EL PAíS

Dichos que son hechos

 Por Mario Wainfeld

El “verdurazo” expresó reclamos de pequeños agricultores, nucleados en la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT). La modalidad de protesta, ya repetida, se desplegó en la Plaza de Mayo y congregó largas colas de personas necesitadas de alimentos básicos. El ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile, ninguneó y “gastó” a la UTT desde el Mini Davos, a pocas cuadras de distancia. Adujo no haber recibido jamás peticiones de esa organización cuyos integrantes probaron documentadamente que le presentaron reclamos ya en diciembre. Ensimismado en su soberbia, Buryaile añadió que no comprendía por qué regalaban el producto de su trabajo en vez de venderlos en las sesenta ferias que “vamos a abrir en todo el país”. La respuesta notoria es que es difícil comerciar en mercados no existentes hoy, virtuales. Dificultad que se acentúa si la mercadería es perecedera, aspecto que un hombre de campo tendría que conocer.

Entre paréntesis (Buryaile es otro ministro con conflicto de intereses, por ahora menos señalado que su par de Energía, Juan José Aranguren. Raro, porque su patrimonio mejoró notablemente ya en diciembre con la reducción y supresión de retenciones. Cerramos paréntesis).

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Alvaro Zicarelli tuvo su rato de fama mediática en estos días. Era un asesor de la vicepresidenta Gabriela Michetti con funciones inespecíficas en el Senado y colaborador ad honorem de la Fundación SUMA. Un informe del programa periodístico “El Destape” lo reveló como un energúmeno insultando a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner en el proverbial modo de tanta militancia PRO. Violento en los modos, desaforado, “sacado”, Zicarelli la tildó ante las cámaras de “tarada, guanaca y arpía” entre otras injurias.

Michetti prescindió de sus importantes servicios. Zicarelli se excusó por “las formas” en el programa “Intratables” aunque perseveró que sigue pensando lo mismo, “en términos civilizados”. ¿Cómo lo expresaría ahora? ¿Diría “cervatilla” o “Bambi” por “guanaca”? ¿”Mala” por “arpía”? Por ahí, el enigma se develará en la próxima participación por tevé.

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El presidente Mauricio Macri opinó que el ciudadano que mató a otro que le había robado en su carnicería debía permanecer en libertad durante el proceso. Se fundó en el beneficio de la excarcelación para quien no ofrezca riesgos de fuga o de entorpecer el proceso. La argumentación podría ser peor sin dejar de ser deplorable. Por lo pronto, es nocivo que el primer mandatario presione a los tribunales. Además, Macri sabe (busca) que en la esfera mediática sus dichos sean reflejados como una defensa de la mal llamada “justicia por mano propia”.

El ministro de Justicia, Germán Garavano, quien a veces incurre en raptos de sensatez quiso dibujar mejor lo que expresó su jefe. Metió la pata al comentar que “esta vez murió el delincuente pero, muchas veces (…) muere la víctima”. En esta materia compleja las autoridades deberían extremar el cuidado y la delicadeza. Una persona que es matada por otra, es una víctima siempre fuera cual fuera su conducta o condición social.

El Estado no puede aplicar la pena de muerte, ni hablar de los particulares. La escala valorativa penal (y social) del macrismo es espantosa, lo que se comprueba cuando se sueltan las lenguas.

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