EL PAíS › EL JUSTICIALISMO BONAERENSE VUELVE A LAS FUENTES

“Violencia con propuesta”

El senador Duhalde anunció la eventual fórmula bonaerense Felipe Solá-Hilda González, quien negó su candidatura. Lo hizo ante 3000 asistentes, en algo muy parecido a un acto de campaña. Allí cometió un furcio de antología, al recomendar como nuevo camino político “la violencia con propuesta”. Nada nuevo, en realidad, si se repasa la historia de su partido justicialista. Solá queda notificado de lo que podría esperarle si la propuesta fórmula tuviera éxito. En el mismo discurso la señora se condolió por la pobreza, como si no se hubiera incrementado en forma vertiginosa desde su mudanza al Polideportivo de Olivos.

 Por Horacio Verbitsky

El jueves por la mañana, en reportajes concertados en forma simultánea con los dos mayores matutinos del país, el Senador Eduardo Duhalde dijo que Felipe Solá era uno de los mejores candidatos a la gobernación de Buenos Aires y que su esposa podría acompañarlo como vice. En ambos reportajes, el ex intendente de Lomas de Zamora elogió a Solá, cuyo principal atractivo para todos sus rivales es que sólo puede aspirar a un período más, porque también se le computan sus dos años como vice. La batalla por el control de los restos del aparato justicialista bonaerense entra así en una nueva fase, que preanuncia tanto unos meses de relativa calma cuanto un rebrote virulento en caso de victoria de la flamante fórmula. El justicialismo escenificó ese modelo hace tres décadas, cuando en el gobierno nacional y en varias provincias los mandatarios electos por el voto popular fueron desplazados a empujones. La lista es extensa y los pormenores diversos: Héctor Campora, Oscar Bidegain, Alberto Martínez Baca, Ricardo Obregón Cano, conocieron entonces la misma medicina que en los últimos meses fueron obligados a tomar Fernando De la Rúa y Alberto Rodríguez Saá. Solá ya sabe a qué atenerse.
El lanzamiento
Hilda González de Duhalde desmintió a su esposo y dijo que no sería candidata a nada. Pero lo hizo en un acto público con 3.000 asistentes en Mar del Plata, muy parecido al comienzo de la campaña. Realizado por invitación que incluía el pago de techo y comida, en realidad se trató del cuarto "primer encuentro" de mujeres peronistas. Cumplido su lanzamiento mediático, la señora de Duhalde no mostró mayor interés por los talleres de trabajo y se largó a Pinamar con su amiga, la ministra de Asistencia Social Chichi Doga. Sólo volvieron a Mar del Plata para la función de cierre. Para que no quedaran dudas sobre la intención de la convocatoria, entre las invitadas no hubo representantes del gobierno bonaerense. El carácter proselitista del encuentro también fue evidente en la sobrerrepresentación de cordobesas. Olga Riutort de De la Sota aportó un tercio de las plazas.
El discurso de la señora durante el encuentro pudo ser pronunciado por un extraterrestre que no hubiera tenido participación alguna en el proceso político del país en las últimas dos décadas. Dijo que la pobreza en el tercer cordón del Conurbano ya llegaba a los niveles del nordeste y le producía un dolor lacerante, pero no explicó que bajo la gestión duhaldista los sectores más débiles perdieron una cuarta parte de sus ingresos. Agregó que el país estaba cansado de frivolidad y fustigó las recetas mágicas, como si no estuviera describiendo su propia actitud. Cada dos minutos repitió la invitación a un debate de ideas, pero se abstuvo de iniciarlo proponiendo alguna. Recitó mal un discurso aprendido e incurrió en un lapsus de antología. Le habían escrito que “la protesta con violencia conduce a la frustración. La rebeldía con propuesta es iniciar un camino nuevo”, pero se equivocó y dijo “la violencia con propuesta es iniciar un camino nuevo”. Con la misma impavidez, el candidato justicialista a la vicepresidencia en 1983, Deolindo Bittel, había anunciado que “entre la liberación y la dependencia, elegimos la dependencia”. Hay que aprender a escucharlos, porque las consecuencias las paga todo el país.
