En el paquete se incluyó la negociación con los gobernadores. En Gobierno reconocen un apresuramiento del Presidente, que dijo que ayer mismo se llegaría a un acuerdo que finalmente no se produjo. Algunos hasta hicieron un parangón con Chapadmalal, aquella fatídica jornada que precipitó la caída de Adolfo Rodríguez Saá por el vacío que le hicieron los mandatarios del PJ.
“Recién hubo tres reuniones. El tema más grueso, que era terminar con la garantía de un piso en la coparticipación, ya se logró. Lo demás será más sencillo. En unos días todo llegará a buen puerto”, coincidieron fuentes de Interior y Economía.
Como si fuera poco, los movimientos de militares y las versiones de golpes –se llegó a hablar para mediados de marzo– volvieron a estar a la orden del día. Duhalde directamente las ignoró: “Eso es pura pavada”. Sectores militares críticos de la conducción de Ricardo Brinzoni también consideran descabellado pensar un golpe en términos tradicionales. Y ni siquiera consideran factible que el jefe del Ejército, a pesar de las reuniones que mantuvo con el grupo Werthein, esté al mando de una asonada junto a sectores del empresariado.
El tema ni siquiera fue mencionado en la reunión de “catarsis” que anoche mantuvo Duhalde con 107 diputados, quienes –preocupados por las buenas señales emitidas a los grupos económicos– le pidieron sostener la alianza con los sectores productivos.
Entusiasmado con las recientes experiencias de Tucumán y Santiago del Estero, el Presidente no perdió la oportunidad para llamar al PJ a recuperar la calle, en alusión a la Plaza de la Esperanza del viernesfrente al Congreso. A los postres, volvió con un clásico. “Ni pienso renunciar”, se despidió.

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Eduardo Duhalde, un presidente entre varios fuegos.
“Me siento en medio de una turbulencia muy grande.”
 
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