EL PAíS › LAS PERSPECTIVAS DEL FRENTE PARA LA VICTORIA EN LA CIUDAD

Una base para fortalecerse

En el peronismo porteño analizan que, más allá de haber quedado en tercer lugar, se conserva el piso de adhesiones histórico sobre el cual buscarán afianzarse. La campaña permitió posicionar a Mariano Recalde y otra pieza clave del kirchnerismo es Axel Kicillof.

 Por Nicolás Lantos

El Frente para la Victoria en la ciudad de Buenos Aires se apronta para el comienzo de una nueva etapa, acorde con los tiempos que corren para esa fuerza en todo el país. Más allá de las estructuras partidarias institucionales del Partido Justicialista, diversos espacios del peronismo miran con buenos ojos la posibilidad de construir en ese marco para afianzar a una fuerza que, aun luego de haber perdido el segundo lugar en el mapa político porteño, conserva un piso de adhesiones histórico nada desdeñable en uno de los distritos más poblados de la Argentina y que es una vidriera que se ve desde las 24 provincias, merced a los medios de comunicación nacionales instalados en territorio capitalino.

El resultado de los comicios de ayer marca una pauta y repite patrones vistos en las elecciones de los últimos ocho años, desde que Daniel Filmus y Jorge Telerman partieron sus votos permitiendo la llegada del PRO, de la mano de Mauricio Macri, a Bolívar 1. “Más allá de los nombres que encabecen cada boleta, hay un patrón: siempre entre el 20 y el 30 por ciento de los votos, sacando situaciones excepcionales como las elecciones de 2009 tras el conflicto con el campo, que fue el piso histórico; o las de octubre de 2011, cuando CFK fue la candidata más votada”, analiza un armador del kirchnerismo porteño.

Las elecciones de ayer, confirmaron, además, los resultados de hace dos años, en los que una tercera fuerza (entonces Proyecto Sur, ahora ECO) desplazó en el podio a la lista alineada con el gobierno nacional. En todos los sectores del FpV hay una coincidencia en que es necesario replantear la estrategia en adelante.

Habrá, desde ahora, dos grandes actores que disputaran, en principio con sordina, la conducción del peronismo porteño. Por un lado estará La Cámpora, en el marco de crecimiento y fortalecimiento de la fuerza, que está pasando de ser una organización juvenil a ser el marco en el que se expresará el kirchnerismo desde diciembre, dentro de la gran interna justicialista. Por el otro, el sciolismo, de la mano del precandidato presidencial del FpV, un hombre de origen político en la ciudad de Buenos Aires, al igual que muchos de sus colaboradores, que quiere volver a mandar en un territorio que sienten como naturalmente propio.

La Cámpora juega con las blancas y movió primero: con Cabandié largamente instalado como dirigente en la ciudad y alto nivel de conocimiento, eligió relegarlo en la carrera electoral de este año para darle pista a Mariano Recalde y posicionarlo también en las grandes ligas. El titular de Aerolíneas Argentinas y miembro fundador de esa organización política suma millas y horas de exposición, actos con la Presidenta y tiene un perfil ejecutivo que lo diferencia de su compañero. El objetivo es no tener una sola cabeza visible, sino multiplicar las piezas para que se abran más jugadas en el futuro.

La tercera pieza es el ministro de Economía, Axel Kicillof. Su labor al frente de esa cartera le da un altísimo nivel de conocimiento y su imagen en varios sectores de la sociedad es buena. Aunque su origen no es camporista y no forma parte estrictamente de la organización, tiene diálogo permanente con su mesa de conducción y además es uno de los funcionarios de mayor confianza de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Una de las referentes de Kolina, Victoria Montenegro, también entra en la estrategia de trasvasamiento generacional.

Recalde tiene, en este contexto, un activo muy valioso: funciona como puente entre el peronismo kirchnerista que encarna La Cámpora y los sectores más tradicionales del PJ porteño. Como presidente del Congreso Justicialista, es el virtual número dos del partido, detrás del sindicalista Víctor Santamaría, con el que tiene buena relación. Santamaría es la llave para el control de la estructura partidaria en caso de que haya una por ahora improbable colisión con el sciolismo.

En el entorno político del gobernador bonaerense hay varios que quieren jugar en Capital: ése es el origen del mismo Scioli, que ingresó a la política ganando una interna del PJ porteño en 1997, y de muchos de los que lo acompañan desde entonces, como su jefe de Gabinete, Alberto Pérez, que ya comenzó a planificar un armado propio. El titular del Banco Provincia, Gustavo Marangoni, fue precandidato a jefe de Gobierno hasta pocas horas antes del cierre de listas y finalmente quedó afuera de todas las boletas. Su principal obstáculo es su desconocimiento en la ciudad. El ministro de Deportes, Alejandro Rodríguez, militó toda su vida en la ciudad y hará su aporte. El ex alcalde Jorge Telerman, actual jefe de la campaña presidencial, tiene mucho más conocimiento que sus compañeros, pero por ahora no parece interesarse en la política metropolitana.

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El peronismo porteño buscará afianzarse a partir del piso que obtuvo en las elecciones de ayer.
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