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“Ahí no hay política, se pelean por quién la tiene más grande”

El diagnóstico viene de la Rosada, donde ven la pelea Solá-Duhalde como un fuego de artificio que puede chamuscar al gobernador. El eje del Gobierno es cargarse a la Bonaerense, “a todo el que se nos cruce” y, ya que están, al secretario de Seguridad de la provincia, Juan José Alvarez.

 Por Sergio Moreno

“¡Esto es una locura! La pelea entre Felipe (Solá) y (Eduardo) Duhalde no tiene goyete, ahí no hay política, se pelean por ver quién la tiene más grande.” Gráfico. El integrante del gabinete nacional que esto dijo a Página/12 está convencido de que las hostilidades desatadas entre el gobernador electo de la provincia de Buenos Aires y el ex presidente, si bien son un fuego de artificio, contienen la suficiente pólvora para chamuscar, un poco, a Solá. En cuanto al rol que está jugando Néstor Kirchner en esas comarcas, el confidente sostiene que el blanco es la Bonaerense, que el Presidente no se va a detener y que, para el caso, no piensa medir las consecuencias. “Se va a llevar puesto a todo el que se le cruce”, categoriza, tras lo cual un nombre emana de sus labios: “Juan José Alvarez tiene un problema serio; me parece que el asunto es con él”.
Kirchner dice en la intimidad: “Si no me meto en este kilombo, van a venir por mí”. Así verbaliza el Presidente su temor porque la situación de inseguridad en el conurbano se exponencialice hasta tornar irrespirable el aire que debe ventilar una nación que se dice democrática. Kirchner, persuadido de la existencia del nexo entre la Bonaerense y el delito (por los datos de inteligencia que le provee la SIDE), ha tomado el caso de la policía provincial con la minuciosidad de entomólogo con que suele encarar cada tema. Así, mientras miraba la foto en la que el ministro de Seguridad provincial, Juanjo Alvarez, cacheteaba los mofletes del comisario Angel Casafús tras la aparición del joven Belluscio, mandó al servicio de inteligencia a continuar la pesquisa. “Esa foto terrible –confió un secretario de Estado a este diario– era todo un documento; nosotros sabíamos que los que habían apresado no eran, no estaban vinculados al secuestro, que era todo un bluff de la Bonaerense. El Presidente mandó a seguir, hasta que agarramos a Manolo, el Chileno (en la noche del miércoles pasado). Lo atrapó un grupo de la SIDE y de la Prefectura. Es verso que en el operativo estuvo la Bonaerense.”
Haber apresado a Manolo constituye un gesto inequívoco hacia la policía provincial, pero también hacia Alvarez y al nuevo adversario de la Casa Rosada en el asunto, el procurador bonaerense Eduardo Matías de la Cruz (ver páginas 4 y 5). “¿Quién está detrás de la Cruz?”, se preguntan en Balcarce 50. “La Bonaerense, desde ya; Juanjo, tal vez, no es muy seguro; no creo que Solá, no lo veo en ésta”, ensaya un integrante del gabinete ante este diario. Este confidente es uno de los que cree que Kirchner no va a parar hasta ver afuera del conflicto a Alvarez.
Contrariamente, Solá estaba convencido de que el Presidente había restañado sus heridas, y que dejaría hacer su trabajo al ministro de Seguridad provincial. Todo indica que no será así.
“De igual manera, (Kirchner y Solá) hoy viajaron charlando otra vez en el avión rumbo a Benito Juárez; Kirchner fue muy deferente con Solá, creo que decidieron morigerar todo este kilombo”, dijo un miembro del Gobierno a Página/12 el viernes pasado.
