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En Ushuaia la elección resultó más divertida que los videogames

La primera elección con voto electrónico en la Argentina sirvió para reelegir al intendente de la capital de Tierra del Fuego en medio del entusiasmo, las dudas y el desconcierto provocados por la novedad.

 Por Nora Veiras

Ricardo sale apurado, ajeno a la belleza de la cordillera nevada que, iluminada por un sol radiante, se impone tras el ventanal de la Escuela 22. Está habituado al escenario y tampoco le provocó sorpresa el voto electrónico. “Está bárbaro, es práctico, rápido”, dice y sigue caminando. Cumplió con el trámite. A Rosa, en cambio, esa máquina que reacciona con sólo tocar la pantalla no la deja conforme. “Me gustaban más los papelitos. Decí que hay un tipo que te guía... Va a costar acostumbrarse”, repite. Desconfiado, Leo descree de los beneficios del cambio de las urnas de cartón por las sofisticadas PC: “¿Quién me garantiza a mí que el voto que marqué es el que almacena la máquina? ¿Quién me asegura que las máquinas no están en red?”, pregunta sin esperar respuesta. Satisfacción, escepticismo y desconfianza pintaban los rostros de los electores que ayer por primera vez en la historia argentina eligieron a un funcionario por voto electrónico.
El que se ganó el lugar en los libros de historia, por lo menos de historia electoral, fue el intendente Jorge Garramuño, del Movimiento Popular Fueguino, reelecto por tercera vez. Para ello contó con el apoyo del radicalismo que acaba de consagrar a Jorge Colazo como gobernador y también cosechó en un sector del peronismo disconforme con la postulación de Ricardo Furlan.
Un acuerdo entre Garramuño y la empresa española Indra, avalado por el juez nacional electoral Horacio Maffei, permitió la utilización de esta innovación tecnológica. Después de varios dimes y diretes, porque especialmente el Partido Justicialista ponía reparos al cambio, lograron el consenso para aplicarlo. Interesada en que el sistema se expanda, Indra ofreció las 105 máquinas y adaptó el software de acuerdo con los requisitos electorales de la comuna. Todo fue materia de discusión.
“Cuando les pedimos las fotos, algunos candidatos trajeron unas de hace años, donde no se los reconocía”, comentaban risueños en el juzgado.
Para armar la boleta virtual a intendente aparecían en la pantalla las fotos, el partido y el logo de cada uno de los cuatro candidatos: Garramuño, Ricardo Furlan (Partido Justicialista), José Luis Verdile (ARI) y Oscar Vuoto (Corriente Federal). Además figuraba la opción de voto en blanco. La posibilidad de impugnar no aparecía por decisión de la Justicia electoral. “Acá se vota por alguien o en blanco. Voto bronca no hay”, explicó el juez.
El votante tenía que tocar la pantalla en el elegido y, de inmediato, se habilitaba el paso siguiente: la lista de siete partidos que competían para las siete concejalías. Una vez elegido el partido se abría la pantalla con las fotitos y los nombres de cada uno de los postulantes. Allí el elector podía marcar la cantidad que quisiera y así ejercer el voto por preferencia, pero siempre dentro de la misma fuerza. Por sistema D’Hont a partir de un piso del 15 por ciento se establecía luego el orden de mérito. “La preferencia se da dentro del mismo partido porque de lo contrario se destruye el sistema de partidos”, argumentó el juez que preside la Junta Electoral integrada por cinco miembros, entre ellos dos vecinos designados por sorteo. Una vez completado el proceso, un cartel amarillo aparecía en la patalla: “Votar” era la orden. “Este es el dedo del pueblo”, exageró el juez exultante por haberse atrevido a ser pionero de la innovación. Una vez tocada la opción, otro cartel daba por finalizado el proceso y le permitía al elector retirar la tarjeta electrónica que le había autorizado entrar a la PC. Esa tarjeta, automáticamente inhabilitada, era entregada a las autoridades de mesa.
Como la desconfianza era mucha, la Justicia pidió impresoras que registraran la opción armada en un ticket que caía automáticamente en una caja. Se instalaron 25 impresoras para controlar el proceso. “Esta experiencia es nueva, pero la idea es que se crea o no en el sistema”, señaló Alejandro Tulio, el director Nacional Electoral del Ministerio del Interior que apoyó desde la Nación la aplicación del voto electrónico. Interior destinó 2 millones de pesos a la Cámara Nacional Electoral para que avance en el sistema de software electoral. La idea es que éste sea un proceso gradual con el objetivo de que el voto electrónico se pueda generalizar en seis años, anticipó Tulio.
“Es práctico, rápido. Eso es indudable. Por ahora no le veo trampa, pero es cuestión de tiempo. En la Argentina, de una u otra forma van a encontrar el modo de violarlo”, concluye Oscar, un kiosquero que si descree de algo es de “la gente que está detrás. No de las máquinas”. Los sistemas de seguridad informática pasan a ser la vedette de estas innovaciones. Tulio recuerda que “en las elecciones a diputados nacionales del 2001 hubo 30 mil intentos de hackear el sistema mientras se realizaba el escrutinio”.
Con todo el nerviosismo del debut, Ushuaia superó el desafío y anoche no había habido denuncias de fraude. Los apoderados partidarios tienen cuarenta y ocho horas para presentarse ante la Justicia, pero nadie parecía interesado en hacerlo. Jueces o secretarios electorales de Catamarca, Córdoba, Misiones, Buenos Aires, Salta, Neuquén y Chaco pasearon por las escuelas para ver el sistema y analizar cómo llevarlo a sus jurisdicciones. A las ocho de la noche quedó vacía la sede del escrutinio y los punteros se quedaron pensando en cómo adaptarse a los nuevos tiempos.

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En la pantalla aparecen las caras de los candidatos para que los electores seleccionen a su preferido.
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