Junto a la señora de Duhalde sonreía complacida la senadora Mabel Muller. Su esposo, el viceministro de Inteligencia Oscar Rodríguez, es el teórico que postuló la movilización de los intendentes del conurbano, primero para conmover al gobierno de la Alianza y luego para disputarle la calle a los nuevos movimientos sociales. En Guernica, donde Rodríguez y Muller gobernaron hasta dar el salto al escenario nacional, fueron marcados los piqueteros Maximiliano Kosteki y Darío Santillán durante una movilización frente a la intendencia de Presidente Perón, el 3 de junio. Tres semanas después ambos fueron asesinados por el comisario Alfredo Fanchiotti, quien hizo más de la mitad de su carrera policial en el feudo del ahora número 2 de la SIDE. Según la investigación del caso, los asesinatos no podrían haberse consumado sin la aquiescencia del jefe de la Regional Lomas de Zamora, Osvaldo Vega, otro hombre que trabó estrecha relación con Oscar Rodríguez como comisario de Guernica. “La violencia con propuesta”. Más que un furcio, todo un programa.
¿Política asistencial o económica?
La señora González de Duhalde atribuyó al modelo neoliberal los elevados niveles de pobreza e indigencia (que según los datos del Indec para mayo de 2002 ya alcanzan al 53,7 y el 24,8 por ciento), como si su gobierno hubiera dado algún paso en otra dirección. Un trabajo del sociólogo Artemio López, define esa actitud. “Hablar y lamentarse por la pobreza y la indigencia sin analizar la distribución del ingreso es siempre inconsistente, y la mayoría de las veces una concesión a los valores del discurso y práctica neoliberal que recluye a la pobreza en el rincón de las políticas sociales y reflexiona solo sobre la organización y eficacia en la distribución de planes de asistencia”. El duhaldismo ha hecho de la asistencia social para las víctimas del proceso económico la herramienta maestra de una concepción política cuyo recurso alternativo es la violencia. “Si se sitúa a la pobreza como efecto de la política económica, la discusión fundamental y pertinente es entonces ya no sobre planes de asistencia, sino sobre producción y distribución del ingreso”, agrega el director de la Consultora Equis. El ciclo iniciado con el golpe de 1976 produjo una distribución profundamente regresiva del ingreso, un nivel hasta entonces desconocido de explotación de los trabajadores y una inédita tasa de desocupación y subocupación. En esa distribución regresiva del ingreso y la sociedad dual y desintegrada resultante, López rastrea las verdaderas causas de la pobreza. No sólo se incrementó el número y se degradaron las condiciones de vida de los más desprotegidos. También se redujo a la clase media a especie en vías de extinción. Es cierto que ese proceso se estableció en forma violenta a partir de la toma del poder por una dictadura militar y que se consolidó luego durante la larga década menemista y los dos años de la Alianza. Pero asumió un ritmo de vértigo desde que el matrimonio Duhalde-González se mudó al Polideportivo de Olivos y puso en práctica sus ideas económicas, por llamarlas de algún modo, con la devaluación y la pesificación asimétrica.
Hombre rico, hombre pobre
Para percibir lo ocurrido, López recurre a la comparación de los ingresos de la población entre mayo de 1974, cuando aún regía el anterior esquema centrado en el mercado interno, abastecido por pujantes industrias concentradas en el Gran Buenos Aires, Córdoba y Rosario, y mayo de 2002, cuando ya se habían consumado las transformaciones estructurales descriptas. El cuadro 1 corresponde al Area Metropolitana, Capital y Gran Buenos Aires, cuyo comportamiento puede proyectarse sin error a todo el país. Los estratos sociales que perciben ingresos forman cuatro segmentos: bajo, medio bajo, medio pleno y alto. La segunda columna marca cuáles fueron las ganancias o las pérdidas porcentuales de cada estrato social entre ambas fechas. Todos los estratos perdieron participación, salvo el más alto, desde que la acumulación financiera desplazó a la actividad productiva, a mediados de los años setenta. El estrato que mayor participación relativa perdió fue el bajo, que cayó un 43,7 por ciento entre 1974 y 2002, seguido por el medio bajo que perdió el 25 por ciento de participación relativa en el período bajo análisis. El medio pleno perdió el 11,5 por ciento de sus ingresos y el alto ganó el 22,6 por ciento. Si esos ingresos no se miden en porcentajes sino en valores reales, se verá que la mayor transferencia provino del sector medio pleno, en dólares a valores de 2000, el equivalente anual a 14 mil millones de dólares.
