ESPECTáCULOS › ENTREVISTA A LA CINEASTA BELGA MARIE-FRANCE COLLARD

La explotación anda en jeans

En su documental “Obreras del mundo”, que se verá hoy en el Festival de Cine y Video de Derechos Humanos, la realizadora expone de qué manera la empresa multinacional Levi’s explota a sus trabajadoras.

Por Ana Bianco

Es uno de los puntos altos del Festival Internacional de Cine y Video de Derechos Humanos, que empezó ayer y se extiende hasta el jueves 28. Se trata de Obreras del mundo, un documental que describe las condiciones de explotación a que son sometidas las obreras de la compañía multinacional Levi’s, que trabajan al pie de la máquina en la confección de las famosas camperas y jeans. La película de la directora belga Marie-France Collard –exhibida ya en abril pasado durante el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, dentro de la sección “Globalización y barbarie”– toma como punto de partida la reestructuración de la empresa. En 1999, Levi’s decidió cerrar varias fábricas en los Estados Unidos, tres en Francia y una en Bélgica, con los argumentos de los costos elevados y la baja en las ventas. Como contrapartida, subcontrató talleres en Indonesia y Filipinas, con trabajadoras sometidas a condiciones extremas de explotación y salarios misérrimos. Con un tratamiento visual bello, poco común en este tipo de documentales, Collard expone la complejidad de un mundo donde el capitalismo más perverso une a hombres y mujeres en los mismos padecimientos. En charla con Página/12, la directora se refirió al documental, filmado en la clandestinidad y a la crudeza que se desprende de los testimonios.
“Cuando empecé a hacer la investigación me enteré que Levi’s estaba cerrando sus fábricas en Bélgica y en Francia. Y quise saber por qué”, explica Collard. “Esta información fue la que me llevó a filmar sobre esta marca de ropa. El documental fue realizado en total clandestinidad y cada persona que daba su testimonio en algún punto estaba corriendo peligro. Traté de cuidar a la gente y una de las claves del documental, además del peso propio de los relatos, es la belleza de las personas que están expuestas en la película.”
El documental muestra a un masa de mujeres trabajando pegadas a las máquinas en inmensos talleres y sin la más mínima conexión con su compañera de al lado. Collard lo sintetiza así: “Las mujeres tienen en común el ser obreras y trabajar en una multinacional. Las operarias de una misma fábrica en general no se conocen entre sí, pero a partir de la película estas mujeres empezaron a encontrarse y familiarizarse”.
La directora belga pone en imágenes cómo se manifiesta, concretamente, el tan mentado término globalización: “El mundo se mueve en dos velocidades: en una están los que deciden el rumbo económico y en la otra los trabajadores y los obreros. Intento crear una conciencia de solidaridad. Si en los diferentes países estamos unidos, la resistencia adquirirá más fuerza y eficacia frente a los embates que nos plantea la globalización. Un término tan abstracto, que intento mostrar a la gente, para que ellos mismos experimenten qué significa este nuevo evangelio, la famosa globalización en sus vidas”.
En Ouvrières du monde, la directora brinda unas imágenes que logran conmover al espectador: “La emoción surge del testimonio de las obreras y alcanza un punto de inflexión con el cierre de la fábrica y lo que ocurre después con la pérdida del trabajo. Me resultó muy duro y me sentí muy conmocionada al comprobar que los sindicatos en los países del norte no organizan la lucha para que estas cosas no ocurran. Me shockeó palpar la explotación, en especial en Filipinas, donde las condiciones de trabajo son dignas de esclavos”.
Uno de los momentos clave del film es una escena en la que la realizadora le muestra a las obreras filipinas un video sobre las obreras belgas. “En principio, tuvieron mucha curiosidad y se sorprendieron por las máquinas que usaban las belgas”, relata Collard. “Tardaron más tiempo de lo que se ve en el film en discutir acerca de cómo los sindicatos luchan en Bélgica y cómo hay gente que muere por preservar su puesto detrabajo o en defensa de la jubilación y la seguridad social.” El film destaca los problemas físicos generados por el trabajo y el stress. “Las enfermedades laborales se expresan en forma diferente en los países del Norte, como en Bélgica, que son producto de la alienación que genera el empleo, por ejemplo una chica que está siempre cosiendo el bolsillo de una campera y hace el mismo gesto diez mil veces por día. Además del daño físico que se le produce en la mano, en el nervio carpiano. Muchas obreras de Levi’s fueron operadas. La situación es diferente en Filipinas e Indonesia, donde las enfermedades son producto de la desnutrición y la falta de higiene, pero esto no es considerado una enfermedad profesional”.
Una operaria de Indonesia con un rostro bello y curtido a la vez, cierra con su canto el film, entonando la frase “La promesa de comer...”. Collard da cuenta de la veracidad de la canción: “Muchos trabajadores de Levi’s en Indonesia tienen ahora el respaldo de una ONG y los domingos participan en cursos de canto. Uno de los integrantes de la ONG había escrito esta canción y esta mujer me había pedido cantarla y por eso la incluí. El cantar un tema sobre la promesa de comer las hace aún más conscientes de la explotación a la que están sometidas. Es la misma necesidad de comer que tienen hoy muchos desocupados en la Argentina y que no tienen ninguna entidad que los contenga”.

* Obreras del mundo se exhibe hoy a las 14 en el Centro Cultural de la U (Serrano 1139) y el domingo a las 20 en el cine Cosmos (Avda. Corrientes 2046).

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“El film se hizo en total clandestinidad y cada persona que daba su testimonio corría peligro”, dice Collard.
 
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