EL PAíS › EL MéTODO QUE EMPEZó POR EL EQUIPO DE ANTROPOLOGíA FORENSE

Los límites de la genética

La idea central fue comparar las huellas digitales de personas que habían sido inhumadas como NN con las de los detenidos desaparecidos. De esta forma es más fácil saber la fecha del deceso.

El método empezó a ser usado por iniciativa del EAAF, que empezó a plantear el tema cuando aún estaba Nilda Garré (ver aparte). La idea era comparar bases de huellas de personas inhumadas como NN contra las huellas de las víctimas de desaparición forzada. La base de los inhumados se construyó, sobre todo, con los archivos digitalizados de la policía federal, de calidades varias. La base de los desaparecidos, con registros familiares u organismos como el Registro Nacional de las Personas (Renaper). El avance, sin embargo, no fue sencillo sino bastante complejo. Hubo problemas de archivos de NN, estaban fragmentados o destruidos. La versión digitalizada de Policía Federal tenía problemas de calidad. Y los peritos estaban acostumbrados a leer huellas de alta calidad. A esta altura, sin embargo, el proceso ha mejorado. Se arman bases de archivos de huellas de calidad superior que están digitalizándose. El proceso está mas o menos estandarizado. Y permite imaginar aplicaciones distintas, incluso como complemento del ADN.

–¿Cuál es mejor como técnica?

Maco Somigliana: En realidad la genética y la dactiloscopia están hechas para cooperar una con la otra. Porque hay muchas cosas que puede resolver una y la otra no. Tenemos en proceso de resolución situaciones en las que hasta ahora había un resultado genético, pero no se conocía la fecha en la que había sucedido el hecho porque el lugar donde se encontraron los restos no permitía datarlo.

–¿Por ejemplo?

–Hay un episodio en el que mueren cinco personas el 5 de enero de 1977. Cuatro habían sido identificadas por ADN en Avellaneda. Pero por la pauta de inhumación no sabíamos en qué momento los habían matado. Gracias al trabajo de comparación de huellas pudimos identificar a las cinco, incluso a la que todavía no estaba identificada con ADN y ahora sabemos que está en Avellaneda. Y ponerle la fecha. Esa complementación, si se da, es maravillosa. Y también es maravilloso en casos como en estos donde no había posibilidad de recuperar restos óseos, por ende no había posibilidad de hacer comparación genética. Ese límite de la genética es superado por la otra. Sería maravilloso que se planteara como estándar la posibilidad de complementar los dos.

–¿Qué otros efectos pueden tener estas identificaciones?

–Y la otra es si uno lo piensa desde el lado de las paradojas es que seguramente por las características del procedimiento de la calle Canalejas, seguro que la Policía Federal tuvo una actuación o bien en el montaje o en las cuestiones accesorias del parte. La huella. Todos lo hacían sabiendo que no fue lo que decían que fue. Entonces, más allá de las cuestiones de justicia penal, conseguir que una institución como esta use ahora esto para la identificación es como darle vuelta el guante. Estar haciendo esto, también es bueno para la gente que lo hace. Es digno.

–¿Como empezó el trabajo con las huellas?

Carmen Ryan: El procedimiento nos lo presentó el EAAF con una idea que tenían hace mucho dando vueltas. El ministerio puso el equipo, el tiempo y gente de Policía Federal para trabajar. (Al comienzo con Nilda Garré y Natalia Federman.) La idea era armar dos bases de datos bien prolijas y sistematizadas de huellas digitales. Por un lado, había que buscar las huellas que se inhumaron como NN en el período 7583 que es un trabajo de hormiga, y por otro las de los desaparecidos.

Maco: Esto es lo terrible y lo maravillo de la historia. Pero que se haya en principio marcado un rumbo en el sentido de tratar de recoger lo que se pueda y hacer un proyecto como el que se hizo es importante. Una de las cosas bastante clave de la época es que el Estado no quiso compartir, bien o mal, el trabajo con nadie. A partir de esto aparecieron las posibilidades de convivencia entre el Estado con la parte que puede hacer y por ahí alguien que no es del Estado con la parte que no puede hacer, y de esas posibilidades surgieron proyectos como este. Que ya te digo, al principio fue complicado.

–¿Qué fue lo complicado?

Maco: Hay varias deficiencias reconocidas en el sistema de identificación de personas en Argentina que estaban en esa época y están ahora. Lo que yo quería decir es que entender esas deficiencias no implica superarlas. Es el primer paso. Pero después hay que lidiar con una estructura acostumbrada a avanzar de una manera. En definitiva lo que se ve es que quedaban muchos rincones sombríos, que hacían que hubiese gente que no se lograba identificar. Hay algo mas que están dando estas resoluciones, que es ver esos rincones oscuros en el presente. Poner una maquinaria a rodar que no sólo es útil para esto que si lo fuera está bien, porque fue para lo que se hizo. Pero aparte da respuesta a otros dramas que no tiene que ver con específicamente con esa época.

Ministra de Seguridad Cecilia Rodriguez: Independientemente de alguna tecnología, se ha hecho un equipo humano con la gente del EAAF, el ministerio, la Policía, que son grandes protagonistas en una vuelta de tuerca de aquellos años a este otro lugar. Esa institución que sí fue represiva, pero que hoy entiende que su saber puede contribuir al proceso de memoria, verdad y justicia o casos como el de Luciano Arruga y de otros. Porque independientemente de lo tecnológico se requiere de recursos humanos que entiendan y resignifiquen este trabajo. Yo lo quiero poner en valor la decisión política de nuestra presidenta que pensó que esto sea de esta manera. Dentro del modelo de seguridad democrática, uno de los ejes estratégicos que se planteó es el bienestar de las Fuerzas de seguridad. Y la capacitación y la formación que no es sólo un circuito en derechos humanos que le puede dar gente comprometida sino saber hacer, saber hacer mejor, usar racionalmente y progresivamente los recursos. Estar capacitado para la investigación del delito. Hay un esquema para fortalecer, estamos en pañales, descubriendo algunas buenas capacidades y potencialidades que deben institucionalizarse y fortalecerse. Y por supuesto, deben continuarse.

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La ministra Cecilia Rodríguez con Fernando Martínez, hijo de desaparecidos, y Carmen Ryan.
Imagen: Guadalupe Lombardo
 
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