ESPECIALES › ABUELAS DE PLAZA DE MAYO

Quedan 400 nietos apropiados

Las Abuelas de Plaza de Mayo, a 33 años de la instauración del golpe de Estado más sangriento de nuestra historia y a 26 del retorno a la democracia, lamentablemente debemos seguir con nuestra búsqueda. Todavía nos falta restituir la identidad a 400 de nuestros nietos, todos ellos apropiados por el terrorismo de Estado.

Nuestros nietos son adultos y probablemente muchos ya sean padres, por lo que la violación del derecho a la identidad se está transfiriendo a la siguiente generación, es decir a nuestros bisnietos, a quienes también tenemos que restituirles la identidad.

Desde nuestra fundación venimos sembrando memoria y reclamando, junto al resto de los organismos, verdad y justicia. Tratamos de plasmar esto día tras día –visitando escuelas, organizando actividades de formación, denunciando ante la Justicia– para que nunca más la sociedad argentina vea violados sus derechos más fundamentales. Educamos para la defensa de los derechos humanos y somos las mayores promotoras del derecho a la identidad.

En lo que se refiere a nuestro trabajo en el mundo, como hace 20 años, cuando logramos que se incorporaran dos artículos a pedido nuestro en la Convención de los Derechos del Niño, ahora mismo estamos bregando para que toda la experiencia sobre identificación genética y forense que hemos acumulado en estas tres décadas sea tomada y protocolizada por las Naciones Unidas para casos de desaparecidos en otros países.

Consideramos que es necesario y urgente continuar luchando para que los juicios contra los represores de la dictadura se aceleren de una vez y que sean públicos. Debemos tener en cuenta que si fuera por el Código Penal y por los jueces “procesistas”, los juicios seguirían parados. Hay que seguir presionando para que “los tiempos de la Justicia” no terminen de cerrar, nuevamente, ese círculo de impunidad que tanto nos costó derribar.

Nuestra lucha ha sido siempre por más democracia, por más garantías, por más derechos humanos. Y así debe seguir siendo. Los organismos de derechos humanos, ayer, hoy y siempre, hemos exigido justicia y no ajusticiamiento. Tan es así que los genocidas tienen el derecho a un juicio justo y a una legítima defensa, derecho que negaron brutalmente a nuestros hijos e hijas. Que quede claro: no queremos, nunca más, un Estado que asesine.

A 33 años del horror, tenemos que caminar juntos cantando nuestro amor por la vida, por una sociedad para todos y no para pocos, por la memoria de nuestros desaparecidos, por los hombres y mujeres que aún no conocen su verdad y su historia –”esclavos del alma” los llamamos nosotras–, que esperan por su libertad.

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Imagen: Ana D´Angelo
 

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