EL PAíS › LA JUSTICIA DENEGO A CAVALLO SU PEDIDO DE EXCARCELACION

Sólo malas noticias para el Mingo

El ex superministro deberá permanecer en prisión al menos hasta que la Cámara estudie su pedido de libertad. Ayer disfrutó de la comida de los gendarmes y recibió visitas, entre ellas la de su mujer, Sonia. Las comodidades en el escuadrón.

Domingo Cavallo deberá acostumbrarse al guiso de albóndigas con fideos y al arroz con pollo. El juez Julio Speroni rechazó el pedido de excarcelación que habían presentado sus abogados. El magistrado basó su decisión en que la pena mínima del delito por el que está acusado el ex ministro de Economía –contrabando agravado– es de cuatro años y por lo tanto no admite la liberación del reo. La celda de tres por tres del Escuadrón Buenos Aires de Gendarmería fue visitada ayer por Sonia Abrazian de Cavallo. La mujer, que regresó ayer mismo de Estados Unidos, pudo eludir a los periodistas y entrevistarse a solas con su marido.
Por la mañana, luego de desayunar con unos mates, Cavallo se enteró de que seguiría detenido. Funcionarios del juzgado de Speroni fueron hasta el Escuadrón de Gendarmería para anunciarle la decisión del juez que lo encarceló por su participación en el contrabando de armas a Ecuador y Croacia. A los abogados Eduardo Oderigo y Rafael O’Gorman sólo les queda insistir en el pedido de la liberación ante el juez y luego en la Cámara en lo Penal Económico. Todo indica que en el tribunal superior no tendrán mejor suerte que la conseguida hasta ahora. Estos camaristas no acostumbran dejar salir a los acusados cuando están involucrados en delitos no excarcelables. Ese fue el mismo criterio que mantuvo Speroni y que no dejó conformes a los representantes del ex ministro. “Estamos esperando conocer los fundamentos. No se hizo referencia a la causa y no ha mostrado por qué lo detiene”, aseguró uno de los abogados a Página/12.
El juez tiene diez días para pronunciarse sobre la situación del creador de la convertibilidad pero se descarta que lo procesará. El ex subadministador de la Aduana Nacional entre 1992 y 1993, Julio Kowalsky, amplió ayer su testimonio en la causa y, según allegados a la investigación, sirvió “para certificar algunas cuestiones que el juez ya manejaba” y que ahora podrá usar para fundamentar el procesamiento. En una anterior declaración, este hombre había asegurado que recibió la orden de dejar pasar los contenedores con las armas y municiones sin revisar.
Después de enterarse de que seguiría tras las rejas, Cavallo se dirigió al comedor donde lo esperaba el arroz con pollo –a diferencia del guiso de albóndigas y fideos que había cenado el miércoles– y en el camino fue descubierto por los periodistas que hacían guardia en el lugar. Los movileros lo vieron a unos sesenta metros. Estaba vestido con un pantalón claro y una camisa verde oscuro y llevaba un libro en la mano. Media hora más tarde, luego del almuerzo, hizo el camino inverso, esta vez detrás de siete hombres, uno uniformado y seis de civil, que intentaban ocultarlo de las cámaras. Los gendarmes aseguraron que mantuvieron “buen trato” con el ex funcionario y que éste se mostró de “buen ánimo”.
Quien pudo evadir a los periodistas fue Sonia Abrazian. La mujer llegó ayer a las 11 de Estados Unidos en un vuelo de American Airlines y coordinó la visita a su esposo con el juez Speroni. Sonia ingresó al escuadrón de Gendarmería en un auto que la dejó dentro del predio sin que la prensa advirtiera su llegada y su salida y pudo hablar a solas con su marido. Cavallo tenía previsto encontrarse con su mujer en Washington, donde iba a dictar una serie de conferencias. Los jueces Jorge Ballesteros y Juan José Galeano, que tienen a su cargo expedientes en los que está involucrado el ex ministro, habían permitido su salida del país. Pero Speroni sorprendió al autor del corralito y no sólo no admitió el viaje, sino que ordenó su detención. Así, en vez de reunirse con Sonia en Estados Unidos, lo hizo en Gendarmería.
El ex ministro recibió también a su hermano Jorge Cavallo, a los diputados nacionales Guillermo Alchouron, José Luis Fernández Valoni y César Albrisi y a varios amigos. Uno de ellos le llevó masitas. También se acercó a visitarlo su vocero, Lisandro Varela, quien no pudo entrar porque se olvidó los documentos, aunque le hizo llegar unas tazas de café en una bolsita y papeles. Uno de sus amigos comentó que el ex funcionario pidió el libro en el que el general Martín Balza relata detalles de la causa por la venta ilegal de armas, por las que él mismo estuvo detenido. “Está trabajando, leyendo mucho y acostumbrándose al recinto en el que está, que es muy modesto y chiquito. Cree que su arresto es injusto y sabe que es inocente. Creemos que el juez se equivocó con él porque en la misma causa dejó libre a otros procesados y ahora tendrá que dar una opinión formal”, describió Alfredo Castañón, coordinador de la defensa.
El juez aún no dio permiso a Cavallo para utilizar telefonía celular ni conectarse a la red Internet, que sí disfrutarían otros presos VIP del escuadrón. Allí están alojados el ex juez federal de Dolores Hernán Bernasconi y el ex secretario de Seguridad Enrique Mathov. Según el diputado de Acción por la República Guillermo Alchouron, a pesar de no estar autorizado, el ex ministro tiene un teléfono. En declaraciones al programa “Febo Asoma”, de Radio Ciudad, Alchouron aseguró que habló con su jefe luego de su detención. “Yo lo llamé a su celular”, afirmó.
Por ahora Cavallo seguirá detenido. Y si no le gustó el guiso o decide hacer dieta, deberá pedir que le traigan la comida de su casa.

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Domingo Cavallo en el momento en que se dirigía al comedor, custodiado por gendarmes carceleros.
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