EL PAíS › EL GOBIERNO Y DE LA SOTA

La teoría de la llamita

Sin aspirante propio, Duhalde verá si la candidatura del cordobés funciona antes de apoyarlo. Las elecciones bonaerenses.

 Por Sergio Moreno

“Seguimos la teoría de la llamita: la llamita está rodeada de miles de troncos; habrá que ver si se enciende una gran fogata o si la llamita no tiene la fuerza suficiente para prender y se extingue.” La teoría de la llamita –expuesta a Página/12 por un miembro del gobierno nacional– no es más que la parábola elegida en la Casa Rosada para describir los pasos que Eduardo Duhalde dará antes de jugar su apoyo (básicamente el del poderoso aparato del peronismo bonaerense, que aún conduce) al novel precandidato José Manuel de la Sota. “Sólo se verá que el apoyo de Duhalde a De la Sota es claro si, y sólo si, unifica los comicios nacionales con los de la provincia de Buenos Aires”, especuló un secretario de Estado ante este diario. El germen de este razonamiento es que el Presidente está poniendo, a esta altura de los hechos, más libido en su repliegue hacia su territorio madre (la provincia) que en apostar el poder que le queda a las patas de un candidato que –sabe– sea cual fuere, no llevará su estandarte.
Atrás quedaron los sueños de “gran elector” que supieron atesorar los principales operadores del Presidente. Ya resultaba difícil doblegar la gestualidad de Carlos Reutemann cuando en la Rosada daban por descartado que el santafesino competiría en la interna. A fuerza de cachetazos –que por ingenuidad o error de cálculo no esperaba recibir–, el Gobierno fue morigerando su entusiasmo y, por ende, sus metas. De dejar en el poder a un presidente del PJ, funcional a los deseos futuros de Duhalde, pasó a contentarse con un no poco importante –y no menos hipotético– poder de veto. La realidad le impuso correr un poco más acá la línea y apostar a levantar un vallado de contención a las ínfulas del archienemigo Carlos Menem. Hoy por hoy, Duhalde decidió ver para creer y, por si las moscas, ir a lo seguro, verbigracia, armar la retirada prolijamente y aceitar los goznes de su poder en la provincia de Buenos Aires, donde piensa recluirse cuando menos en los años siguientes a las elecciones nacionales.
Fueguito cordobés
A favor de De la Sota, en los despachos de la Rosada y Olivos se escuchan frases rimbombantes, del tipo de “el Gallego es un cuadrazo”, “en campaña es buenísimo”, “es disciplinado y le da bola a los asesores de campaña”, y juicios más pagmáticos como “es la circunstancia más favorable para Duhalde”, “es el único (de los precandidatos del PJ) que puede ocupar, con esfuerzo, el lugar que dejó libre Reutemann a los ojos de la sociedad”.
Pero ninguno de estos decires consiguen encender los corazones oficiales como lo hacía el Lole. Los resultados de las encuestas encargadas por el Gobierno muestran dos fieros contendientes que, hasta ahora, le sacan años luz en la intención de voto: Menem y Adolfo Rodríguez Saá.
El riojano crece módicamente y con cada nueva décima a su favor encrespa el lomo del hombre de Lomas de Zamora. Hay, además, un efecto amplificador en Balcarce 50: muchos funcionarios de la administración Duhalde creen -más por intuición o temor, sea cada caso, que apoyados en los sondeos– que “no hay como ganarle al Turco en la interna”, como ayer mismo dijo uno de ellos a este diario.
Paralelamente, desde Anillaco ya se han hecho llegar los primeros mensajes de paz para establecer una tregua o, en términos propios de la Guerra Fría, de “coexistencia pacífica”. La idea del menemismo es reeditar la entente Nación-Provincia, sin agresiones ni injerencias, que primó sobre la Argentina a partir de 1991 y hasta que ambos ex compañeros de fórmula decidieron romper lanzas. Por el lado del menemismo, los pregoneros de estos mensajes son Alberto Kohan, Eduardo Bauzá, Eduardo Menem y el gobernador pampeano Rubén Marín. Hoy se sumará a la partida el todoterreno Carlos Vladimiro Corach, quien arribará esta mañana proveniente de un retiro interruptus en Oxford. Los receptores son lossecretarios privado José Pampuro y general Aníbal Fernández, el vocero y futuro vicejefe de Gabinete Eduardo Amadeo y el ministro del Interior, Jorge Matzkin.
El principal escollo que encuentra el “acuerdismo” entre duhaldistas y menemistas, tiene nombre y apellido, usa faldas y duerme en la cama del Presidente: Hilda “Chiche” Duhalde no permitirá que su marido se acerque al riojano. “Eso sólo puede causar desgracias”, suele decir la señora.
En cuanto a Rodríguez Saá, pocas son las expectativas de los bonaerenses. “La idea del debate del programa antidolarizador y peronista que propuso el Adolfo para ser tratado en un Congreso tiene un costado que seduce a Duhalde. Además, está más que bien en las encuestas, en varias va primero. Pero se la pasa puteando a Duhalde en cada ocasión que se le presenta. Parece que Rodríguez Saá busca pararse en el lugar del ‘anti’, en el Carrió del peronismo. Como por ahora le va bien con ese discurso, no hay chances de acordar con él”, reflexionó ante Página/12 un importante secretario de Estado.
Buen recaudo
“Sólo si alguno de los candidatos se despega nítidamente en las encuestas, Duhalde se va a jugar. Mientras ello no ocurra, habrá prescindencia”, dijo ayer un miembro del Gabinete a este diario. Dicha prescindencia de la interna nacional puede tener una exteriorización equívoca. Según el funcionario citado, podrán escucharse de ahora en más expresiones de apoyo a De la Sota, inclusive poner a préstamo algún operador y hasta recursos, pero la verdadera jugada de fondo está en el cronograma electoral que sea fijado en la provincia de Buenos Aires. Todo lo demás, será pour la galerie. “Sólo si las elecciones de la provincia se realizan el mismo día que las nacionales (internas y generales) el Gallego podrá tener chances. De lo contrario, Duhalde lo estaría abandonando a su suerte: Menem y el Adolfo se lo comerían”, sostuvo el funcionario.
Duhalde ocupa gran parte de su tiempo en el entretejido electoral bonaerense, tal como lo hizo siempre: con minuciosa obsesividad, intendente por intendente, puntero por puntero. Esta semana que pasó, el Presidente tomó contacto con los candidatos de tres listas que dicen tener intención de disputar en un municipio del conurbano. “Habló con los tres; les exigió que arreglen”, relató un ladero del Presidente.
La semana entrante será de vigilia, por un lado, siguiendo el derrotero en los sondeos del cordobés, y de ordenamiento. Duhalde seguirá metiendo su cuchara de maestro mayor de obra en Buenos Aires y, a la vez, prepara una cumbre con todos los gobernadores peronistas –en cuya faena están trabajando los hombres del Ministerio del Interior– para el miércoles, que podría realizarse en Misiones o en Olivos. La tarea, en ambos escenarios, es ordenar la interna. La suerte que correrá, sin dudas, le depara mejores resultados y un buen recaudo en su patria chica conurbanera.

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