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APOSTILLAS DE LA CUMBRE

Seguramente influidos por el conflicto por las papeleras, los medios uruguayos siguieron de cerca los movimientos de Néstor Kirchner y su mujer, Cristina Fernández. Por ejemplo, destacaron que para la cena de honor del viernes fueron los únicos que solicitaron un cambio de menú. En vez de esturión de Río Negro con caviar, un manjar preparado para la ocasión por la chef Nora Rey, pidieron un frugal planto con pollo debido a que siguen “una estricta dieta”, según explicaron.

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Los presidentes son los primeros en quejarse por la sucesión de cumbres, muchas de ellas muy poco sustanciosas. Las muchas ausencias en Montevideo se justifican en ese hastío presidencial, que prefieren atender sus urgentes asuntos internos. Por eso, estaban avanzadas las negociaciones para suspender la próxima cumbre de la Unión Sudamericana, prevista para diciembre, y que no hubiera más encuentros hasta 2007. El primer problema del año que viene se dará el 1° de enero, la fecha en la que asumen los presidentes brasileños. “Estamos trabajando para cambiarla”, aseguraron ayer cerca de Lula a los angustiados miembros de la comitiva argentina que ansían pasar las fiestas en casa.

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Pero si bien las cumbres son muchas, la de Montevideo inauguró la categoría de cumbre “virtual”. Alejados como nunca de la gente y de la prensa, los jefes de Estado permanecieron encerrados en un hotel y sus movimientos sólo pudieron ser seguidos a través de pantallas de circuito cerrado. Para peor, con muchos problemas de transmisión. Las medidas de seguridad parecieron excesivas. Para entrar o salir de cualquier sitio relacionado con la cumbre no sólo hay que tener la acreditación correspondiente, sino que debe colocarse el dedo índice en un lector para chequear las huellas digitales, vaciar bolsos y bolsillos y someterse al detector de metales. La gente, impedida de atravesar los sucesivos vallados dispuestos alrededor del centro histórico, ni pudo aproximarse a los mandatarios.

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El centro internacional de prensa está ubicado en el edificio del Sodre. Víctima de un incendio en los ’70, el Sodre está proyectado como centro cultural desde hace años pero en gran parte es un enorme edificio todavía en construcción. Con un subsuelo ya terminado y lujoso, el resto es vigas, cemento y techos de chapa, reacondicionado con aglomerados y mesas improvisadas. En general, tiene un aspecto extraño.

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