EL PAíS › EL INGRESO DE MUSULMANES DE AL TABLIGH

Primicia muy antigua

 Por Raúl Kollmann

Los integrantes del grupo religioso Jamaat Al Tabligh ingresaron legalmente al país, constituyen una agrupación fanática del Islam, ninguno registra antecedentes a nivel internacional en materia de terrorismo y su presencia tiene que ver con una ofensiva de captación religiosa que tiene como centro el Paraguay y Brasil y se extiende a la Argentina. La información fue confirmada ayer por el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, pero todos esos datos fueron publicados por Página/12 hace un mes y medio, el 26 de julio. En aquella ocasión se mencionó la detención de nueve integrantes de Jamaat Al Tabligh en la localidad bonaerense de Laprida, en un procedimiento de dudosa legalidad y que –tal como señaló este diario– tuvo cómo única explicación que querían hacerle saber a ese grupo de religiosos que estaban siendo vigilados.
En forma exclusiva Página/12 describió en detalle las consideraciones internacionales que existen sobre Al Tabligh. Se trata de una organización que se dedica a la conversión al Islam, lo que en la teología islámica se conoce como el Dawa. En la inteligencia israelí dicen que es un grupo misionero que cuenta con madrasas (escuelas-mezquitas) en Pakistán y Afganistán y el Mossad asegura que tiene vinculaciones con la Hermandad Musulmana de Egipto, organización que integra Al Qaida. No opinan lo mismo ni la CIA ni el FBI ni el resto de los servicios de inteligencia internacionales que los consideran únicamente fanáticos que existen en el Islam, pero también en las demás religiones, donde están los grupos que son más ortodoxos y más extremos en su práctica religiosa que otros.
En julio, la voz de alerta la dieron integrantes de la comunidad islámica de la zona de Tandil y Necochea, a quienes los misioneros de Al Tabligh le pidieron la lista de los ciudadanos de la región que profesan el Islam. Justamente su intención era visitar uno a uno y captarlos para lo que muchos islámicos moderados consideran una secta religiosa. Lo concreto es que se procedió en ese momento a la detención de nueve integrantes de Al Tabligh y se verificó que sus pasaportes son auténticos y no registran pedidos de captura internacionales. El único –y dudoso– argumento que se usó para detenerlos es que entraron con visas de turismo y no estaban haciendo turismo, sino rezando día y noche. Veinticuatro horas después del arresto, recuperaron su libertad. El gobernador Felipe Solá defendió aquel procedimiento señalando que la presencia del grupo es extraña. “Son una secta musulmana que viene a buscar adeptos. La respetamos, pero es raro que vengan a localidades tan pequeñas. El mundo está convulsionado –explicó Solá– y seguimos todos los temas extraños, seguimos absolutamente de cerca este tema telefónicamente con el Presidente”.
En forma sorpresiva, el diario La Nación retomó en estos días la cuestión, como si la llegada de integrantes de Al Tabligh fuera un hecho nuevo. Ayer, Alberto Fernández insistió en que se trata de “un grupo musulmán ortodoxo”, que no recluta para Al Qaida. “Hemos seguido sus actividades, aunque nada tienen que ver con semejante cosa”, dijo Fernández reiterando lo ya dicho en julio.
Entre los referentes de la oposición no hubo acuerdo. Ricardo López Murphy reclamó que el Gobierno “evite el riesgo de convertir a la Argentina en un teatro de operaciones terroristas”, aunque no está claro si pidió la detención de los ortodoxos islámicos y bajo qué cargos. Por su parte, Elisa Carrió sostuvo que “no creo en nada de lo que se diga en campaña electoral. Algunos sectores del Gobierno pueden estar creando miedo en la sociedad”.
Para el FBI, el gobierno español y el británico, Al Tabligh es una organización legal que no aparece vinculada ni al 11 de septiembre ni a los atentados de Atocha y Londres.

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Facsímil de la nota publicada por Página/12 el 26 de julio.
 
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