Después de recibir las “llaves de la ciudad” –así lo agradeció Kirchner, aunque le dieron un diploma y una medalla de ciudadano ilustre de la Villa de Madrid– y finalizados los discursos, el Presidente charló informalmente con el alcalde, su esposa, Cristina y Ana Botella –la esposa de José María Aznar, que es concejala del PP–. El tema fue el Mundial: la edad de Cafú, la no inclusión de Cesc Fábregas en el 11 titular de España y la lesión de Nico Burdisso fueron abordados por los representantes en el hall central del Ayuntamiento.

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Kirchner salía del recinto deliberativo del Ayuntamiento y lo detuvo una mujer sonriente: “Vamos a ser nosotros los campeones del mundo, Presidente”, le espetó la concejala Celia Villalobos Talero, ex ministra de Salud de Aznar y célebre por su recomendación en los días del pánico europeo por “la vaca loca”. Entonces dijo la ministra: “Con hervir un poco más el hueso para el puchero se acaban los problemas”.

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“Bien Tévez, fue el que más me gustó”, le dijo Kirchner a Zapatero, que se lamentó por el reemplazo de Messi en la segunda etapa. El Presidente celebró el empate y el haber quedado en el primer lugar en el Grupo. “Estamos ahí no más de Leipzig...”, dijo un miembro del elenco estable de los viajes.

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Sólo dos preguntas por la Argentina y dos por España estaban pautadas para la rueda de prensa en La Moncloa. Una de ellas, a Zapatero, fue qué opinaba de Evo y de Chávez, a lo que el jefe de gobierno respondió sin titubear: “Buscamos la mejor relación con América latina, y respetamos la voluntad democrática de los pueblos. No estamos para dar lecciones, y menos a quienes sufrieron tanto”.

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Sin perder tiempo y apenas finalizada la rueda de prensa, Zapatero le entregó la casaca argentina que le había regalado Kirchner a su vocero. Luego le dijo algo al oído. Cuando se terminaba la noche apreció el resultado de la instrucción: el vocero le alcanzó al jefe de gobierno algo de color rojo. Cuando lo desplegó, se vio la camiseta de la selección española. Kirchner se la puso y aceptó unas fotos, pero después miró a su anfitrión y le espetó “vamos a ganar nosotros...”