EL PAíS › MOVIDA DE DUHALDE PARA APURAR LA SANCION DE LA LEY DEL PLAN REMEX

El DNU que no fue y la caída del Scotia

En Olivos anoche estudiaban el borrador de la ley que pondrá en marcha el nuevo Plan Bonex. La decisión de implementarlo empezó el martes a la noche, cuando Duhalde se negó a firmar el decreto para acotar los amparos, en una reunión en la Rosada.

 Por Sergio Moreno

Cien funcionarios trabajaban en el Ministerio de Economía elaborando las leyes que darían cuerpo al Plan Remex y a un boceto de acuerdo con los gobernadores, mientras Duhalde recibía a sus ministros y secretarios a la vez que hablaba con Jorge Remes Lenicov por teléfono. El viernes negro había pasado, dejando su secuela: fue oscuro para el Gobierno (“un día terrible”, según dijo un ministro a este diario), pero mucho peor para los banqueros. Así lo entendían ayer en Olivos, donde, además de las constantes comunicaciones con Washington, metían presión para llegar a tiempo al Congreso para aprobar las normas citadas, además de la derogación de las dos leyes que excluyentemente sigue exigiendo el Fondo Monetario: quiebras y subversión económica. Con respecto a los bancos, la sensación era que finalmente “se subieron al barco” después de la caída del Scotiabank. Un desenlace que, si bien estaba en todos los pronósticos, comenzó a precipitarse en una reunión el martes a la noche, el mismo día en que Duhalde se negó a firmar el decreto que acotaba la presentación de recursos de amparo contra el corralito financiero.
Al cierre de esta edición, el Presidente estudiaba, luego de cenar, el borrador de la ley Remex junto al secretario general, Aníbal Fernández, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, el vocero Eduardo Amadeo, el viceministro de Economía, Jorge Todesca, el secretario de Finanzas, Lisandro Barry y el vicepresidente del Banco Central, Aldo Pignanelli, en Olivos.
Duhalde se quedó todo el día en la Quinta Presidencial, cuartel de operaciones desde donde se monitoreaba on line la marcha de las reuniones que mantuvo ayer Remes a orillas del Potomac –con el titular del FMI, Horst Koehler, entre otros– y el desarrollo de las labores en el Palacio de Hacienda. Durante la jornada, unos cien funcionarios, divididos en tres grupos, trabajaron en el proyecto de ley que cristalizará el nuevo Plan Bonex, un nuevo acuerdo con las provincias y la armonización macroeconómica de esas medidas. A la vez, el ministro del Interior, Rodolfo Gabrielli, llamaba a diputados y senadores del peronismo y la UCR para garantizar la mayor rapidez en el tratamiento del Plan Remex. En Olivos estaban más que optimistas con respecto a los plazos de aprobación.
El feeling no era el mismo con respecto a la derogación de las leyes de quiebras y subversión económica, y eso pone nerviosa a la administración Duhalde. “La aprobación de las dos leyes es vital. El problema es que ambas son el click necesario para abrir las puertas del Fondo. Son para que vos te sientes y repartas las cartas y, hasta ahora, estamos mezclándolas”, ejemplificó ayer a Página/12 un importante miembro del gabinete. Ambos proyectos fueron elevados al Parlamento a fin de la semana pasada y están para su tratamiento. Los legisladores son más que reticentes con ambas normas, pero en Gobierno no pierden las esperanzas. “No sé qué legislador estará dispuesto a dar la vida por no cambiar estas leyes”, ensayó la fuente, optimista de vencer las resistencias a las modificaciones.
Con respecto al Plan Bonex en ciernes, la expectativa era más favorable.
El crac
–Presidente, estoy preocupado, se me están cayendo dos planes –le dijo a Duhalde un ministro el miércoles pasado, por la mañana.
–A mí se me caen dos bancos –respondió el Presidente.
“No estaba desesperado por eso”, confió a este diario el ministro que había mantenido el diálogo en la Rosada.
El martes por la mañana, Duhalde se negó a firmar el decreto de necesidad y urgencia (DNU) acotando los recursos de amparo contra el corralito, que había sido anunciado apenas un día antes por Remes en una conferencia de prensa. El Presidente melló un poco más la autoridad de su ministro convencido de la inconstitucionalidad del DNU nonato. Esa mismanoche, en la Rosada, convocó a Remes, Todesca, Aníbal Fernández y a Amadeo. Allí, el Presidente derramó sus hieles sobre los banqueros. “Nos cansamos de pedirles que presenten recursos ante la Justicia, que nos hagan llegar propuestas alternativas, que se muevan y nos ayuden a frenar el drenaje. Sólo pedían redescuentos y ayuda del Estado”, se quejó un miembro del Gobierno ante Página/12.
En el randez vous nocturno del martes en la Rosada –la “noche clave” al decir del funcionario–, Duhalde y los suyos se decidieron a “tomar las riendas de la situación” y a “jugar fuerte”.
–¿Qué significa jugar fuerte? –preguntó este diario a dicha fuente.
–A comprometer al Parlamento, a los partidos, a la Justicia y a los banqueros en la resolución de este quilombo. A que los costos del Plan Bonex no lo paguemos sólo nosotros. A que los banqueros se den cuenta de la gravedad de la situación, por más que para hacerlos entrar en razón el costo sea la caída de algún banco –respondió.
Así cayó el Scotiabank.
Ayer, Duhalde habló por radio, como todos los sábados. Su mensaje contuvo algunas pistas de la decisión que tomó aquella noche. Dijo, entre otras cosas, que “los bancos también tienen que ser responsables por parte de los créditos que han otorgado y que hoy no pueden devolver inmediatamente”. Y afirmó que “yo no quiero” tenderle la mano a ellos, sino a “los ahorristas”, eje del discurso oficial.
“Es cierto, los banqueros querían que pagáramos nosotros solos todo el costo del nuevo Plan Bonex, a pesar de que ellos lo querían. Pero cuando Duhalde les dijo ‘si yo me caigo ustedes se caen conmigo’ y, trascartón, el Banco Central suspendió al Scotia, ahí mandaron a sus operadores de prensa con mensajes a favor del plan”, dijo un confidente del Gobierno a este diario.
Ahora, el Gobierno espera la aprobación del plan y, posteriormente, la reacción de los ahorristas. “En un principio puede generar rechazo, pero después el Bonex va dar confianza y estabilidad”, se esperanzó un secretario de Estado ante Página/12. La primera reacción la tiene garantizada.

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Duhalde, Capitanich y Aníbal Fernández estuvieron ayer reunidos todo el día en la quinta de Olivos.
 
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