SOCIEDAD › LA CRISIS EN LOS SHOPPINGS: NEGOCIOS CERRADOS Y FUERTE CAIDA DE VENTAS

Infierno en los paraísos del consumo

Según el INdEC, entre diciembre y enero la caída en ventas de los shoppings fue del 46 por ciento. Una recorrida muestra los rastros: muchos negocios cerrados, algunos a media luz por falta de pago. Como estrategias para evitar los frentes tapiados, ofrecen a algunas firmas expandirse por menos plata o usan locales como puras vidrieras.

 Por Horacio Cecchi

”Algo nuevo está llegando”, dice el texto, sobre la mampara que cubre una vidriera en el shopping Paseo Alcorta. “Prepárese para un estreno de película”, se puede leer unos metros más adelante, en otra mampara que cubre otra vidriera. “Estamos trabajando para usted”, asegura otra mampara, sobre una vidriera diferente. “Pusimos manos a la obra”... y siguen textos y mamparas. La escena se repite en otros centros comerciales. Según la empresa propietaria, IRSA, “las firmas se van renovando”. Según los comerciantes, “la crisis golpea, se están yendo todos”. Entre una docena y veinte marcas se retiraron en los últimos seis meses de Paseo Alcorta, Alto Palermo y Abasto. Algunos locales atienden con las luces apagadas, según señalan en los paseos, por falta de pago del alquiler o por estar en proceso de cierre. La administración avanzó con estrategias para evitar una fuga masiva: propone a algunas marcas ampliarse a locales vacíos, los ofrece como vidrieras de exposición, o subdivide los espacios para aligerar los costos. IRSA coincidió con el INdEC en que entre 2000 y 2001 las ventas cayeron un 16 por ciento. Pero no proporcionan los de enero: “Todavía no tenemos las cifras”, aseguran en la empresa. Según el INdEC, entre diciembre y enero la baja fue del 46 por ciento. Y si se compara con enero de 2001 la caída es del 40.
“Hola. No te enteraste. Parece que este local va a ser sensacional”, dice el cartel, textual, sobre una mampara que cubre una inmensa vidriera en Paseo Alcorta, dejando presumir que la extensión del texto mantiene relación con el largo de la vidriera cubierta.
–¿Qué van a poner? –intentó curiosear Página/12.
–¿Dónde? ¿Allá? Ja, ja –ríe el encargado de la sastrería, mientras a espaldas del cronista otros empleados hacen un meritorio esfuerzo por contener sus risas–. No ponen nada. Están sacando. Cada vez hay más mamparas y menos locales.
“Algo nuevo está llegando”, asegura otro cartel, en el primer piso del shopping de la calle Salguero. Detrás de esa mampara, el año pasado, estaban las vidrieras de Drugstore. Drugstore cerró. Durante las fiestas, el lugar fue ocupado por una casa dedicada a la venta de artículos nada menos que para las fiestas: arbolitos de Navidad, guirnaldas, muñequitos de Papá Noel y su trineo, bolitas para los arbolitos de Navidad, velitas, sahumerios, y otros regalitos para las fiestas. Después de las fiestas, pasado el motivo de su existencia, el local se fue y la mampara volvió.
“A algunos los están bancando. Un local vacío da muy mala imagen”, señaló Mariano, preocupado, en uno de los locales que aún siguen en pie. “El alquiler es muy alto, no se vende nada de nada, y muchos dejaron de pagar.” En uno de los extremos de la galería del primer piso, el ventanal deja pasar la claridad del día. Hace unos meses, la luz no pasaba porque la obstruía una góndola. “Era una casa de medias. Philippe Martinon -explica la encargada de un local de venta de carteras–. Se fueron. La casa de mallas, Analía Maiorano, también se fue. No es que bajó la cantidad de gente, sino que bajó la venta. La gente viene de visita.”
“Prepárese para un estreno de película”, dice otro cartel. “Ahí donde dice que pusieron manos a la obra cerró Mac Taylor –señala el vendedor de otra sastrería–. Está todo muy muy muy mal.” El mismo comerciante revela que existió una reunión entre los locatarios y la empresa dueña del shopping. Reunión frustrada: “IRSA propuso cerrar un día de la semana, los lunes, para bajar los costos de mantenimiento, la luz, todos esos gastos. Los locatarios no quisieron, porque un día menos es un cliente menos. Muchos están atrasados en el pago del alquiler, más todavía en el pago de expensas. Hubo también un rumor de que iban a bajar la cantidad de horas en que está abierto el shopping. Por ahora es un rumor”. Un vocero de IRSA desmintió rumores y contraversiones. “No hay nada de eso”, aseguró (ver aparte).
