EL PAíS › GANANCIAS EMPRESARIAS Y SALARIOS

Ni gota de derrame

 Por Claudio Scaletta

Para el especialista en economía laboral Luis Beccaria, resulta indispensable que el Estado impulse al sector privado a otorgar aumentos salariales para todos los niveles, no sólo los mínimos. El docente e investigador de la Universidad Nacional de General Sarmiento sostiene que la intervención estatal es necesaria por dos razones. La primera, es el inmenso retroceso de los salarios en un contexto en que las empresas recuperaron rentabilidad. La segunda es que el mercado, librado a sus propias fuerzas, sólo favorecerá una recuperación segmentada, esto es en los salarios de determinadas jerarquías de los sectores más dinámicos del nuevo modelo, relegando por doble vía a los sectores hoy más postergados.
–¿Cuáles son hoy las características más relevantes del mercado de trabajo?
–Tenemos una situación en la que, indudablemente, el empleo viene mejorando a una tasa elevada en consonancia con la producción, pero mucho más de lo que uno hubiese esperado. También que, al menos hasta principios de este año, una parte importante del empleo seguía siendo precario. Si bien es cierto que el empleo “bueno” había crecido, todavía se mantenían niveles de informalidad importantes.
–Algunos analistas sostienen que la tasa de crecimiento del empleo en relación con el crecimiento del producto no podrá mantenerse.
–El crecimiento fue realmente excepcional, porque por momentos cada punto de crecimiento del producto era un punto más de empleo.
–¿A qué se debió una expansión tan alta?
–Es difícil definir una causa terminante. Seguramente, una parte responde a la composición de los sectores que más han crecido, que son los trabajos intensivos impulsados claramente por los bajos salarios. Esto es, las cantidades producidas se aumentaron con más empleo. La mejora del empleo fue indudable. Los últimos datos también muestran una continuidad del crecimiento, pero a niveles más razonables.
–Pero la mejora está lejos de reflejarse en el salario.
–Los salarios son bajos porque, como le decía, se parte de un nivel de desempleo y precariedad muy alto. Sin duda, el poder de negociación de los trabajadores es todavía muy débil y, en este contexto, resulta razonable que el Estado trate de impulsar por algún mecanismo la suba de las retribuciones, aunque la efectividad de esa presión seguramente no será la que uno desearía.
–¿El límite para un mejor resultado es el rol del Estado o las características estructurales a las que hacía referencia?
–La verdad es que, en materia de demanda laboral, al inicio de una recuperación las alternativas no son muchas. O los empresarios contratan más horas extra o, como en el caso argentino, contratan más trabajo en negro, trabajo del que no les cuesta deshacerse en caso de que las condiciones cambien.
–¿Cree que desde el Estado podría hacerse más?
–Es muy difícil. El rol del Estado es colaborar tanto induciendo al sector privado a mejorar las condiciones de los trabajadores como ayudando al crecimiento del producto, por ejemplo a través de una política más agresiva de obras públicas.
–Políticas de demanda que tienen efecto indirecto sobre el empleo.
–No es indirecto, es directo. La obra pública tiene un alto efecto sobre el empleo y esto más allá del objetivo específico de mejorar la infraestructura económica y social.
–Me refería a que, si bien son medidas que generan empleo, su efecto multiplicador se limita al corto plazo.
–En un contexto como el actual usted necesita medidas que mejoren el empleo en el corto plazo; no porque el empleo esté creciendo poco, está creciendo mucho, pero usted parte de un déficit muy marcado. Y además es necesario sostener el crecimiento. Cualquier cosa que usted haga sobre el empleo no va a funcionar si la economía no crece.
–Volviendo al cortísimo plazo, ¿cree que el Gobierno tiene capacidad para seguir impulsando el salario mínimo?
–En un contexto en el que salario cayó tanto a consecuencia de la inflación post-devaluación, es más que razonable impulsar aumentos sobre los ingresos reales, porque los salarios no acompañaron la recomposición que tuvieron los ingresos de las empresas. Pero además, el otro punto es que el Estado no tiene muchos más instrumentos. También es razonable, entonces, que no sólo se impulse el nivel del salario mínimo, sino el de todos los salarios, porque en su defecto el mercado dará aumentos muy diferenciales, en determinadas jerarquías de las áreas más dinámicas, como por ejemplo las vinculadas al comercio exterior.

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