Esto explica el surgimiento de una nueva categoría sociológica, la nueva pobreza, que no existía en 1974 y que se alimenta de la decadencia de los estratos de ingresos medios plenos y medios bajos. Dos de cada tres de los 19 millones de habitantes ubicados bajo la línea de la pobreza provienen de hogares de clase media cuyos ingresos declinaron y sólo uno de cada tres corresponde a ciudadanos cuyo segmento social de origen es el de pobreza estructural, con residencia en villas de emergencia o asentamientos precarios. A mediados de la década de los años setenta, de cada diez habitantes siete residía en hogares de ingresos medios. A fines de este año 2002, serán apenas cuatro. Los cambios en la estructura social argentina se reflejan en el Gráfico A, que compara 1974 y 2002.
Otra forma de medir la profunda inequidad distributiva resultante de este proceso es el coeficiente de distribución y la brecha de ingresos entre el 10 por ciento más rico y el 10 por ciento más pobre de los perceptores de ingreso en la zona metropolitana. Los más pobres perdieron ingresos que fueron a los más ricos, como refleja el cuadro 2. La diferencia entre unos y otros era de 12 veces en 1974 y es de casi 34 veces ahora.
Llegaron los Duhalde
La atribución genérica de esta catástrofe social al neoliberalismo no es suficiente. Desde que los Duhalde asumieron la responsabilidad para la que nadie los votó, la economía argentina se ha reducido en un 15 por ciento adicional y el proceso de inequidad distributiva y concentración económica lejos de revertirse se profundizó. Como indica el cuadro 3, la brecha entre los más y los menos favorecidos creció casi cinco puntos, igual que con la hiperinflación de 1989. Si se compara sólo lo sucedido entre 2001 y 2002 se verá que la concentración del ingreso por la caída de la participación de los más pobres se profundizó: disminuyeron un 11 por ciento su ya exigua participación. En líneas generales, a menor estrato socioeconómico mayor fue la caída en su participación sobre el ingreso total en el último año.
La brecha entre los que más y menos ingreso perciben, recapitula López, pasó de 27 a 34 veces tan sólo en doce meses, con un aumento del 23,6 por ciento “sentando las bases de una creciente desigualdad que esta en la base del inédito proceso de empobrecimiento ciudadano que ya impacta sobre el 54 por ciento de la población nacional esto es, a valores de julio del año 2002, 19,5 millones de habitantes ubicados bajo la línea de pobreza”. Las conclusiones del impresionante estudio señalan que 31 millones de personas (que constituyen el 86 por ciento de la población total), transfirieron a los 5 millones de personas que forman el 16 por ciento restante de la población más de 27 mil millones de dólares anuales (en valores oficiales de PBI a precios de mercado del último trimestre de 2000). En otras palabras, cada uno de esos 31 millones de argentinos integrantes de los estratos bajos, medios bajos y medio plenos transfirieron un promedio de 900 dólares anuales a los 5 millones del estrato alto y en especial a los 2,3 millones de la cima del estrato alto. Esa transferencia per cápita anual colosal representa el 9,5 por ciento del PBI. Para un hogar pobre con cuatro miembros esto supone una transferencia anual de 3.600 dólares o 300 mensuales. Aun después de la devaluación, que convirtió esos 300 dólares en 300 pesos, si esa suma permaneciera para consumo del hogar y no se transfiriera a los sectores altos, la línea de pobreza podría cubrir al 5,2 por ciento de la población en lugar del 54 por ciento como ahora ¿Con qué podría hacer campaña entonces la señora González de Duhalde que no va a ser candidata a nada?

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