ESPECTáCULOS › GEORGINA BARBAROSSA, DE REGRESO A LA TV DE LAS TARDES

“Yo antes subestimaba esto”

La actriz y animadora sostiene que “Georgina y vos” puede servir para instalar una nota de esperanza, “mostrar que se puede ser feliz”, en un país que considera marcado "por la involución de la cultura"

 Por Oscar Ranzani

El puntapié inicial se produjo en 1981, cuando Pepe Cibrián le ofreció un papel en el musical De aquí no me voy. Desde entonces, Georgina Barbarossa no paró de trabajar como actriz. Construyó su carrera como comediante compartiendo cartel con Héctor Alterio, Oscar Martínez, Norman Briski y Antonio Gasalla, entre otros. Su relación con Gasalla le abrió las puertas de la televisión, donde su perfil fue variando, de actriz a conductora. En los últimos años, su rol de conductora/animadora se instaló en los magazines de la grilla de América primero, y luego del viejo Azul TV: “Por la tarde”, “Movete”, “Venite con Georgina”, “Georgina de noche”, programas todos parecidos entre sí. El lunes pasado cruzó nuevamente la vereda televisiva, después de algunos meses de parate, que aprovechó para descansar y operarse, conduciendo “Georgina y vos”, un programa de Endemol (“Kaos, en la ciudad”, “Gran Hermano”, “La otra verdad”) que se emite de lunes a viernes a las 14 por Canal 13 y, según el rapto optimista de sus productores, busca ser “divertido, comprometido y novedoso: un espacio que intenta rescatar y recuperar de la vida cotidiana las pequeñas y grandes cosas que, a veces, se pasan por alto”.
“Este es el programa que yo quise hacer siempre, en el que uno le puede mostrar a la gente que la vida puede ser maravillosa”, señala Barbarossa en entrevista con Página/12. “Estuve y estoy harta de tener que mostrar otro tipo de cosas. Uno puede ser solidario y mostrarle a la gente que puede ser feliz”, confiesa. Georgina está acompañada por Diego Pérez (ex insoportable de “Videomatch”, “El sodero de mi vida” y “Un aplauso para el asador”), que oficia de co-conductor. Un equipo periodístico compuesto por Osvaldo Bazán, Fernanda Iglesias y Adrián Santucho, en tanto, se encarga de las noticias de actualidad y del espectáculo, y colabora en las entrevistas centrales. Además, Georgina se da el gusto de explotar su faceta actoral en sketches semanales que protagoniza junto al actor Alberto Martín. Hay secciones como “Mensaje del corazón” –una especie de “TV abierta” en la que la gente toma el micrófono para hablarles a sus seres queridos–, “La terraza del amor” –que busca que los solos y solas puedan formar parejas de una manera divertida– y “Las buenas causas”, que serán premiadas.
–Usted tiene una amplia trayectoria tanto en teatro como en televisión. ¿En cuál de los dos rubros pudo expresarse mejor?
–En los dos, porque en la televisión, gracias a Dios, tengo la libertad para decir lo que se me da la gana. Yo subestimaba mucho los programas y los magazines. Pensaba que los magazines a la tarde, salvo dos o tres, los podían conducir señoras que no tenían nada que hacer. Y, sin embargo, se pueden hacer muchas cosas interesantes. Se pueden decir muchas cosas. La misión que tenemos los artistas es abrirle el corazón y la cabeza a la gente. La posibilidad de tener un micrófono y una radio todas las tardes es fantástica y no se puede desperdiciar.
–¿Considera que la mujer comenzó a ocupar un lugar privilegiado en la televisión en los últimos años?
–No sólo en la televisión. Las mujeres empezamos a tener un rol más protagónico porque se nos empezó a tener en cuenta. Yo recuerdo que mi madre, que tiene 73 años, cuando yo era chica se escondía para fumar cada vez que venía mi abuelo. Era como un horror. La mujer fue ganando espacios pero, a pesar de todo, sigue siendo un mundo machista, sobre todo aquí en la Argentina. El machismo y el feminismo son cosas absurdas. Sería fantástico que el mundo lo manejásemos los hombres y las mujeres, poniendo todos hombro con hombro para poder sacar este mundo adelante. Un mundo muy cruel que podría ser de otra manera porque las mujeres tenemos otra mirada.
–Hace diez años, usted protagonizó Anónima en teleteatro, una obra que, entre otras cosas, satirizaba la televisión. ¿Le incorporaría nuevas críticas al medio una década más tarde?
–Sí, claro. Anónima en teleteatro hablaba de la mediocrización de la cultura. Y es lo que pasó. Siento que fui una especie de Julio Verne. La volvería a hacer, aunque no sé si la gente soportaría verlo porque era muy fuerte. También lo que pasa es que los personajes corruptos que estaban en Anónima... eran de Walt Disney al lado de lo que pasó en estos años.
–¿Qué cosas le preocupan más de la realidad argentina 2003?
–Creo que podemos cambiar la Justicia. Me preocupa la educación, la involución de la cultura. Por eso creo que, entre todos los que estudiaron periodismo y yo que estudié teatro, podemos poner nuestro granito de arena para modificar esto: para que se abran todos los colegios y que estén en condiciones, que todos los chicos puedan ir a la escuela y que puedan comer. En vez de darle al pueblo planes Trabajar o cajas de comida, es mejor enseñarle, por ejemplo, a plantar huertas. Es lo elemental. Hay que educar al pueblo.

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“Este es el programa que siempre quise hacer”, asegura la actriz convertida en conductora.
 
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