ESPECTáCULOS › GUSTAVO BERGALLI Y SU GRUPO TOCAN EN BUENOS AIRES

Un argentino de Escandinavia

 Por Diego Fischerman

A mediados de la década de 1960 fue uno de los referentes de lo que entonces se llamaba, en Buenos Aires, jazz moderno. Tocó, por ese entonces, en el primer disco de Almendra y luego formó un grupo fugaz con Rodolfo García y Luis Alberto Spinetta. Estuvo en Sanata y Clarificación, un intento de Rodolfo Alchourrón de juntar los mundos del jazz y el rock, y, también, en Quinteplus, una de las bandas argentinas más originales de esos años. Y después, el trompetista Gustavo Bergalli se fue a Europa. Se instaló en Suecia. Y hoy comenzará una serie de actuaciones en Gandhi Notorious (Corrientes 1734), con dos excelentes músicos noruegos –Dag Arnesen en piano y Sigurd Ulveseth en contrabajo– y un invitado de lujo: el notable baterista estadounidense Adam Nussbaum.
“El grupo se formó hace aproximadamente un año y medio”, dice Bergalli a Página/12. “Vuelvo frecuentemente y siempre trato de hacer algo de música con mis amigos de aquí. Pero esta vez surgió la posibilidad de venir con esta formación gracias al apoyo de la Dirección de Cultura de Noruega, la Sociedad de Jazz de ese país y la embajada noruega en Argentina.” El grupo tocará, además de esta noche a las 21, mañana y el sábado a las 22.30 y el domingo nuevamente a las 21. “La mayoría de los temas son míos y de Arnesen pero también habrá algunos standards”, adelanta Bergalli. “El estilo del grupo está cerca de lo que podría identificarse con el jazz escandinavo”, comenta. “Hay una marcación rítmica menos regular, más abierta. Hay una mayor preeminencia de los climas y la posibilidad de establecer distintos planos sonoros por sobre la fuerza o el impulso rítmico. Si bien la presencia de Nussbaum, que tiene un estilo más neoyorquino, le da un carácter más definido, el contexto sigue siendo nórdico.” Ulveseth, por su parte, comenta que “en Noruega y en Suecia no hay una sola manera de hacer jazz. Están los que trabajan en una línea más cercana a la electrónica, como Niels-Peter Molvaer, los que actualmente bucean en los folklores de la región, como el saxofonista Jan Garbarek, y también grandes nombres ligados a la escena del jazz mundial, como los contrabajistas Palle Daniellson o el baterista Jon Christensen, con los que ha tocado Keith Jarrett. Sin embargo, a pesar de las diferencias creo que hay un denominador común que tiene que ver con la espacialidad, con el aire que se deja entre nota y nota y, también, entre instrumento e instrumento”.
El pianista, Dag Arnesen, explica que “el estilo del grupo parte del bop, se desenvuelve dentro del jazz contemporáneo y las improvisaciones se articulan sobre formas definidas. Nos importa poner límites para que todo sea ejecutable”. Bergalli, que integró hace más de treinta años el Buenos Aires Jazz Quartet, con el que hacía free jazz, se apresura a comentar: “No hacemos free jazz. Esa experiencia cuenta, en tanto todos pasamos por ella, pero en este caso buscamos un tipo de jazz en que las melodías puedan ser complejas aunque se monten en estructuras sencillas, que permitan la improvisación, la interacción y los diálogos entre la sección rítmica y los solistas”. Bergalli, que reivindica de Quinteplus el hecho de que trabajara con materiales provenientes de tradiciones folklóricas sudamericanas, tiene en Suecia un grupo de tango y cita, como al pasar, una frase del famoso saxofonista Phil Woods: “En Brasil y en el tango está el futuro del jazz”.

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