El gobernador está en el brete de dejar partir a Alvarez el 10 de diciembre –cuando podría asumir como diputado nacional– o pelear por su permanencia. Muy cerca del mandatario provincial juran que Alvarez fue designado por el gobernador sin consultar a Duhalde (episodio relatado en esta columna el domingo pasado). Pero en la opinión pública quedó instalado que fue el ex presidente quien impuso el nombre del ministro de Seguridad. Si Solá echase a Alvarez ahora, con las presiones de la Presidencia, quedaría en un incómodo sitio, como si uno le pusiese a los ministros (Duhalde) y otro se los sacara (Kirchner). “Duhalde no puso a nadie, ¡si quería que fuese Atanasof!” quien ocupase el Ministerio de Seguridad, reveló un dirigente bonaerense a Página/12.
El otro flanco por el cual pretende avanzar el Presidente es el de los intendentes. Kirchner tiene a más de dos de ellos no ya bajo su mira, sino “encarpetados”, esto es, detalladamente desnudados en lapidarios informesde inteligencia. El resultado de esos trabajos ejecutados por la Dirección de Contrainteligencia de la SIDE da cuenta de el costado delictivo de estos alcaldes, peronistas ellos. Las carpetas, ya se ha dicho en este diario, están en poder del patagónico. Para un miembro del Gobierno consultado por este diario, uno de los distritos comandados por un intendente cuestionado es “el far west”.
Ahí actuará, parece ser, el sheriff de la Patagonia.
Peor enemigo
“Felipe tiene un enemigo inmenso, muy difícil de doblegar: él mismo”, sentencia un secretario de Estado, de esos que tienen rango de ministro, a Página/12. El funcionario, que cuenta con la ponderación del Presidente, es el autor de las frases que abren esta nota. Para él, entendido en lides caras al peronismo, Solá cometió una serie de equivocaciones que se las atribuye a un error de apreciación política. Sigamos su razonamiento:
- “Duhalde lo hizo presidente a Kirchner, lo hizo gobernador a Felipe, ha tenido actos de desprendimiento fenomenales. ¿Y Solá quiere, ahora, jubilarlo, mandarlo a casa?”
- “Kirchner está agradecido con Duhalde. Solá no. Solá le quiere pelear.”
- “Si vas a pelear a matar o morir con Duhalde en la provincia, seguro que morís.”
- “Solá debería haberse olvidado de las Cámaras (legislativas). Tendría que haberse ido unos días de vacaciones, con la Colorada (Teresa de Solá) y volver el 10 de diciembre. A partir de ahí sentarse a una mesa, con Duhalde y con Kirchner. Todos lo hubieran ayudado, no tenga duda.”
- “Nosotros lo hubiésemos ayudado; nosotros lo vamos a ayudar (nosotros, lector, significa el gobierno nacional).”
- “Los tipos a quien él (Solá) pelea son los que le van a votar todo, me entiende, todo. Van a ser soldados de él, no le quepan dudas.”
- “Felipe sabía que Duhalde iba a pelear porque el Tano (Antonio) Arcuri sea el vicepresidente primero de la Cámara. Por algo lo mandó como candidato a senador provincial; si no, lo hubiese hecho diputado nacional.”
- “No hay política en esta pelea. Es una ridiculez que le hace mal a todos, especialmente a Solá.”
El gobernador –que aún no ha asumido su nuevo mandato– tuvo el pasado viernes una reunión secreta, en la Capital, con el Presidente, tal como reveló Página/12 en exclusiva el domingo pasado. Allí, tras una larga conversación, Solá y Duhalde parecieron arreglar su cuitas. En la charla había llegado a la conclusión de que las cámaras quedarían en mano de Osvaldo Mércuri (Diputados) y de Hugo Corvatta (la viceprimera del Senado). Pero ese cargo en la Cámara alta provincial será, finalmente, para Arcuri, tal como siempre pregonaron los duhaldistas de paladar negro, empezando por su líder. ¿Qué ocurrió? “Cuando uno ‘cree’ que tiene un acuerdo, no lo tiene. Eso le pasó a Solá”, ensaya un duhaldista ante este diario.
Lejos de haber terminado, estas escaramuzas seguirán dando que hablar. El gobernador bonaerense parece estar entre dos fuegos, tan poderosos como sus fogoneros. De los otros lados dicen que esto es sólo chisporroteo, que Solá no tiene que temer, que debería respaldarse, los duhaldistas creen que en su jefe, en el Gobierno piensan que en el Presidente.
Habrá que ver si el gobernador elige.

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