ESPECTáCULOS › UN ESPECTACULO DE RICKY PASHKUS Y CHET WALKER

“Aquí sucede algo mágico”

El argentino y el estadounidense fundaron una compañía de teatro musical que busca “unir culturas”. Hoy se verá el resultado.

 Por Silvina Friera

Si la locura merece ser elogiada cuando la razón se rompe los dientes contra la realidad, como reflexionó Erasmo de Rotterdam, los coreógrafos Ricky Pashkus y Chet Walker no se equivocaron. El proyecto de la Compañía Internacional de Teatro Musical, que debuta hoy en el teatro Alvear (Corrientes 1659), escapa a los parámetros de una racionalidad fundada en la ecuación costos/beneficios. Walker, creador del musical Fosse y director del Jacob’s Pillow Dance Festival, no se escandalizó al ver las imágenes de los saqueos en la Argentina en la televisión de EE. UU. No midió el riesgo país, ni especuló con lo que significaba poseer dólares en el bolsillo. Llamó a su amigo argentino con la certeza de que el plan continuaba. “El arte no está directamente relacionado con la política o la religión. Trasciende todo, incluso los lenguajes. La peor crisis puede generar el mejor arte. Quizás lo más grande del arte que surge de la crisis es que impulsa a la gente a reflexionar acerca de lo que siente y piensa. Me alegro de haber impulsado esta compañía: somos muchos los locos”, dice Walker en la entrevista con Página/12.
Pashkus, responsable de la coreografía de Candombe Nacional, Mi bello dragón, Pericón.com.ar y director del estudio de danza de Julio Bocca, invitó a Walker a dar un par de clases en la escuela del bailarín hace tres años. “Chet no es un millonario, pero algo aprendió en la vida con respecto al dinero”, cuenta Pashkus. “Cuando le dije que me gustaría ayudar a los jóvenes del interior que no podían estudiar en la capital por cuestiones económicas, Chet decidió pagarles durante un año alojamiento, comida y estudios a tres personas que yo eligiera. Dos de ellos están ahora en el ballet del San Martín, la otra con Ana María Stekelman”. Hace dieciocho meses soñaron con crear una compañía internacional de una audición en la que seleccionarían a doce miembros estables. “Lo hacemos en Buenos Aires porque sabemos que acá está la gente que necesitamos. El trae dólares y nosotros le devolvemos pesos. Chet es un inversor muy atípico”, explica Pashkus. Los integrantes, Inés Fernanda Zunino, Connie Canova, Claudia Palta, Sol Joskowicz, Johanna Pomeraniec, Lucía Morete, Cristián Ponce, Juan Ignacio Mallach Baroville, Norberto Ariel Juárez, Sebastián Galeota, Emanuel Abruzzo y Marcos Esteban Gorosito, interpretan cuadros que recorren distintos estilos. La única parte del espectáculo con título, Hombres, coreografiada por Pashkus, cuenta con música de Gabriel Fauré, interpretada en vivo por la pianista Gaby Bernasconi.
“Los cuadros reflejan cómo percibo al teatro musical, que sería el mismo trabajo que realizaría en mi país. Las coreografías están atravesadas por una sensación de primitividad y de sexualidad, una provocación del pensamiento”, precisa Walker. Según Pashkus, Hombres es una mirada sobre el universo masculino. “Representa una visión de lo que me pasa con los hombres, como mi padre, mi hermano. Intento contar que hace años estoy obsesionado con el mundo de lo masculino y que necesitaba abordar esta temática, sacármela de encima”, aclara Pashkus. “Viniendo de un país capitalista, donde nadie ayuda a menos que exista una retribución, es refrescante que los artistas argentinos tengan tantas ganas de participar. Esta actitud es mágica. Al arte en sí no se le puede poner un precio”, admite Walker. En este primer espectáculo, coproducido con el Complejo teatral de la Ciudad, que se podrá ver hasta el domingo (a las 21), participarán Juan Leyrado, Valeria Lynch, Elena Roger, Diego Bros y Luis Morera. “La idea es hacer giras e incorporar artistas de otros países”, señala Walker. “El intercambio es enriquecedor porque el sabor de esta unión es diferente. Es indispensable unir culturas”.
–Los cuadros están unidos por un personaje que ustedes denominan “el espíritu de la danza”. ¿Qué características tiene?
R. P.: –La obra no posee un argumento. El personaje, interpretado por Luis Morera, representa al movimiento vivo que funciona como un nexo entre los diferentes climas del espectáculo. La obra que yo hago, Hombres, en la que participa Leyrado, es muy intimista. Está surcada por sensaciones emparentadas con lo abstracto, y se nutre de una danza más minimal. El espíritu de la danza permite que haya una fluidez entre este intimismo y los estallidos energéticos que produce el musical.
C. W.: –Encarna a la danza, simboliza la razón por la que bailamos. Es una guía en este viaje por el movimiento, un punto de vista que progresa. El territorio de la emoción es tan etéreo que es difícil capturarlo. La posibilidad de tener un hombre bello, en el sentido total de la palabra, facilita que la atención esté puesta en lo que hace el personaje.
–¿Cuáles son los aspectos distintivos de los artistas argentinos?
C. W.: –Hacen un teatro musical que se basa en contar historias a través del canto, la danza y actuación. Cuando escucho o veo el tango, aunque no comprendo el castellano, las imágenes son tan narrativas que las entiendo. Narrar no implica un argumento, sino que aparezca la necesidad de contar algo. No en todas las culturas está esta urgencia por narrar.
–¿Por qué?
R. P.: –Los argentinos pasamos por diferentes etapas en relación con la danza. Cuando trabajé con Alvin Nicolais en Estados Unidos, él me confesó que reconocía a los argentinos porque éramos muy expresivos. Cuando me preguntó el motivo, le contesté que en mi caso era porque no tenía técnica. Por causas culturales, sociales y políticas, hubo un período en que se puso mucho énfasis en lo expresivo en oposición a lo técnico. Hoy esa separación es innecesaria porque el artista hace de sus recursos una unidad y los usa para narrar. A nadie le interesa la pirotecnia coreográfica si no está al servicio de una narración. Nuestra historia reciente nos contactó con la necesidad de narrar. Hubo momentos en que buscaron impedirlo. Por suerte han fracasado, aunque nos cuesta todo el doble y no tenemos plata. Pero no voy a hacer la apología de que la pobreza es buena para ser artista o que es bueno vivir en crisis.

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Walker y Pashkus, unidos en un proyecto de cooperación artística.
 
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