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Un decano repuesto y otro destituido en Ingeniería

La UBA resolvió restituir al decano separado hace tres meses. Para eso, removió a su sucesor.

 Por Javier Lorca

Raro privilegio el de Bruno Cernuschi Frías: no sólo fue el primer decano destituido en los 183 años de historia de la Universidad de Buenos Aires (UBA), sino que ayer se convirtió también en el primero en ser restituido en su cargo. Después de casi tres meses de negociaciones y debates, el gobierno de la universidad resolvió declarar “la nulidad absoluta e insanable” del proceso realizado en la Facultad de Ingeniería para remover al decano. De todas maneras, el conflicto en la facultad donde estudian unos 8 mil alumnos está lejos de zanjarse. Entre otras cosas, porque la resolución tomada ayer destituyó, a su vez, al decano que había sido nombrado en lugar del ex decano ahora repuesto, Carlos Rosito, quien cuenta con el apoyo mayoritario del consejo que gobierna la facultad y no abandonaría el cargo. Así que, por el momento, Ingeniería tendrá dos decanos, uno reconocido por las autoridades de la universidad y otro por las de la facultad. Todo indica que la compleja crisis se va a dirimir en la Justicia.
“Chau Rosito, chau Rosito, chau”, entonó un grupo de estudiantes y docentes de Ingeniería cuando, pasada la una de la tarde, el Consejo Superior de la UBA contó 16 votos a favor de la restitución de Cernuschi y 12 en contra. “Yo sabía, yo sabía, que Cernuschi no entra a Ingeniería”, respondieron los alumnos opositores al hombre que fue repuesto en ausencia (porque, para complicar un poco más el escenario, está en Francia con licencia hasta fines de julio).
El rector Guillermo Jaim Etcheverry abrió la sesión a las 9.30, con dos proyectos bajo tratamiento. “El consejo directivo de una facultad puede echar a un decano si se prueba notoria inconducta e incumplimiento, si se siguen los procedimientos legales y si se cuenta con 11 votos. No es cierto que se lo pueda echar solamente con 11 votos, eso sería extorsión... Acá hay que velar por la legalidad... para garantizar el estado de derecho en la universidad”, planteó el decano de Odontología, Máximo Juan Giglio, al presentar el proyecto que terminaría imponiéndose con estos argumentos: el proceso de destitución vulneró el principio de cosa juzgada (el archirrepetido non bis in idem) y las acusaciones contra Cernuschi no revistieron entidad para ser causales de remoción (se las consideró faltas leves, actitudes descorteses y adjetivación innecesaria, “surgidas al fragor de las discusiones”). “Todo el proceso de destitución fue un despropósito jurídico –apoyó el consejero estudiantil Hernán Scorofitz–. Y no es casual que el golpe de Estado haya empezado cuando Cernuschi inició una investigación sobre la Fundación Facultad de Ingeniería, que ha funcionado como aduana paralela, entregándole la universidad a las empresas.”
El otro proyecto en cuestión, presentado por el decano de Derecho, Atilio Alterini, promovía devolver el expediente de destitución a la facultad para que Cernuschi haga su descargo ante las acusaciones. “La incompetencia funcional es causal de remoción de un funcionario de gestión”, apuntó Alterini, para quien “Cernuschi no estaba en condiciones de seguir en su cargo”. Luego recordó que el estatuto de la UBA le reserva la competencia de remover decanos a los consejos de las facultades y no al Consejo Superior: “Legalmente, es imposible remover a Rosito sin recurrir al Tribunal de Justicia. Y es materialmente imposible reponer a Cernuschi sin remover a Rosito. Estamos a punto de tener dos decanos en una facultad”.
Hubo algunos llamativamente silenciosos, pero casi todos los consejeros hicieron uso de la palabra. Incluido el propio Rosito, que ocupó la banca de su facultad ante la ausencia del vicedecano: además de defenderse, acusó al rector de haber tomado partido contra el consejo de Ingeniería. Después de los discursos y las rencillas, la votación no deparó demasiada sorpresa (acaso Medicina y Psicología). Quienes sustentaron la restitución fueron los decanos de Agronomía, Veterinarias, Psicología, Sociales y Odontología, los vicedecanos de Exactas y Filosofía, los cuatro profesores y los cuatro alumnos de mayoría, más la graduada de minoría. No se trató de un bloque, sino de una alianza circunstancial y heterogénea (desde conservadores hasta la izquierda). En cambio, sí hubo algo parecido a un bloque del otro lado, con mayoría de radicales, aunque no sólo. Los que votaron en contra fueron los decanos de Arquitectura, Derecho, Medicina, Económicas y el mismo Rosito, la vicedecana de Farmacia, el profesor y el alumno de minoría, más los cuatro graduados de mayoría. Aunque aclaró que no apoya “a ningún grupo” y que sólo “tomó partido por la institución”, Jaim Etcheverry celebró la decisión del Consejo: “No hay para la universidad otra política que el respeto de las normas”. Anoche, los actores del conflicto ya estaban planeando nuevas estrategias y acciones.

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