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Mucho pasó en los últimos veinte años de democracia, y entre las tantas cosas que sucedieron en términos políticos no debería pasarse por alto que cada vez son menos los que concurren a votar. El dato surge de un estudio realizado por Equis, que revela un crecimiento del 121,5 por ciento del ausentismo electoral desde la recuperación democrática hasta la fecha. “En el marco de esa perspectiva, la transversalidad es lo obvio”, señaló a Página/12 el titular de esa consultora, Artemio López, para quien el resultado de la investigación no hace otra cosa que confirmar “la profunda crisis de las formas tradicionales de representación política”.
Salvo algunas excepciones, el ausentismo electoral creció en forma constante desde 1983 en adelante. Entonces, en las elecciones que marcaron el fin de la dictadura militar, no votaron 2.576.766 ciudadanos, lo que representó el 14,4 por ciento del padrón nacional de electores. En las presidenciales de este año, en cambio, no se presentó a votar un total de 5.703.781 electores; dicho de otro modo, el 22,4 por ciento de los empadronados.
El nivel de ausentismo es aún mayor si se analiza el conjunto de todas las elecciones del 2003. Con sólo seis comicios provinciales pendientes –Entre Ríos, Salta, Tierra del Fuego, Chubut, San Luis y Corrientes– que representan poco más del 10 por ciento del padrón electoral, el estudio de Equis advierte que “se proyecta ya un nuevo record de ausentismo acumulado de 31,9 por ciento”, y destaca que supondrá un crecimiento del 121,5 por ciento de ese fenómeno al cabo del período comprendido entre 1983 y el año en curso.
Sin importar que las elecciones fueran legislativas, ejecutivas o mixtas, los ciudadanos se fueron alejando de las urnas década tras década. En los ‘80, el promedio de participación del electorado fue del 84,7 por ciento, contra un 78,5 por ciento en los ‘90 y un 73,1 por ciento en el 2000.
Córdoba, Catamarca y Tucumán son las provincias en las que menos gente concurrió a votar en las últimas elecciones. El ausentismo entre los tucumanos fue del 49,67 por ciento, entre los catamarqueños del 43,99 por ciento y entre los cordobeses del 41,23 por ciento. El distrito con mayor grado de participación electoral es La Pampa: allí el 23,44 por ciento de los empadronados no pasó por el cuarto oscuro. Los sanjuaninos, con un ausentismo de 26,18 por ciento, les siguieron a los pampeanos en cuanto nivel de aplicación.
El constante aumento del ausentismo llevó a la Argentina a ubicarse un 1,5 por ciento por debajo del promedio de participación electoral de la región, donde Uruguay y Chile sobresalen con una asistencia a las urnas superior al 90 por ciento. El estudio “No votarás” –tal el nombre con que la consultora Equis lo dio a conocer– señala que la media de participación en los países de la región es del 69,2 por ciento y subraya que la caída de la Argentina por debajo de esa cifra contrasta con “lo sucedido históricamente y hasta la década de los ‘90, donde la concurrencia a las urnas de la sociedad se ubicaba por sobre el nivel medio de concurrencia regional”.
López aclaró que en función de lo que se denomina “ausentismo estructural” –gente que no vota por problemas administrativos–, “estamos en el orden de un 20 por ciento de ciudadanos que se ausentan para expresar su decisión política de no concurrir a votar”, aunque aún así destacó la magnitud del fenómeno. De hecho, el análisis de Equis concluye que “la estampida del ausentismo electoral, al que puede sumarse el creciente voto en blanco y las diversas formas de voto nulo o impugnado, resulta quizás el indicador objetivo más contundente de la profundidad que asume la crisis de representación política”.