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Cómo multiplicar por 0,30

Por I. H.

Los autoconvocados de Saavedra están en pleno arreglo de la Plaza de las Madres del Pañuelo Blanco y sostienen junto con una escuela, una huerta en un terreno municipal recuperado para proveer verduras a comedores comunitarios. “Trabajamos sobre los problemas locales porque creemos que expresan los nacionales”, dice Alejandro Tiscornia, un herrero de 40 años. Además, defienden y difunden el trabajo de los cartoneros, algo que se repite en otras asambleas. La de Olivos, que tiene una olla popular frente a la quinta presidencial, también les da alimento y alfabetización. “Un día un cartonero nos pidió si le podíamos enseñar a multiplicar por 0,30. Nos miramos y nos dimos cuenta que era el precio del cartón. Entonces pensamos en apuntalarlos para leer, escribir y hacer cálculos”, cuenta Mónica, de 56 años. “Los que seguimos en asamblea, creemos que estar todo el tiempo en acción es una forma de contralor”, dice.
Cada asamblea es un mundo y sus experiencias infinitas. La del Cid Campeador, que funciona en una ex sede del Banco Mayo, armó una biblioteca de 2500 libros, prepara una sala de cine documental y hasta ofrece enfermería. La de Córdoba y Anchorena, que se reúne en la plaza, se integró todo el año a la resistencia de las obreras de Brukman y las orientó en la investigación sobre la quiebra, además de ocuparse que funcione el centro de salud de la zona. Los asambleístas de Juan B. Justo y Corrientes, instalados en un local abandonado de Scioli, enseñan desde inglés hasta guitarra y junto con la asamblea de Chacarita fabrican pañales, tras recibir una máquina en donación. En Parque Avellaneda, tienen cooperativa de vivienda, panadería, un emprendimiento textil y comedor.

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