ESPECTáCULOS › EL OSCURO PRESENTE DE LA TELEVISION PAGA, DE LOS CORTES AL CUELGUE

Un mercado que también se devaluó

Entre cable y televisión satelital, más de un millón de personas cortaron el servicio. El abono básico aumentó un 30% promedio, la torta publicitaria se achica cada día y sólo florece la industria de los “colgados”.

 Por Emanuel Respighi

Más de un millón de argentinos dio de baja el servicio de televisión por cable o satelital en los últimos doce meses. El abono básico de las principales empresas de TV paga del país registra, en lo que va de este año, un aumento promedio del 30 por ciento. La torta publicitaria de este importante motor de la industria televisiva cayó un 52 por ciento en el primer semestre de 2002, respecto del mismo período del año pasado. Las compañías de TV arrastran deudas millonarias que, en el último mes, acabaron con el servicio satelital que ofrecía Sky, que se marchó del país ante el rojo de sus cuentas. Como contrapartida de este panorama, la comunidad de hogares que está “colgado” de algún tipo de servicio de televisión suma cada día cientos de nuevos miembros: no pueden hacer frente a la alta cuota mensual, pero no se resignan a perder el “privilegio” iniciado en los años noventa de poseer más de 60 canales en su televisor. Las cifras son elocuentes: el mercado de televisión paga del país atraviesa una crisis jamás experimentada desde su desembarco dos décadas atrás. Ya nada es como era, tampoco en la televisión.
El panorama que se le presenta a una de las actividades que más creció en la década pasada es oscuro. Tras la devaluación del peso, el negocio parece ya no ser tan negocio para las MSO (las empresas de cable) y las compañías proveedores de señales. Un peso ya no equivale a un dólar. Mucho menos los patacones, Lecops y otros tantos bonos provinciales que son utilizados por los más de 4 millones de abonados para pagar, al menos, el abono básico. Un servicio que, por otra parte, entró en decadencia desde la inclusión de los canales premium y cuya caída pareciera que se acentuará aún más si el dólar continúa subiendo.
La importante pérdida de abonados, la baja de inversión publicitaria y las cada vez más abultadas deudas de las empresas (CableVisión y Multicanal se encuentran en default, con deudas que superarían los mil millones de pesos) hacen tambalear al mercado. El notable crecimiento que durante la década menemista tuvo la TV por cable en Argentina –que en 1999 llegó a tener una penetración en la población del 54 por ciento y a ubicarse en el séptimo lugar en el ranking mundial– vislumbra un estancamiento que preocupa a todos los sectores. Todo parece indicar que, en un futuro no muy lejano, el cable será el lujo de unos pocos.
A principios de año, la situación económica hizo que las empresas de TV premium y las compañías proveedoras de señales tuvieran que renegociar los contratos en dólares suscriptos antes de la devaluación. Tras algunos inconvenientes temporales que se produjeron con algunas señales, finalmente las dos partes entendieron que para que el negocio continuara los términos del contrato debían estar acordes a la situación económica argentina. Por eso, desde hace algunos meses esos contratos fueron pesificados a 1,40 y se revisan detalladamente de manera bimestral, con el objetivo de que no se produzca una fuga de canales internacionales. Pese a la pesificación de los contratos, los principales operadores de TV paga del país continúan aumentando indiscriminadamente el abono básico (ver aparte), con el argumento de que casi la totalidad de sus costos son en dólares. Esta tendencia que comenzó en diciembre hizo que buena parte de la cartera de abonados diera de baja el servicio. Aunque las empresas prefieren no dar cifras certeras acerca de la cantidad de hogares que se desconectaron o dejaron de pagar la prestación de algún operador de TV paga, se calcula que la industria perdió el 20 por ciento de sus clientes en el último año.
“Si bien el aumento en las tarifas, en una coyuntura como ésta, no es bienvenida por ningún cliente, hay decisiones que son impostergables”, justifica Marcelo Nachón, gerente de Relaciones Institucionales de CableVisión. “Con un país que ha devaluado el tipo de cambio en un 300 por ciento y una industria que tiene sus insumos tecnológicos en dólares e ingresos en pesos y bonos, es imposible mantener el precio. En la medida que las variables macroeconómicas no encuentren un equilibrio, esimposible prever si seguirá aumentando o no la tarifa. En este sentido, el gran objetivo de CableVisión es mantener la mayor calidad posible al precio más competitivo, esperando que todo se tranquilice.” Por su parte, Alejandro Zunda Cornell, director de marketing y programación de DirecTV Argentina, comparte la visión de Nachón sobre la necesidad de las empresas de aumentar el abono básico. Pero según su opinión la crisis económica, pese a lo que se cree, funcionará como una bisagra que sanará al mercado de TV paga argentino. “Creo que la crisis va a terminar saneando el negocio, lo cual es bueno y necesario. La TV paga era un negocio relativamente joven y desenfrenado. Ahora tendrá que madurar sí o sí, comienza una etapa de maduración de la industria. Creo que el negocio se va a sanear en dos sentidos: por un lado, se equilibrarán las cuentas de cada empresa; y por otro, el mercado se bifurcará en diferentes variantes, para satisfacer las necesidades particulares de cada sector de la sociedad”, apunta.
El retroceso que experimenta el mercado en la actualidad, sumado al oscuro horizonte económico del país, provocó un replanteo del servicio a ofrecer en el futuro. Una de las posibles soluciones que se barajan para los próximos años es la de implementar un sistema de cable a la carta, en la que cada cliente se arma su propio menú de señales según sus gustos y preferencias. La empresa que más hincapié hace en la implementación de este servicio es DirecTV, debido a que su soporte tecnológico satelital le permitiría realizar el cambio sin realizar una gran inversión. Mientras tanto, uno de los problemas más grandes que debe resolver la TV por cable es el gran número de conexiones truchas que se diseminaron por todo el país y que se estima que ya forman parte de medio millón de hogares. Ante la falta de un control organizado por parte de las empresas, se formaron grupos especializados que ofrecen instalaciones ilegales por cifras económicas, que varían de los 10 a los 50 pesos. En su gran mayoría, quienes ofrecen este servicio no son ni más ni menos que ex empleados de las MSO o electricistas que, en algunos casos, brindan garantías por un año. Es decir: en caso de que la avivada criolla se descubra y se corte la conexión, los instaladores vuelven a reinstalar el sistema. Este sí es un negocio en constante crecimiento.

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