Para otro vendedor, alrededor de 20 locales cerraron en los últimos meses. “Se hablaba de que Zara iba a venir a ocupar el local que habíadejado Mango hace un mes. Fui a preguntar a los de Zara y lo negaron. Cuando se abre un local nuevo ves a los obreros trabajando de noche. Muchas veces yo vengo a hacer una vidriera, a las 6 de la mañana, y no veo a nadie trabajando ahí. Para mí que no lo va a ocupar nadie.”
Se habló también que se había decidido cerrar un piso, el último del shopping. Quizás para evitar una gigantesca mampara que cubriera toda la galería. IRSA lo desmintió públicamente. No lo de la gigantesca mampara sino lo de cerrar el piso.
No dan Abasto
“Mami, mami, ¿por qué tienen apagada la luz”, preguntó la nena, de unos cincos años, dentro de una zapatería para chicos, en el subsuelo del Abasto Shopping. Papi sacó a la nena del local, mientras mami definía la compra, sin la pregunta que de tan obvia era obscena. “Voy a llevar de éstos”, dijo la mujer y el empleado preguntó “¿Qué número?”. “Creo que es 20”. Y el empleado, en penumbras, comenzó a buscar entre las cajas de zapatos. Tomó una y la entregó a la clienta. “Mmmm... me parece que estas son 21”. “Déjeme ver, no, parecen 21, pero son 20. En Brasil la numeración es distinta.” No hubo acuerdo. La clienta pretendía llevarse los zapatitos 20, y muy práctica, pidió: “¿Por qué no me conseguís un centímetro y los mido”, mientras apoyaba la suela del 20 brasileño contra la suela de un 20 nativo.
“Apagan las luces a los que no pagan el alquiler”, dijo, reservada, una empleada de una góndola cercana. “A Fuss le apagaban todos los días.”
–¿Dónde está Fuss?
–No está más, se fueron la semana pasada.
También en el subsuelo, una agencia de viajes, con las luces apagadas y las puertas cerradas, informaba con un cartel pegado en la vidriera: “Por motivos de fuerza mayor la empresa atenderá en...”. En el Abasto la política no fue colocar mamparas. El subsuelo, quizás el piso menos transitado, es el que muestra la mayor cantidad de huecos. Slim Center, cerrado. Hering, también. La casa de cosméticos Andhalis, lo mismo. Dufour bajó las persianas hace unos seis meses. En el segundo piso, el bazar Pazazz dejó desde diciembre pasado una buena cantidad de cartones contra la inmensa vidriera que se abre sobre la entrada de Corrientes. Modart, cerrado. El Liberian Coffee, cerrado. La parrilla El Asador, a metros de los cines, cerrada.
Ante semejante emigración, IRSA avanzó con diferentes estrategias para evitar que la grilla de sus shoppings amanezca como dentadura de viejo: el caso de Storm Control, una casa de camping, es arquetípico. Ocupa un impresionante local en una esquina, pero sus puertas están cerradas. Contra la inmensa vidriera puede leerse: “Los productos exhibidos los encuentra a la vuelta”. Y a la vuelta se encuentra la casa de camping, en un espacio reducido y a puertitas abiertas. Vendedores de locales vecinos afirman: “Arreglaron ocupar ese gran local, que había quedado vacío, sólo para exposición. Es otro precio”.
En Alto Palermo, la estrategia se repite. “Allá donde está Kodak -señala al tercer piso Mónica, una vendedora– había dos locales. Uno para Kodak, el otro para los colchones Simmons. Ahora, Kodak ocupa los dos locales, y a Simmons lo pasaron al medio de la galería, tres locales contiguos”. Y allá se ven, los colchones, dispersados a sus anchas como nunca lo estuvieron. “¿Si se están yendo muchos? Para después de febrero vamos a estar tapiados –asegura Mónica–. ¿Por qué después de febrero? Porque si aprietan los clavos en el verano, que siempre baja en ventas, acá no queda nadie. Siempre se habló que la empresa quería cerrar los domingos, que quería achicar las horas para bajar los costos fijos. Pero los locatarios no quieren porque pierden clientes.”
En la planta baja, hay tres locales con tapias. En el primer piso, otros dos con las persianas bajas. “Soho se fue el mes pasado. Vitamina quebró.Dufour cerró en octubre, después del día de la madre. “La cochera es un buen parámetro de cómo andan las ventas. Si no hay autos es que no hay clientes”, aseguró Mónica, con 10 años en el shopping. “El año pasado, la recaudación bajó un 40 por ciento.”
–¿Y ahora?
–¿Ahora? Ahora no hay nadie.

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Las mamparas se reproducen, señal de un negocio que se ha ido. Algunos negocios “toman” el vecino por poca plata.
 
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