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En la víspera del primer aniversario de la muerte de 194 personas en la tragedia de República Cromañón, continuaron las actividades de la “semana de la memoria”, organizadas por los familiares de las víctimas y que hoy a la noche encontrarán su punto final. El inicio estuvo dado por la colocación de los nombres de los chicos muertos en una bandera en la Jefatura de Gobierno porteño. El cierre de los recordatorios de ayer fue la proyección de un documental en el Obelisco. Luego, los familiares fueron hacia la Plaza de la Memoria, en Once, donde hoy amanecieron.
El primer paso de ayer en el camino del recuerdo lo dio un grupo de más de diez familiares de las víctimas cuando frente a la sede del Gobierno de la Ciudad desplegaron una bandera de 84 metros con cada uno de los nombres de los chicos. Fue cerca de las diez que también en Avenida de Mayo al 500 colocaron carteles que acusaban al suspendido jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra. “194 muertos porque Ibarra desarticuló personalmente el área de inspecciones”, reclamaba uno de los afiches. “El 40 por ciento de los chicos murieron por rescatar a otros chicos”, advertía otro, acompañado por una foto de aquella noche en la que un grupo de jóvenes cargaba a otro para intentar acercarlo hasta una ambulancia.
Otro grupo de familiares desarrolló su recordatorio con una marcha por la tarde desde la rotonda de San Justo hasta la plaza de Isidro Casanova, en La Matanza. Una vez allí, descubrieron una placa con los nombres de las víctimas e inauguraron el “Arbol de la Memoria”, para recordarlas en una de las zonas en las que Callejeros tenía más seguidores.
También a la tarde, pero en el centro porteño, otro grupo de familiares llevó a cabo sus actos. Debajo del Obelisco desplegaron una gigantografía que narra con dibujos la secuencia de la tragedia donde representan a los chicos en la noche del recital, algunos de ellos con bengalas encendidas. Luego, aparecen tapados por humo y fuego. Se los puede ver tratando de correr y después una cadena con un candado trabando una puerta: una salida de emergencia inhabilitada. Unos muñequitos cargan a otros, intentando huir del humo. En el final, rodeados de rosas, aparecen los 194 nombres.
En la Plaza de la República se proyectó, a la noche, “Cromañón, retazos de la memoria”, un documental realizado por un grupo de estudiantes de cine. “Comenzó como un trabajo de diez minutos –contó a Página/12 Gabriel Benítez, uno de los realizadores–, pero creció solo.”
Con varias historias se intenta explicar qué pasó y cuáles fueron las consecuencias. “Fue una sumatoria de cosas: nadie se había preocupado antes por el estado de los boliches, ni las autoridades ni quienes iban a los recitales, había una puerta clausurada, alguien prendió una bengala y la policía y el SAME no bastaron para ayudar”, señaló Benítez.
“Queremos que el documental provoque la reflexión y la necesidad de involucrarse, porque Cromañón es responsabilidad de toda la sociedad”, afirmó.
Daniel Rozengardt, padre de Julián, estaba viéndose a sí mismo en una de las entrevistas del film. “Nuestros hijos son nuestra memoria, y ahora nos invirtieron el papel”, decía en la pantalla y no podía contener las lágrimas de la realidad.