EL PAíS › ELSA QUIROZ, SECRETARIA DEL ARI

“Hay que superar las prácticas de la vieja política”

Pasó la dictadura en prisión por su militancia en la JUP, fue socia fundadora de Suteba y diputada del Frente Grande. Hace dos semanas que es titular del ARI y enfrenta el desafío de construir una opción.

 Por José Natanson

La flamante secretaria general del ARI, Elsa “Tata” Quiroz, tiene por delante la difícil tarea de conducir una fuerza joven, estructuralmente débil, con pocos dirigentes conocidos y hegemonizada por el liderazgo indiscutido de Elisa Carrió. A pesar de estos inconvenientes, Quiroz parece contenta en la charla con Página/12, donde repasó su trayectoria y los complicados desafíos del ARI.
Quiroz comenzó a militar de adolescente en un grupo parroquial en Clorinda, Formosa, y continuó después en la Facultad de Arquitectura de Resistencia. Estaba en la Juventud Universitaria Peronista y en abril de 1976 fue detenida a disposición del Poder Ejecutivo. La trasladaron a Devoto, donde permaneció tras las rejas hasta el 28 de diciembre de 1983. Luego de casi ocho años de cárcel, Quiroz apeló al primer título que tenía a mano –maestra– y comenzó a trabajar en una escuela primaria en Merlo. Se afilió al sindicato, y dos años después se convirtió en una de las fundadoras de Suteba, el poderoso gremio de los docentes de la provincia. Poco más tarde, junto con un grupo de gremialistas, Quiroz se acercó a Chacho Alvarez, fue elegida titular del Frente Grande de Merlo y en 1999, surfeando en la ola aliancista, ingresó al Congreso como diputada nacional.
–¿Cómo se siente una ex peronista como usted, en un partido cuyos dirigentes provienen en general de otras tradiciones políticas? –le preguntó Página/12 a Quiroz, una morocha delgada, con un hablar pausado y claro, con dejos de tonada formoseña.
–Bien, porque la clave es identificar una causa, elaborar un proyecto y construir una identidad. Vengamos del peronismo, de la UCR o del socialismo, el tema es procesar y superar las prácticas de la vieja política. Y nos identificamos porque buscamos ese camino.
–Cuando Kirchner asumió el Gobierno, el ARI perdió algunos dirigentes de pasado peronista, como Rafael Romá, Mario Cafiero y José Vitar, que se acercaron al Gobierno. ¿Alguna vez analizó la posibilidad de cambiar de bando?
–No. Al contrario. En la primera discusión que tuvimos sobre el tema, tres días después de las elecciones, algunos compañeros planteaban condicionar el apoyo de Kirchner, elaborar una agenda y en base a eso determinar una posición. Yo opinaba diferente, como Lilita y como la mayoría de los compañeros. Creía que el Gobierno venía con una metodología, una concepción y un ejercicio del poder, que nosotros nacimos para combatir. Algunos, por ejemplo, decían que Kirchner nos estaba robando la agenda. Pero una cosa es el discurso, apropiarse de su significado, y otra cosa es la ejecución de políticas. La realidad nos dio la razón. Nuestra concepción del poder y nuestra metodología de construcción política es diferente.
En 1994, Quiroz y un grupo de gremialistas de Suteba elaboraron algunos proyectos vinculados con la educación y los derechos humanos para discutir en la Convención Constituyente. Uno de los destinatarios era Carrió, una dirigente que, aunque había llegado como representante del radicalismo chaqueño, descolló en su oposición pública al Pacto de Olivos. Cinco años más tarde, las dos mujeres se reencontraron en la Cámara de Diputados, cuando Quiroz se sumó a un pequeño grupo de diputados del Frepaso que se negó a votar la reforma laboral. “Formamos un núcleo de rebeldes. Veníamos de diferentes lugares, decepcionados con el Frente y con la Alianza. Nos fuimos juntando de a poco y algunos de nosotros después formamos el ARI”, recuerda.
Cada vez más cerca de Carrió, trabajó en la construcción inicial del ARI, pero quedó afuera de la Cámara de Diputados en las últimas elecciones. Siguió trabajando en el partido y se hizo muy amiga de la chaqueña, con quien comparte la decisión de consolidar una oposición empecinada al gobierno de Kirchner. Dos semanas atrás, en un acto en el teatro Coliseo, Quiroz fue designada formalmente como primera secretaria general del ARI, y se sumó a las generalas que acompañan a Carrió en los cargos de máxima responsabilidad: Susana García (titular de la Asamblea Nacional), Diana Maffia (directora del Instituto Hannah Arendt) y Marta Maffei (candidata a senadora bonaerense). Dedicada full-time a su nuevo cargo, Quiroz deberá enfrentar una serie de problemas de difícil resolución, como los déficit de estructura o la debilidad del ARI en la mayoría de los distritos.
–¿Cuáles son los desafíos del ARI como partido?
–Generar un espacio que contribuya a sacar a la sociedad de la asfixia, que permita crear un país nuevo, sin corrupción, con instituciones que funcionen y derechos plenos para todos los ciudadanos. Y que se plantee como un partido de gobierno. Hoy nos toca ser oposición, pero es una circunstancia, una coyuntura. Nuestro proyecto es construir poder para tomar las decisiones, bajo la idea de que el poder no es algo que está allá, alto y lejos, y que hay que buscar una escalera para alcanzarlo sino una construcción colectiva con la sociedad.
–El ARI gira alrededor de Carrió y, evidentemente, hay una distancia entre ella y el resto de los dirigentes, algunos de los cuales tienen trayectorias importantes pero, en general, son bastante desconocidos. ¿Ese es un problema?
–Puede ser una debilidad, por supuesto, pero siempre y cuando la obviemos. Es cierto que hay una distancia entre el reconocimiento y el liderazgo de Carrió en relación con la mayoría de nosotros. Pero el camino no es tratar de hacernos conocidos a toda costa sino trabajar y hacer política de la manera que creemos.
–Eso está muy bien, pero si de verdad el ARI quiere constituirse en una opción de poder necesita ganar elecciones. Y para ganar elecciones no sólo hay que tener trayectoria sino conocimiento público.
–Por supuesto, pero de a poco, nos iremos haciendo conocer, y sobre todo iremos instalando los programas y los proyectos del ARI. Ya hay una identidad del ARI que es reconocida. Ya llevamos dos elecciones presentándonos y por eso nos dimos este proceso de organización, para que el ARI crezca y se fortalezca, como organización y como identidad política. Eso es lo que nos va permitir acercarnos a nuestros objetivos y no si algún dirigente es un poco más conocido o si mide dos puntos más o dos puntos menos en las encuestas.
–Usted es la titular del ARI, pero el liderazgo político es de Carrió, ¿cómo va enfrentar el problema del doble comando?
–No va a ser un problema en tanto la organización se plantee sostener el liderazgo de Lilita, y los liderazgos que vayan surgiendo, y éstos a su vez acumulen para consolidar el partido. Este es el camino para resolver las posibles tensiones que puedan aparecer. Un ida y vuelta. Queremos un partido que privilegie el trabajo y el mérito por sobre las aspiraciones personales. Estas son las reglas, y en la medida en que se profundice la organización las reglas van a quedar más claras, para la sociedad y también para nosotros.

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