ESPECTáCULOS

Sueños, especulaciones y agonías de un país bautizado “Popstars”

Mientras se espera el veredicto que dirá quiénes serán los ganadores del ciclo, lamaquinaria teen pop sigue multiplicándose.

 Por Julián Gorodischer

Se les propone “tener un sueño”. Para conseguirlo, se les pide que lo repitan todo el tiempo, hasta el hartazgo. “Yo tengo un sueño”, dirán una y otra vez los finalistas, que el miércoles iban a ser ganadores a juzgar por las promociones y luego fueron sólo eso: finalistas, al menos hasta que “Popstars” se decida a resolver el juego. “Me da miedo volver a mi vida”, dijo Nico en la despedida, temeroso de la Argentina que le espera, que no es el país de “Popstars”, ése en el que se ve una industria del espectáculo pujante que edita discos, suma buen rating y organiza recitales. El país real es otra cosa y el chico llora: la utopía del proceso ilimitado se le termina. Mientras duró, hubo que memorizar lo que será el hit primavera-verano, como lo anticipa el precedente Bandana: “Tu amor, será tu amor...”, repite el estribillo, más básico aún que el “Maldita noche” de las precursoras, como si cada vez se necesitaran menos cosas, menos artilugio, para que la maquinaria ande sobre rieles.
“Ya no puedo más, por favor”, dice la letra del tema pegadizo, ése que desde hace un par de semanas se repite, se repite, se repite, a lo largo del programa, en todos los tonos, de a uno, de a cuatro, con percusión o bailecito. El verso tiene valor de lema: reclaman “no puedo más, por favor”, también, los candidatos cuando se les demora el resultado. El gran jurado demora el veredicto y filtra de quince a diez, de diez a ocho, como para que dé para un nuevo capítulo y ellos sigan esperando. Esto no parece ser, a esta altura, otra cosa que una larga espera. En el ínterin, los finalistas no suman puntos con las voces, se les pide “un perfil que dé”. “No doy con el perfil, ya sé...”, asume Juan Pablo, “pero igual estoy conforme de haber llegado”. Ascenso profesional y aliento del jurado “de especialistas”, todo junto, qué más puede pedir, si hasta le dicen que “estás cambiado, ya sos distinto”, como si no tuviera que volver a la venta callejera y le esperara el mundo según “Popstars”: oportunidades a la vuelta de la esquina. Por ahora, el “Cumplirás el sueño” surte efecto: “Estoy tranquilo, llegué muy alto”, dice el chico a la salida.
“Será tu amor, mi amor...”. Todas las letras hablan de amor, como las de Bandana. Ella nunca responde, ella está ocupada, ella se fue con otro o directamente, ella no los registra. Esa única clave motiva a los candidatos, y rapean, o tararean, o improvisan como pueden, y después concluyen: “Está buenísimo”. Así todo el tiempo: estrofa, reintento y felicitación o “hasta la próxima”. La rueda gira en cada capítulo, sin variaciones, como si lo que fascinara fuera verlos avanzar, repetir lo del “sueño”, que puede ser el éxito o el sueldo o la fama, pero en cualquier caso es “algo” y ellos lo definen como “todo”. Cada miércoles, alguien llora por el otro, por el amigo que se va, porque caen de a uno, nueva batalla y nuevas bajas; se hunde el “Titanic” y la salida del programa es un naufragio. “Será tu amor, mi amor...”, dice el héroe compasivo, el que llora por el otro.
“Si es que no te tengo... mejor me muero”, sigue el tema del momento, el que convertirán en hit en un par de semanas cuando se edite el disco, y la sentencia vale también para los candidatos. En su agonía se mantiene el interés por una trama insostenible. Se decía (les dijeron) que el miércoles quedaba definido el grupo. No era cierto, y los “popstars” siguen entrenando, repitiendo la muletilla de alto rendimiento. El rasta se lo dedica al padre jamaiquino. El fachero, a la profe de gimnasia. Saben que pisan sobre seguro: la tele ya no les pide excesivo dramatismo, ni historias para emocionar como la de la Bandana de padre preso, sino que se conforma con una voltereta de hip hop y un aspecto adecuado para ganar groupies. El género teen pop pegó fuerte en la Argentina, lo saben, y hasta hay imitaciones batiendo nuevos récords como el “Erreway” que se adelantó a un futuro “Popstars” mixto. Telefé prepara su retorno a “Cantaniño” con estética “Popstars” infantil, y “La oportunidad de tu vida” genera club de fans para cada aficionado. Todosquieren cantar en la Argentina quebrada, y algunos lo hacen muy mal. Pero con la simpatía la tele lo arregla todo. “Humille Darío”, pide el productor al aspirante, y el chico improvisa el rap. Si no sabe cantar, al menos que hable rápido. El gran jurado dictamina, generoso: “Tiene ritmo”.

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A los participantes se les pide que digan: “Yo tengo un sueño”.
 
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