EL PAíS › OPINION

Una espera en Tribunales

 Por Horacio Mendez Carreras *

Estaba citado a las 8.30. Hizo su ingreso a las 9.30 y permaneció en el Juzgado hasta pasadas las 13.30, en que, finalizada la indagatoria, pidió quedarse a compulsar los cincuenta y cinco cuerpos que comprende la causa caratulada “Acosta, Jorge Eduardo s/delito de acción pública” un desprendimiento de la megacausa ESMA. Esa fue la primera vez que El Tigre Acosta, muy sorprendido por su volumen, pudo tomar contacto físico con los cincuenta y cinco expedientes que componen la citada causa en la que se encuentra procesado con otros once compinches acusados de crímenes contra la humanidad. Hoy, jueves 18, se lo espera a Antonio Pernías, el 24 a Alfredo Astiz y el 25 a Antonio Febres. Para quien quiera asistir todos ellos están citados a la misma hora. El grupo de cuatro imputados hasta hoy por tormentos y en el futuro por homicidio calificado fue el primero en ser procesado por el juez Sergio Torres, en el mes de mayo de 2004. Desde que la Cámara Federal los indagara en febrero de 1987 no habían sido nuevamente citados. En esas circunstancias, como los cuerpos no habían sido hallados, sólo se les atribuyó el delito de tormentos previsto en el art. 144 ter del Código Penal entonces vigente, según Ley 14.616. A raíz de haber sido hallados e individualizados a mediados del 2005 los restos de cinco mujeres pertenecientes al grupo de familiares que se reunían en la Iglesia de la Santa Cruz –entre ellas la religiosa Léonie Duquet– el fiscal Eduardo Taiano solicitó como medida previa que a fin de evitar planteos y nulidades se amplíen las indagatorias a los cuatro procesados, lo que “redundará en beneficio del esclarecimiento de los hechos ilícitos ventilados en autos”. Como se recordará, los cinco cuerpos fueron arrojados al mar desde un avión naval a mediados de diciembre de 1977, siendo identificados 28 años después por el Equipo Argentino de Antropología Forense. La nueva calificación que pide el fiscal Taiano es por privación ilegítima de la libertad, tormentos, así como homicidios de Azucena Villaflor de De Vicenti, María Eugenia Ponce de Bianco, Esther Balestrino de Careaga, Angela Aguad y Léonie Duquet. El fiscal también pidió que los cuatro acusados sean indagados sobre los restantes integrantes del grupo de víctimas –doce en total– dado que si bien permanecen desaparecidos, existen motivos para presumir que sufrieron el mismo destino.

Con impecable traje azul, camisa celeste y corbata al tono, como dicen los cronistas de modas, que resaltaban el azul profundo de su mirada, pasó a mi lado con paso ligero y prieto, “sin esposas” y con un solo custodio, lo que a mi juicio constituye una grave falta por la naturaleza de los gravísimos delitos que se le imputan y posibilidad de una eventual evasión. Contra su pecho apretada llevaba una carpeta con diversas anotaciones en un gesto propio al de un resuelto abogado del foro. Su aspecto de abuelo bonachón y distinguido, su porte suelto, donjuanesco y su andar ligero distaban de la imagen de un criminal acusado de más de cien casos de tormentos y homicidios perpetrados en la Escuela de Mecánica de la Armada.

Si bien mi voz ya no alcanza el tono de otrora, durante las largas horas que “lo esperé a la salida” pensé, dejando de lado toda actitud patética, decirle al pasar: “Tigre, qué bien te sienta el azul”. Y si hoy estoy acá en medio del tórrido verano esperando ver los rostros de Acosta, Pernías, Febres y Astiz, es porque Gabrielle, hermana de Alice Domon, y Michel, sobrino de Léonie Duquet, así como las familias de los 18 franceses desaparecidos durante la dictadura, merecen una respuesta. ¡Justicia, por favor!

* Representante especial de Derechos Humanos de la Cancillería.

Abogado de las familias Domon y Duquet.

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